
Dicen que alivian los músculos. Seguro que alivian el día. FOTO: Pexels.
ya solo por el baño…
Las sales de Epsom vuelven: el baño inglés del que todos hablan
Ni nuevas ni milagrosas, las sales de Epsom se han colado en el revival del bienestar. Y aunque su eficacia siga en duda, su poder reconfortante está fuera de toda discusión
Por Marcos López
22 DE OCTUBRE DE 2025 / 14:00
Primero fueron los ice baths de Wim Hof, luego los baños de hielo que prometen resiliencia en tres minutos. Pero la última tendencia del bienestar no está hecha de sufrimiento, sino de espuma: el revival wellness pasa por recuperar viejos placeres, como llenar la bañera y verter un puñado de sales de Epsom. ¿Sus beneficios? Este clásico inglés ha vuelto a las redes envuelto en promesas de magnesio, detox y relajación muscular. Lo cierto es que nadie se pone de acuerdo sobre su eficacia real, pero quizá ese no sea el punto. A veces el cuerpo necesita menos evidencia y más ritual. Y en eso, las sales de Epsom ganan por goleada.
Así que, si el gimnasio te deja para el arrastre y la ducha fría no te convence, quizá sea momento de mirar atrás. Las inglesas ya sabían que el calor calma y que un baño largo tiene efectos que ningún estudio puede medir.
Tienes que moverte (pero también descansar)
Tienes que moverte. Hacer ejercicio regularmente para mantener tu cuerpo en forma. Y no importa que, fruto del esfuerzo, te duela hasta el último de tus músculos. Siempre puedes darte una ducha gélida para reducir el dolor e inflamación de tu tejido muscular. Aunque puede que embadurnada en sudor y sintiendo un calor muy intenso, el contacto con el agua (muy) fría no apetezca demasiado. Mejor disfrutar de un baño calentito. Como vienen haciendo las inglesas desde hace siglos para acabar con sus contracturas. Gracias a las cada vez más conocidas por sus beneficios: las sales de Epsom.
Ana Martín Nieto, fisioterapeuta, nutricionista y jefa de Estudios de Fisioterapia de la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios–Comillas, explica que «las sales de Epsom son un compuesto químico llamado sulfato de magnesio. Un tipo de sales que, una vez disueltas en el agua, liberan iones de sulfato y magnesio, destacando entre sus diferentes beneficios la relajación muscular o el alivio del dolor que aporta a quienes las utilizan».
Te aportan magnesio (o, al menos, eso dicen)
El nombre de estas sales, como informa la experta, deriva de la ciudad inglesa de Epsom, en la que se descubrieron por primera vez en sus aguas minerales durante el siglo XVII. Pero a día de hoy no hace falta agotar los manantiales de la zona para disfrutar de sus beneficios. También pueden obtenerse de la sal marina y, más recientemente, del mineral bautizado como epsomita. Da igual: lo importante no es de dónde vengan, sino lo que hacen por tus músculos.
En palabras de Ana Martín, «las sales de Epsom son cristales incoloros compuestos de magnesio, azufre y oxígeno. El magnesio es un mineral esencial para el ser humano, siendo el cuarto más abundante en el organismo y jugando un papel fundamental, entre otras muchas funciones, en el correcto funcionamiento de músculos y nervios. De hecho, su déficit se asocia con dolor y debilidad muscular, calambres, irritabilidad, nerviosismo, insomnio y ansiedad».
El mito del baño milagroso
Aún está por ver que las sales de epsom realmente tengan beneficios medibles… Pero tus niveles de magnesio están a tope. Lo que quieres es recuperar unos músculos que se han quedado para el arrastre. Y en el caso del ejercicio, «el magnesio puede ayudar a aumentar la disponibilidad de glucosa en la sangre y músculos, siendo igualmente útil a la hora de reducir la acumulación de ácido láctico».
Así que ha llegado el momento de verter un buen puñado de sales de Epsom en tu bañera. Pues como apunta la experta, «algunos defensores aluden a que el magnesio puede absorberse a través de la piel, ayudando de esta manera a provocar una relajación muscular, reducir la inflamación o mejorar el dolor».
Sin embargo, hay un pequeño pero que no puede pasarse por alto. Básicamente, que «su uso es bastante controvertido, ya que su efecto calmante no ha sido demostrado en ningún estudio, pudiendo explicarse por el simple hecho de darse un baño caliente». Que no es poco, aunque no sea necesaria la inversión…
No son para la cocina (ni para los milagros)
Una pregunta: ¿estas sales pueden ser útiles para tratar el déficit de magnesio? Pues no. Como incide la especialista en Fisioterapia y Nutrición, «su absorción a través de la piel no ha sido demostrada». Y en ningún caso deben ser utilizadas para sazonar las comidas. No tienen nada que ver con la sal común y su gusto es amargo y (muy) desagradable. De hecho, su (mal) sabor es la razón por la que fueron descubiertas: hartos de que sus animales se negaran a beber de sus manantiales, los habitantes de Epsom tuvieron que investigar qué demonios le pasaba a sus aguas.
También es cierto que, estando muy diluidas, pueden ser ingeridas. Pero no para combatir la falta de magnesio, sino el estreñimiento, tal y como ha aprobado la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Además, refiere Ana Martín, «para tratar el déficit de magnesio es necesaria la suplementación por vía oral y supervisada por un profesional de la salud».
Date un baño caliente (con o sin sales de Epsom)
En definitiva, machacada como estás tras el intenso ejercicio, ¿te merece o no la pena darte un baño con estas sales de Epsom para obtener alguno de sus beneficios? Pues lo primero que has que tener en cuenta es que, aunque no te aporten ningún beneficio, no te van a hacer ningún mal. Como indica la especialista, «el uso de sales de Epsom en el baño es seguro siempre que los usuarios no presenten contraindicaciones».
Por tanto, ve abriendo el grifo. Disfruta de un baño calentito. Con o sin sales de Epsom. Pues «aunque los beneficios de estas sales aún no han sido comprobados científicamente, el baño caliente en sí puede ayudar a incrementar el flujo sanguíneo, relajar los músculos y disminuir la inflamación de los tejidos», concluye Ana Martín, no sin antes destacar que «el calor también produce un efecto relajante a nivel psicológico, lo que puede contribuir a reducir el estrés y el dolor».
El baño que cura (aunque solo sea el ánimo)
Puede que el magnesio no atraviese la piel ni regenere milagrosamente tus músculos, pero un baño caliente, con o sin sales de Epsom, sigue teniendo beneficios como una pequeña forma de bienestar: de parar, soltar, flotar un rato. Y eso, aunque no salga en ningún estudio, también cuenta.
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Marta MasiTé hojichaInjusticiaMejores vacacionesSales EpsomSiguenos :)