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PSICOLOGÍA
En la escritura terapéutica se abre un espacio en el que podemos conectar con las emociones y pensamientos. En esta ocasión, te proponemos que dejes fluir todo lo malo que te ronda en esa cabecita.
Por Mónica Heras
5 de abril de 2022 / 08:00
En otra ocasión hemos hablado de las afirmaciones positivas y de la cantidad de beneficios que nos aportan. Ahora vamos a hacer el ejercicio contrario, dedicándole un espacio a los pensamientos negativos, esos que nos rondan durante todo el día y que nos llenan de ansiedad, llegando a nublar nuestra mente.
El objetivo es darles forma, identificarlos y dejarlos correr libres en una página. Esto nos va a ayudar a mejorar la relación con nosotros mismos, a tener mayor capacidad de introspección, a identificar patrones y a ponerle nombre a todo aquello que nos taladra la cabeza durante el día. Coge boli y papel, ponte cómodo y deja fluir las palabras.
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Hay propuestas realmente sencillas a la hora de enfrentar algunos de nuestros problemas, y uno de ellos es la escritura. Escribir, especialmente a mano, nos ayuda a identificar nuestros pensamientos, a conectar con las emociones, a desarrollar la autoconsciencia y, a fin de cuentas, a mejorar la relación que tenemos con nosotros mismos.
No solo eso, también influye positivamente en la capacidad de concentración, activa la memoria, aumenta la capacidad motriz y, según un estudio publicado en Neurology Journals, escribir a mano protege al cerebro del envejecimiento.
Como ves, el mero hecho de garabatear en un papel ya tiene un montón de beneficios interesantes, pero de lo que se trata es de dejar salir ese chorro de pensamientos negativos que tenemos cada día y que de los cuales, a veces, ni siquiera somos conscientes.
Nuestra mente es incapaz de callar y su misión es mantenernos con vida y a salvo. Para ello, va a poner todos sus esfuerzos en que permanezcamos en la dichosa zona de confort de la que nos habla Mario Alonso Puig, independientemente de que nos haga sentir bien o mal.
Por ejemplo, si nunca hemos hecho deporte y nos apuntamos a un gimnasio, cuando queramos empezar con nuestra nueva rutina, nuestros pensamientos serán del tipo: «¿a dónde vas?», «si tú no tienes ni idea de esto», «no vas a poder», «vas a hacer el ridículo»… ¿Te suenan de algo?
Este tipo de pensamientos es completamente normal, sobre todo cuando nos enfrentamos a algo nuevo. Recuerda, la mente quiere que nos quedemos en lo conocido para evitar cualquier accidente. ¡Calma! No tiene sentido gastar energía luchando contra ella, se trata de buscar herramientas que nos ayuden a manejarla, y una de ellas es la escritura de los pensamientos negativos.
El problema está en que solemos identificarnos con los pensamientos, les damos total validez, dejándonos llevar por la seductora nebulosa de sus palabras. Entonces… ¿Qué podemos hacer? La clave está en tomar distancia de ellos, saber de dónde vienen, qué los provoca y el efecto que causan en nosotros.
Te proponemos que pruebes esta técnica durante un tiempo. Lleva contigo una libreta, o usa el móvil si lo prefieres, y anota cada pensamiento catastrofista que aparezca, todo lo que te haga sentir mal, verás lo que puedes conseguir dejándolos fluir.
Todos somos susceptibles a las distorsiones cognitivas, o lo que es lo mismo, a hacernos trampas mentales. Estas vienen dadas por nuestras creencias, todo aquello que nos dijeron, escuchamos o interpretamos de niños y que integramos como cierto. En ocasiones nos causan heridas emocionales y es a través de ellas que vemos la vida. Así, si yo crecí escuchando que era torpe, esa será mi realidad, y cada vez que me vea en una situación que me conecte con esta creencia, me repetiré: «¡Qué torpe soy!»
Cuando escribimos esos pensamientos, con el tiempo podremos reconocer los patrones que se repiten, todas las creencias que nos han hecho formarnos una imagen, a menudo, negativa. Por otro lado, también nos va ayudar a identificar los desencadenantes que los originan.
Cuando escribimos sin censura, solemos tomar distancia y esto nos hace ser más objetivos. Lo más probable es que nos parezcan absurdos, sin fundamento alguno y, casi siempre, falsos.
Podremos ver de dónde proviene el pensamiento, determinar qué podría estar causándolo, o cuestionarnos si es verdadero, si nos sirve para algo y qué beneficio obtenemos de él.
¿Cuánto tiempo te dedicas a ti mismo? Tenemos pocos espacios para escucharnos y escribir esos pensamientos negativos, puede ser una gran oportunidad para ello. Gracias a esta práctica conoceremos mejor los motivos que nos llevan a actuar de determinada manera o cuáles son las causas de que a veces nos sintamos malhumorados o tristes sin razón aparente.
Por otro lado, cuando materializamos todo aquello que nos ronda en la cabeza, podemos dejar de darle vueltas y de tener pensamientos obsesivos.
Cuando ponemos atención en lo que pensamos y sentimos en cada momento, estamos llevando a cabo una práctica de mindfulness en toda regla. Observar y escribir, nos hace vivir en el presente.
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