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Es fundamental cuidar la alimentación para protegerse de los riesgos de la lipoproteína (a)./ Foto: Pexels.

CUERPO

Qué es la lipoproteína (a) y que relación tiene con tu colesterol (malo)

Ya sabes que hay un colesterol "bueno" y otro "malo". Dentro de este último está también la lipoproteína (a), que eleva tu riesgo cardiovascular y cuyos niveles debes conocer.

Por María Corisco

23 de mayo de 2024 / 07:30

Atrás han quedado los tiempos en los que solamente se prestaba importancia a la cifra de colesterol total. Esa cifra, cuyo “límite saludable” se ha fijado no hace tanto en 200 mg/dl, no ofrece una visión clara del mapa lipídico de una persona. Porque dentro de lo que se conoce como colesterol hay diferentes tipos, y no todos significan lo mismo de cara al aumento en el riesgo cardiovascular. Uno de ellos, la lipoproteína (a), apenas es conocido entre la población general, pero es un factor de riesgo genético que se debe tener en cuenta.

Para entenderlo, hay que empezar por recordar que las lipoproteínas son sustancias que transportan el colesterol en sangre. Hay dos tipos principales:

  • Lipoproteínas de alta densidad (HDL): son partículas compuestas por proteínas y lípidos que transportan el colesterol desde los tejidos periféricos y las arterias de vuelta al hígado, donde puede ser metabolizado y excretado. Son conocidas como el «colesterol bueno» porque ayudan a eliminar el exceso de colesterol de las arterias, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
  • Lipoproteínas de baja intensidad (LDL): a diferencia de las anteriores, las LDL transportan el colesterol hacia los tejidos, donde puede acumularse en las paredes de las arterias. Son conocidas como “colesterol malo” porque esta acumulación puede llevar a la formación de placa en las arterias, un proceso conocido como aterosclerosis, que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
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Dentro de estas últimas, es decir, del colesterol “malo”, se encuentra la lipoproteína (a). “Se trata de un LDL al que se le añade una proteína, la apo(a) que le da unas características muy especiales. Entre ellas, que se herede y que intervenga en procesos proinflamatorios y protrombóticos, así como incrementar de forma precoz el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebral vascular isquémico”, explica la doctora María Rosa Fernández Olmo, presidenta de la Asociación de Cardiología Preventiva de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Es hereditario

“La cantidad de lipoproteína (a) en sangre viene determinada genéticamente y varía poco a lo largo de la vida. Se estima que una de cada cinco personas la tienen elevada”, señala la experta.

Tenerla “elevada” significa que los niveles están por encima de 50mg/dl y que, a partir de esa cantidad, empieza a aumentar el riesgo cardiovascular. Pero se trata de un valor que, como señala la SEC, no se mide de forma rutinaria en las analíticas. “Es importante medirlo, porque una persona puede tener los niveles de colesterol total normales y, aun así, tener elevada la lipoproteína (a).

En este sentido, la doctora Alicia Vicuña, del departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Juan Bravo, apunta que, “pese a que por ahora no solemos determinarla de rutina sí que sería recomendable medirla una vez en la vida para detectar a aquellas personas con un mayor riesgo cardiovascular. Por esto mismo es también aconsejable determinarla cuando estamos evaluando el riesgo cardiovascular de un paciente de cara tomar medidas más o menos agresivas”.

Tiene sentido: dado que sus niveles varían poco a lo largo de la vida, sería conveniente hacer en algún momento una medición para saber hasta qué punto es, o no, un factor de riesgo. También hay que tener en cuenta que las mujeres suelen tener niveles algo más elevados, y varían más a lo largo de su vida y con la menopausia. Los niveles en los hombres son más estables.

¿Se puede tratar?

Por el momento, señala la doctora Vicuña, “no existe un tratamiento específico aprobado para disminuir los niveles de Lp (a), aunque sí existen algunos en desarrollo”.

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Se da también la paradoja de que los fármacos más empleados para la reducción del colesterol total y LDL, las famosas estatinas, podrían aumentar sus niveles. “A pesar de ello, consideramos que la reducción del riesgo cardiovascular comprobada con las estatinas es mayor con respecto al posible perjuicio de aumentar la lipoproteína (a)», apunta.

Por otra parte, «este tipo de colesterol “malo” tiene determinadas peculiaridades que hacen que sea muy complicado bajar sus niveles. Está determinada en gran medida por factores genéticos y, como explica la doctora Vicuña, las medidas higiénico-dietéticas (dieta y actividad física) no han demostrado capacidad para reducir la lipoproteína (a). No obstante, deben estar presentes por sus múltiples beneficios, tanto en la mejora de otras patologías implicadas en el riesgo cardiovascular, como en la salud global del paciente”.

Finalmente, y como recomendación de la SEC, el factor hereditario hace que sea conveniente que todas las personas que tengan elevada esta lipoproteína lo comuniquen a sus familiares directos para que puedan hacerse un análisis y conocer su situación.

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