Por qué un alimento puede sentar bien en un momento y mal en otro

Un día disfrutas de una comida sin problemas, pero de repente en otra ocasión ese mismo alimento te causa malestar. Esta irregularidad puede llegar a ser frustrante y la respuesta está en la complejidad del sistema digestivo y en cómo existen diferentes factores que pueden influir en la digestión y la respuesta del cuerpo a los alimentos. Y es que lo más habitual es achacar este problema digestivo a la calidad del alimento o a una supuesta intolerancia alimenticia, pero no siempre se trata de esto.

Fani García, terapeuta holística digestiva y autora del libro Es tu tripa la que grita, da las claves para entender el complejo proceso digestivo y cómo puede estar influenciado por factores externos a los que generalmente no les prestamos la suficiente atención. La experta, licenciada en bioquímica y especializada en microbiota y homeostasis intestinal, asegura que la digestión va mucho más allá de el proceso por el cual nuestro organismo transforma los alimentos en nutrientes, dándonos las claves para entender por qué a veces te sientes mal después de comer sin razón aparente.

Por qué el estrés y la ansiedad influyen en la digestión

«Si tenemos en cuenta el sistema nervioso entérico –conocido como el segundo cerebro por el papel crucial que desempeña en la digestión controlando el funcionamiento del tracto intestinal, y su conexión con el sistema nervioso central a través del nervio vago– podríamos explicar cómo el estrés o la ansiedad pueden alterar la digestión», comenta Fani García. Y es que, según la American Psychological Association, el estrés crónico es el causante de otras dolencias como insomnio, solor muscular, hipertensión y debilitamiento del sistema inmune, además de otras enfermedades más graves como las cardiovasculares, depresión y obesidad. Y ahora, a todo esto hay que añadirle problemas digestivos en el día a día.

Pero, ¿por qué el estrés y la ansiedad influyen en la forma en la que se digieren los alimentos? Fani tiene la respuesta: «Cuando estamos estresados o ansiosos, nuestro cuerpo entra en un estado de lucha o huida. En ese momento el flujo sanguíneo se va a dirigir hacia los músculos y el corazón para poder salir ilesos del peligro, pero eso restará flujo sanguíneo a nuestro sistema digestivo, lo que puede causar indigestión, hinchazón o dolor abdominal. Por lo tanto, un alimento que normalmente toleramos sin ningún tipo de problemas, puede empezar a generar malestar si se consume en un momento de estrés«, explica.

Es una reacción del organismo completamente natural ya que, según comenta Fani, «el cuerpo solo está haciendo su trabajo, ya que si nos encontramos frente a un peligro real como un león, o simbólico, como un cúmulo de tareas en el trabajo, la prioridad para el organismo será ponerte a salvo, y en ese momento digerir la comida del mediodía no es la prioridad».

Otros factores externos que pueden afectar a tu digestión

Además del estrés y la ansiedad, existen otros factores externos que pueden explicar esta irregularidad en la tolerancia a ciertos alimentos. «En el caso de las mujeres, el ciclo hormonal puede tener un impacto significativo en la digestión, ya que durante las diferentes fases del ciclo los niveles de hormonas como los estrógenos o progesterona fluctúan, afectando a la sensibilidad a ciertos alimentos y a la motilidad intestinal. Esto podría explicar por qué un alimento puede ser bien tolerado en un momento del mes y causar indigestión en otro», explica la experta.

Pero no sólo esto. Hay otra serie de factores que afectan por igual tanto a hombres como a mujeres. «Una noche de mal sueño, una mala hidratación o incluso una gripe, son factores que también pueden influir en la digestión. Ten en cuenta que el cuerpo utilizará sus recursos para combatir esa gripe, o superar esa falta de descanso, lo que puede comprometer la eficiencia del sistema digestivo«, comenta Fani García.

En definitiva, la digestión es un proceso complejo influenciado por una multitud de factores, desde el estado emocional y físico, hasta las condiciones médicas subyacentes. No sólo se debe al estado de los alimentos consumidos o a una intolerancia o alergia fortuita. «Por ello escuchar a tu cuerpo y actuar de forma coherente a sus señales pueden ayudar a prevenir y manejar mejor este tipo de variaciones en la tolerancia de los alimentos», aconseja.

Tres claves para mejorar la digestión de los alimentos

Entonces, ¿existen hábitos que puedas incorporar a tu día a día para que ciertos factores externos no afecten a la digestión de los alimentos? Fani García aporta algunas claves para tratar de prevenir esta situación:

1. Autoevaluación. «Antes de comer tómate unos minutos para observar cómo te sientes, baja el ritmo y deja fuera del plato todo aquello que pueda interferir en tu digestión, como preocupaciones, tareas pendientes, etc…».
2. Escucha a tu cuerpo. «Escucha a tu cuerpo y sé consecuente. Si has pasado una mala noche, estás resfriado o tienes menos energía, no lo sobrecargues con un exceso de comida y prioriza una alimentación más ligera».
3. Tómate tu tiempo. «Si te sientes sobreactivado a nivel de estrés y la sensación de alerta está presente, tómate el tiempo que necesites para solucionar o pausar aquello que está generando está sensación antes de ingerir ningún alimento».