Adoptar una actitud filosófica implica cultivar una disposición para la reflexión, la curiosidad y la apertura mental en la vida cotidiana. FOTOS: Getty Images.
MENTE
Cómo aplicar la filosofía a tu vida cotidiana para transformar tu manera de pensar
Presente en todo lo que nos rodea –en el lenguaje, en la política y hasta en la IA–, la filosofía nos puede ayudar a encontrar la felicidad.
Por Paka Díaz
02 DE ENERO DE 2025 / 07:30
A comienzo de la década de los años 90, el filósofo Jostein Gaarder publicó El mundo de Sofía, un libro que se convirtió en un enorme éxito. En él, a través de la ficción, hacía un repaso de la filosofía occidental y de lo mucho que nos puede servir en nuestra vida diaria. Porque la filosofía está presente en todo lo que nos rodea: en el lenguaje, la política, la ciencia y hasta en la Inteligencia Artificial. Por eso, como el minimalismo emocional, es una herramienta fundamental para navegar en un mundo complejo, pero también para hallar nuevos caminos o, incluso, puede ser uno de los caminos para encontrar la felicidad.
De esa idea nace Por qué la filosofía (no) es aburrida, de la filósofa italiana Maura Gancitano. Es una autora tan relevante que la revista Vanity Fair la ha incluido en su lista Generación del Futuro. Su libro surgió a raíz de una conferencia que impartió en la Feria del Libro de Turín, en unos encuentros sobre disciplinas –química, latín y griego, matemáticas, física…– que pretendían desafiar los prejuicios más extendidos sobre estas materias. “Me habían pedido que hablara sobre filosofía. Entonces decidí acabar con la creencia de que es algo aburrido y alejado de la vida real”, cuenta Gancitano. Su charla tuvo tanto éxito que le pidieron que la convirtiera en un libro.
Por qué la filosofía es clave en nuestra vida
Como si fuera el aire, la filosofía se cuela por todas partes en nuestra vida. “Nada de lo que hacemos, inventamos, imaginamos o decimos puede prescindir de la filosofía”, corrobora Gancitano. La experta señala que la forma en que diseñamos un edificio, vendemos un producto o servimos una comida contiene principios subyacentes, ideas, visiones e incluso prácticas filosóficas. “Esto es especialmente cierto hoy en día, porque los retos a los que nos enfrentamos –la sostenibilidad medioambiental, la transformación del mundo laboral o la revolución digital–, necesitan un apoyo filosófico, una visión de conjunto y también una meta a la que aspirar”, precisa.
La autora subraya que la importancia de la filosofía es algo que saben muy bien, también, las personas que hoy parecen más alejadas de ella: los grandes magnates de Silicon Valley. “Ellos se dan cuenta de que sus proyectos tecnológicos necesitan una teoría filosófica. Muchos están ayudando a desarrollar la teoría filosófica del largoplacismo [indica que influir positivamente en el futuro a largo plazo es una prioridad moral clave]”, cuenta. Pero precisa que, personalmente, no está de acuerdo con ella. «Me parece potencialmente peligrosa”, justifica. Sin embargo, le parece un ejemplo perfecto para ver cómo la filosofía interesa realmente incluso a quienes se ocupan de cuestiones técnico-científicas. “No hay disciplina humana que pueda prescindir de la filosofía. Y lo mismo ocurre en nuestra vida personal”, recalca.
Cómo perderle el miedo a la filosofía
La filosofía y su aparente complejidad puede causar miedo. Para vencerlo, Maura Gancitano da unas recomendaciones. “El primer paso sería darse cuenta de que nos concierne, porque tiene que ver con hacerse preguntas y buscar respuestas. El mundo académico, y sobre todo cuando trata de cuestiones muy técnicas, puede resultar inaccesible, pero hay que recordar que es una práctica humana profundamente arraigada en nuestra naturaleza de seres pensantes”. Para darnos cuenta, anima a empezar por la vida personal, las preguntas que nos hacemos y las decisiones que tomamos.
Para lograrlo, propone un juego: empezar a poner signos de interrogación en todo, no dar por sentado para qué sirve un objeto o cuál es la definición exacta de una palabra. “Este juego tiene que ver con el diálogo”, explica. Y señala que en esta época en la que se nos exige constantemente que expresemos opiniones sobre temas complejos, es imposible ser competente en todo. Como resultado, a menudo nos atrincheramos en posiciones extremas y dejamos de dialogar.
“Un ejercicio filosófico útil puede ser entonces la antilogía sofística: jugar, con otra persona, a argumentar ideas contrarias a las propias. Esto puede ayudarnos a reconocer que la filosofía es, ante todo, una práctica, y que puede ayudarnos a pensar mejor”, propone.
La filosofía como guía de tu camino personal
En su libro, Gancitano explica que la filosofía nos puede servir para diseñar nuestro propio camino personal. O sea, nos ayuda a entender quiénes somos, qué queremos realmente, cómo actuar éticamente y qué tiene realmente sentido para nosotros. “Este tipo de bienestar personal difiere profundamente de la presión social contemporánea para ser feliz todo el tiempo, por eso hablo de florecimiento personal en lugar de felicidad”, apunta la filósofa. Ese florecimiento no es un estado constante de alegría, sino que implica un proceso, con altibajos, momentos de crecimiento y momentos de estancamiento.
