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_Con estos juegos fáciles para activar la memoria conseguirás acordarte de todo cada día
NO TE PIERDAS Con estos juegos fáciles para activar la memoria conseguirás acordarte de todo cada día
El estado de ánimo y algunas dolencias físicas pueden aparecer con el cambio de tiempo./ Foto: Emily in Paris.
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Si te parece que el tiempo hace que cambie tu estado de ánimo, probablemente tienes este tipo de sensibilidad. Los expertos en la materia nos explican en qué consiste.
Por Paka Díaz
7 de mayo de 2023 / 06:30
Notas como te molestan las rodillas cuando va a llover. Pero también percibes cómo la primavera te vuelve loco de alegría, mientras que el invierno te pone triste y melancólico. No son imaginaciones tuyas, lo que te ocurre es un tipo especial de sensibilidad al clima. La física y meteoróloga Mar Gómez lo ha investigado y publica el resultado de sus pesquisas, el libro Meteoro sensibles, cómo el tiempo influye en nuestra salud física y mental (Ed. Península).
En su libro, además de explicar qué es la meteorosensibilidad, Mar Gómez acaba con mitos como que la luna nos influye a la hora de tener la menstruación, ponernos de parto o ser más violentos. Por el contrario, la meteoróloga confirma que el calor excesivo puede aumentar la agresividad de las personas que ya tienen predisposición a ella. Un libro tan fascinante como los fenómenos atmosféricos.
Como explica en el libro Mar Gómez, “las personas meteoro-sensibles son las que tienen una cierta sensibilidad a los cambios en algunas variables meteorológicas como la humedad, la temperatura, la presión atmosférica o el viento. Estos cambios pueden dar lugar a la aparición de dolencias físicas y estados psicopatológicos”.
Por tanto, “la metereosensibilidad es la sensibilidad que tienen ciertas personas a los cambios de tiempo. Se manifiesta con un agravamiento de ciertas patologías físicas o mentales. Más o menos podemos estimar que entre el 30 y el 60 % de la población son metereosensibles, un porcentaje que varía según los países. Sobre todo les ocurre a las mujeres y a las personas de edad avanzada”, aclara Gómez. O sea que nos hacemos más sensibles al clima según avanza nuestra vida.
Si quieres saber si eres meteoro-sensible, Gómez anima a practicar “la observación. Simplemente observando tus cambios puedes llegar a saberlo”, dice. Pero también está convencida de que “todo el que lo es, a estas alturas, seguro que ya lo sabe. Seguro que ha analizado sus patrones, o ha observado cómo su cuerpo o su mente manifiestan diferentes síntomas según cambia el tiempo. Pero si no, observando y leyendo mi libro van a poder aprender cómo diferentes factores atmosféricos y variables meteorológicas puedes afectar a la salud”.
“La verdad es que puede afectar y mucho”, advierte la autora, “la meteorosensibilidad puede influir en nuestros comportamientos y hasta en nuestros hábitos. En el libro cuento cómo Fred Soyka, el autor de El efecto de los iones, se mudó a Ginebra y cuando llegó allí vivió un potente efecto foehn, que se produce al descender aire caliente por las montañas contrarias a la dirección de los vientos. Se produce en zonas de montaña y genera un viento con carga eléctrica del aire. Por eso Soyka empezó a experimentar ciertos síntomas físicos y mentales”, explica Gómez. En ese caso, señala, “hubiera estado más que justificado que se hubiera marchado de esta región”. Sin embargo, cuando naces en un lugar, lo habitual es que te adaptes a los fenómenos locales.
Para empezar a comprender cómo nos afectan los fenómenos atmosféricos, lo primero es conocer qué diferencias hay entre el tiempo y el clima. “El tiempo es, básicamente, las características atmosféricas en un momento dado y el clima es el promedio de esas características a lo largo de, como mínimo, 30 años”, cuenta la física.
“Para que nos hagamos una idea, siempre pongo el mismo ejemplo. El tiempo podría ser como nuestro humor, que puede fluctuar de un día a otro. Un día podemos estar más contentos, otro más desanimados, otro más optimistas, como un día soleado u otro lluvioso. Pero el clima podríamos establecer la analogía de que es como nuestra personalidad, construida a lo largo de los años”, explica.
Hay mucha leyenda en torno a cómo nos influye el clima, los astros o los satélites. Mar Gómez acaba con muchas de ellas en su libro. “Uno de los mayores mitos, que lo comento en el libro, es que la luna no influye de ninguna manera a nuestra salud física ni mental”, aclara la científica, que recuerda que “tampoco aumentan los partos las noches de luna llena, ni afecta a nuestra menstruación ni a nuestro estado de ánimo. No nos volvemos más lunáticos”.
Sin embargo, explica que ese mito “sí que tiene una explicación racional y es que, en el pasado, cuando no teníamos luz artificial, las personas aprovechaban las noches de luna llena para salir y socializarse. Eso podía provocar que justo esas noches hubiera más conflictos sociales y peleas. Por eso se vinculaba a ese comportamiento más agresivo”.
A veces nos parece que la humedad nos puede afectar como para tener dolor de articulaciones, sentir una herida antigua o desarrollar una alergia. “La verdad es que no es tanto la humedad como el cambio de presión”, aclara Gómez. “Cuando hay un cambio de presión atmosférica, por ejemplo con la llegada de una borrasca, también hay cambios en la humedad. Podemos decir que están relacionados.”
Para comprenderlo mejor, apunta que “los cambios en la presión atmosférica están relacionados con las enfermedades reumatológicas como son la artrosis y la artritis reumatoide, pudiendo empeorar sus síntomas. También pueden empeorar las migrañas, los síntomas de las personas que las padecen”.
En los últimos tiempos, la subida de las temperaturas generalizada ha llevado a que se acuñe el término «estrés térmico», referido a ese calor que te impide casi moverte y que en el Sur se sufre desde hace mucho tiempo. Al final, aunque parece que la luna no era para tanto, y no influía ni en la menstruación, los partos, ni los hombres lobo, por el contrario el calor sí puede llegar a afectarnos y mucho.
“Desafortunadamente, el calor no es que sea responsable de la violencia, pero sí es un factor más que se suma en las personas que ya de por sí son violentas como un factor extra”, explica. Recuerda “el estudio de la Comunidad de Madrid que se realizó entre 2008 y 2016 y que comprobó que se incrementaban los feminicidios en las olas de calor. Cada grado que aumentaba el calor por encima de los 34 grados era un riesgo mayor de asesinato para las mujeres en un 28%”.
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