Castigar con el silencio: así funciona la ley del hielo que arrasa con tu relación de pareja

Tu relación de pareja, como la de todo el mundo, tiene sus altos y bajos. Así que cuando os toca lidiar con los momentos en los que no coméis perdices, no hay que hacer ningún drama. Tan sólo tenéis que sentaros a hablar y poner fin a vuestras desavenencias. Sin caer en las acaloradas discusiones en las que los cruces de acusaciones os acaban haciendo mucho daño. O peor aún, dejando que vuestra vida en común se llene de un atronador silencio. Que vuestra relación, antaño tan llena de cariño, se rija por la ley del hielo.

No se trata del título de una mala película de cine negro. La ley del hielo, como explica Alejandra Robles García, psicóloga clínica del centro ViBood Psicología, «se refiere a un tipo de castigo en las relaciones interpersonales caracterizado por la pasivo-agresividad. En la pareja, una de las partes decide de manera deliberada y voluntaria ignorar a la otra, negándole cualquier tipo de comunicación, ya sea verbal o no verbal. Tiene como finalidad hacerle sentir mal mediante este rechazo».

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Sin gritos pero con (mucha) ira y resentimiento

En realidad, esta represión silenciosa no es exclusiva de las relaciones de pareja. Como apunta la experta, «puede extenderse a otros tipos de relación, como los amigos, la familia o incluso hacia los compañeros de trabajo».

Cuando se trata de la pareja lo realmente importante es analizar la razón que empuja a tu pareja a castigarte con su silencio. Y no es tan sencillo: «No existe una única causa. Eso sería simplificar el espectro de la conducta humana. Lo que se termina traduciendo en un castigo puede tener diferentes raíces: el resentimiento, la ira, la carencia de habilidades comunicativas, el miedo al conflicto o el simple hecho de querer evitar afrontar un problema en la relación».

No siempre es un castigo: puede ser un escudo

En ocasiones tu media naranja no te está reprochando nada. Al menos no intencionadamente. Su comportamiento pasivo-agresivo es en realidad «un mecanismo de defensa ante una vulnerabilidad emocional».

Esta barrera puede tener consecuencias catastróficas para vuestra relación. «Si bien en un principio se presenta internamente como una barrera emocional que protege de la confrontación, de las conversaciones más vulnerables y difíciles o de pasar un momento incómodo, también representa un arma de doble filo. Y acaba debilitando la conexión con la pareja», alerta Alejandra Robles.

Soledad, ansiedad e inseguridad: te sentirás insignificante

Muy importante: poco importa que el mutismo de la pareja tenga un fin punitivo o protector. Las consecuencias para la víctima son «graves y duraderas. La ley del hielo, además de minimizar e invalidar las emociones, demuestra una indiferencia activa y una falta de interés por el estado emocional de quien la sufre».

Tal vez no seas la diana de sus gritos, reproches e improperios. Pero el silencio daña incluso más. Como indica la psicóloga clínica, «el impacto emocional que genera este rechazo e indiferencia se puede traducir en sensación de abandono –cuando estamos juntos me siento sola–, ansiedad –me replanteo todo lo que hago y digo–, confusión –pienso todo el tiempo en qué pude haber dicho o hecho y no me dan respuestas ni razones–, inseguridades y una baja autoestima».

Más pronto que tarde, tu relación se irá por el sumidero.

Cómo descongelar la situación (y que no destruya tu relación)

Hablando se entiende la gente. Así que basta ya de tanto silencio. Como recuerda la experta, «un espacio seguro es un espacio descongelado, donde se tienen conversaciones desde una postura empática y abierta por ambas partes».

Y para volver a recuperar la comunicación, hay que empezar por reconocer que «esta ley no es una herramienta eficaz para la resolución de conflictos en la pareja. También que habrá casos en los que sea necesario acudir a un profesional para obtener recursos y crear estrategias que faciliten una comunicación sana y abierta y que busquen afianzar y fortalecer la relación».

Callarse las cosas no sirve de nada

Lógicamente, no es lo mismo ser la víctima que el castigador. Y mientras que para la persona castigada con el silencio «será importante comunicar asertivamente el efecto que esta ley está teniendo en ella y reafirmar sus límites personales», para quien la aplica «será crucial explorar las razones por las cuales acude a ese tipo de conducta y abrirse a comunicar aquellas cosas que le generan malestar».

Como concluye Alejandra Robles, «todo recae en el poder que tiene la comunicación en la pareja y en la necesidad de hablar desde el respeto, la empatía y el cariño. Este es el camino para una relación fuerte y sana».