“La sociedad actual parece obsesionada con la idea de la felicidad constante, un objetivo que no sólo es poco realista, sino que también puede ser perjudicial. Ya que a menudo nos empuja a ajustarnos a modelos predeterminados de éxito y realización”, advierte la autora. Además señala que, paradójicamente, “el imperativo social de la felicidad puede convertirse en una jaula. Por el contrario, el enfoque filosófico invita a una profunda autoexploración. Nos da las herramientas para liberarnos de condicionamientos y expectativas externas. Permitiéndonos definir por nosotros mismos lo que significa para nosotros vivir una buena vida”.
La importancia de la duda
La filósofa también plantea la importancia de la duda, tanto para conocernos como para conocer el mundo. Lo primero que señala es que “presumir de conocerse por completo es no ser sincero y auténtico con uno mismo”. Por el contrario, la autora destaca que “la duda nos permite permanecer abiertos a las sorpresas a descubrir sobre nosotros mismos a lo largo de la vida”.
Además, también puede ser una poderosa herramienta para combatir la arrogancia y la autocomplacencia. Estar en el mundo desde un lugar en el que nos cuestionamos todo puede ayudarnos incluso a cuidar de nosotros mismos, ya que se entra en un”proceso continuo de autoexploración”.
En lo que respecta al conocimiento del mundo, la duda nos incita a mirar más allá de las apariencias. A buscar explicaciones más profundas y a no conformarnos con respuestas superficiales. “También nos protege del dogmatismo y de los prejuicios. Nos recuerda que nuestra comprensión del mundo es siempre limitada y está sujeta a revisión”, apunta Gancitano. Esto es especialmente importante en una época como la nuestra, caracterizada por rápidos cambios tecnológicos y sociales, y opiniones inamovibles sobre las cosas. Que, alerta, “nos pueden volver inflexibles y poco dispuestos a escuchar a los demás”.
Séneca para aliviar la ansiedad
La escritora recuerda como Séneca, por ejemplo, puede ayudarnos a evitar la ansiedad con su reflexión sobre el tiempo, en la que nos previene contra la idea de que la vida es demasiado corta. “Nos invita a liberarnos de la idea de que nunca hay tiempo que perder. Lo que puede llevarnos a vivir en un estado de ansiedad y frenesí constantes, y a comprender qué es lo que realmente nos interesa. A qué debemos dedicarnos sin prisas”, explica.
Pero además, la filosofía nos puede ayudar a comprender mejor este mundo tan complejo. Puede ayudar incluso a la Inteligencia Artificial. De hecho, ya lleva décadas ocupándose de la IA para abordar las cuestiones éticas que plantea. Como la privacidad, la autonomía, la cooperación hombre-máquina, la responsabilidad por las decisiones tomadas por los sistemas automatizados… “Nos incita a pensar no sólo en lo que podemos hacer con la IA, sino en lo que deberíamos hacer con ella. Cómo podemos utilizarla para mejorar la condición humana y preservar nuestra humanidad en un mundo cada vez más tecnológico”, resume.
Cómo adoptar una actitud filosófica ante la vida
Adoptar una actitud filosófica no significa necesariamente convertirse en un filósofo profesional. Sino cultivar una disposición para la reflexión, la curiosidad y la apertura mental en la vida cotidiana, en vez de estar a la defensiva. “Esto puede ayudarnos a vivir una vida más rica, más atenta y más capaz de afrontar los retos de nuestro tiempo”, anima Maura Gancitano.
“Ser filosófico es, además, desafiar con valentía sin temor a sentirse estúpido, ser juzgado de ingenuo o con la cabeza en las nubes”, apunta Gancitano. Además, recuerda que la palabra estúpido deriva del mismo verbo latino que estupor: stupere, es decir, asombrarse, maravillarse. Y ese espíritu es esencial tanto para la filosofía, como para disfrutar del mundo al cien por cien. La actitud filosófica consiste en «cultivar la capacidad de asombro y de cuestionar lo que nos rodea”, confirma.
Por último, la filosofía nos anima a seguir jugando y a cultivar la curiosidad. “Por desgracia, cuando crecemos dejamos de jugar, porque la sociedad nos hace ver que hacerlo está fuera de lugar”, advierte la escritora. Por el contrario, una actitud filosófica significa seguir haciéndose preguntas y cultivar la curiosidad. Al tiempo que se está dispuesto a que se demuestren ideas contrarias a las tuyas y a abandonar las propias creencias. “Esto puede permitirnos vivir una vida más consciente y auténtica, más libre de patrones sociales. Pero igualmente más consciente de la importancia de cuidar, tanto de nosotros mismos como de los demás”, concluye.
- TEMAS
- EXPERTOS
WeLife hoy
Pensamientos negativosPilates con pesasMúsculo soleoAcné en menopausiaTardeoSiguenos :)