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Foto: Unsplash
SALUD FEMENINA
Aunque la edad es aproximada, cuando las mujeres llegamos a la cuarentena comenzamos a experimentar los primeros síntomas del envejecimiento. ¿Qué podemos hacer para tener una mejor calidad de vida?
Por Mónica Heras
25 de enero de 2022 / 19:36
Cuando la mujer alcanza los 40 años, se podría decir que está en uno de los momentos más plenos de su vida. Puede que haya logrado muchas de las metas a nivel profesional y personal, que esté cuidándose y gozando de una buena salud física y mental.
Sin embargo, es a esta edad cuando nuestro cuerpo empieza a mostrar los primeros signos de envejecimiento. Si lo pensamos es bastante irónico, puesto que cuando empezamos a sentirnos plenas, la biología parece ir en nuestra contra. ¿Qué podemos hacer? ¿Estamos perdidas a merced de nuestras hormonas? La doctora Bárbara Fernández del Bas arroja un poco de luz sobre este asunto. «Sinceramente, creo que es un momento de transición en el que las mujeres necesitamos un acompañamiento mayor por parte del personal sanitario», explica.
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Bárbara es experta en Ginecología Estética y Funcional y Cirugía Genital Cosmética de la Mujer, además tiene un Máster en Medicina Antienvejecimiento y Longevidad. Forma parte del equipo de la prestigiosa Clinique La Praire de Madrid, donde ha desarrollado todo un programa enfocado al bienestar femenino a partir de los 40.
Al llegar a los 40 años, las mujeres nos encontramos en nuestra plenitud física y mental. Es curioso, puesto que generalmente es un momento en el que a nivel emocional, personal y laboral hemos alcanzado nuestro máximo desarrollo. Sin embargo, fisiológicamente, nuestro cuerpo empieza a cambiar a partir de los 35 años. Nuestra fertilidad va a decreciendo, nuestros ejes hormonales comienzan a fallar y la síntesis de colágeno disminuye de forma progresiva.
En términos de nuestras hormonas, los ciclos pueden variar. Podemos tener menstruaciones normalísimas o bien irregulares y abundantes, lo que indica que no en todos los ciclos tenemos ovulaciones mensuales. Son frecuentes la aparición o aumento de miomas, nódulos mamarios o síndrome premenstrual como consecuencia de un desequilibrio entre estrógenos y progesterona, a favor de los primeros. También son frecuentes los síntomas como los sofocos, la sequedad vaginal, pérdida de elasticidad y tersura de tejidos, etc. debido a la bajada de estrógenos.
«Necesitamos recomendaciones claras y planes personalizados para alcanzar el máximo bienestar», doctora Bárbara Fernández del Bas.
Nuestras hormonas son el pilar de nuestra vida. No sólo hablamos de estrógenos y progesterona. La testosterona, por ejemplo, que usualmente no la tenemos relacionada con la mujer, es vital para la salud genital, así como para el deseo sexual.
La melatonina regula no solo el ciclo vigilia- sueño, sino que es importantísima para el control del resto de ejes hormonales, así como sus efectos antiinflamatorios, antienvejecimiento e incluso anti tumorales.
Con el envejecimiento, todos nuestros ejes hormonales comienzan a fallar. Empezamos a tener desequilibrios hormonales que bloquean, disminuyen o alteran el correcto funcionamiento de las células de nuestro cuerpo. Por ello, para conseguir un envejecimiento saludable es fundamental tener en cuenta como punto de partida nuestras hormonas.
Por poner un ejemplo de la importancia de las hormonas en nuestro bienestar. Hay ancianos que van a consulta con síntomas depresivos y lo que tienen es un hipotiroidismo, hay pacientes que tienen un cansancio extremo que es producido por una fatiga adrenal.
Que nos sintamos bien depende en una gran medida de nuestras hormonas.
A día de hoy tengo claro que los mayores enemigos de la mujer son los disruptores hormonales, la obesidad y la menopausia.
Los disruptores hormonales. Son sustancias que se encuentran en multitud de elementos que usamos de forma diaria (higiene, cremas, cosméticos, pesticidas, tintes, etc.) que actúan como hormonas. De manera, que aunque sigas una dieta hipoestrogénica, si tienes contacto con estas sustancias, todo tu esfuerzo se queda en nada. Cada vez se asocian los disruptores hormonales a más patologías como cáncer, endometriosis, síndrome de ovario poliquístico, etc.
La obesidad. El sobrepeso y obesidad está relacionado con un aumento de estrógenos en el organismo (por síntesis en la grasa de estrógenos) y este aumento es el responsable en gran medida de sangrados abundantes, síndromes premenstruales intensos o síndrome de ovario poliquístico, tanto a nivel metabólico como a nivel de recuperación de ovulaciones.
A partir de los 40 años se hace imperativo que intentemos controlar el peso, puesto que llegada la menopausia, con la caída de estrógenos, perdemos el efecto cardioprotector de los mismos. Por ello, debemos evitar sumar otro factor más al aumento de riesgo cardiovascular como es la obesidad. También se relaciona con cánceres hormonodependientes como el de endometrio y mama.
La menopausia. Con esta aumenta nuestro riesgo cardiovascular y debemos concienciar a las mujeres de la importancia de llevar una vida saludable: dieta, ejercicio físico, control del estrés y suplementación adecuada.
Nuestros aliados somos nosotros mismos. «Creo en la gestión proactiva nuestra salud. De nada me sirve dar mil recomendaciones a mis pacientes si éstos no están convencidos de la importancia que tiene el cuidarse día a día, de cambiar hábitos, de hacer ejercicio, de hacer una correcta gestión del estrés, hacer planes de suplementación…», comenta la doctora Fernández del Bas.
Hay que educar en la PREVENCIÓN, en mayúsculas. Deshacernos del concepto de medicina basada en los síntomas, cuando la enfermedad está instaurada, y desarrollar una medicina personalizada, basada en nuestra propia genética. Hacer planes personalizados para dirigir todos nuestros esfuerzos en evitar aquellas enfermedades para las que estamos más predispuestos genéticamente. Es decir, modificar nuestra epigenética para favorecer nuestra genética.
Nuestro bienestar es EQUILIBRIO. Equilibrio entre nuestro cuerpo, mente y espíritu. Hay que trabajar de dentro a afuera.
Cuando nos sentimos bien, nos vemos bien.
La longevidad saludable se basa en dar calidad a los años vividos. Llegar a los 70 sintiendo que tienes 50 años. Intentar mantener tus capacidades físicas y mentales óptimas un máximo de años. Con ese único objetivo están diseñadas las Unidades de Longevidad.
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