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NO TE PIERDAS Cómo detectar a un chantajista emocional y evitar que se aproveche de ti

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Adriana Abenia, autora de Mi vida ahora./ Imagen: Getty.

Salud mental

Adriana Abenia: «Cuando tu vida se quiebra, tienes una oportunidad para enmendarla y replantearte todo»

La escritora y presentadora lanza su nuevo libro, La vida ahora, donde cuenta desde su experiencia cómo pasar página y volver a empezar cuando tocas fondo.

Por María Muñiz Marcelo

19 de noviembre de 2023 / 11:26

Todos buscamos un espejo en el que mirarnos cuando lo pasamos mal. Eso es justo lo que ha querido ser Adriana Abenia para todo aquel que tenga en sus manos en algún momento su último libro, La vida ahora (Ed. Vergara). La escritora deja a un lado la ficción que la acompañó en su primera obra Lo que moja la lluvia (Ed. Espasa), para abrirse en canal y regalar su testimonio como guía para ese que se sienta perdido y que su vida se ha hecho añicos.

En el libro, la presentadora zaragozana habla de varios momentos de su vida que marcaron un antes y un después, y que muy pocos conocían: desde ser víctima de acoso sexual a lo que supuso para ella ser despedida de Sálvame, hasta sufrir un ictus. Decidió no hablar de ello por miedo. Y ahora, lo que empezó como un diario en el que echaba mano de la terapia de escribir para desahogarse y tomar conciencia de ella misma, se ha convertido en una guía que puede suponer la salvación de muchos. Ella misma nos lo cuenta.

¿Cómo se recompone uno después de ver que su vida se hace añicos?

A base de luego equivocarte también otras tantas veces. Cuando de alguna manera tu vida se quiebra, es una oportunidad para enmendarla y replantearte todo. Porque, desde luego, si algo va tan mal es porque hay que modificar el patrón que hasta entonces seguías.

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En mi caso fue tan grave lo que sucedió que tuve que hacer un ejercicio de coser todo lo que se había roto. Sin embargo, el ser humano es así y, de hecho, yo tengo una recaída posterior, porque hay un momento en el cual incluso olvido lo que me ha sucedido, vuelvo a vivir deprisa, a no tener conciencia de mí misma, a querer hacerlo todo y a querer ser la mejor. O sea, todo lo que me propuse no volver a hacer. Yo no ponía límites. Descuidé mi salud.

¿Qué puede hacer alguien cuando siente que se ha perdido?

En ese momento es importante buscar ayuda. Hay que tener ese bienestar emocional para que todo fluya porque somos cuerpo y mente. En ese sentido creo que es importante hacer ejercicio de manera regular, cuidar la alimentación, disfrutar del ocio… Nos nos han hecho sentir mal por tocarnos la barriga en un momento dado. Yo en este sentido no cuidé esa parcela de mi vida y me habría venido francamente bien.

Hay que establecer prioridades. Nos dicen siempre que debemos ser nuestra mejor versión, que nos tenemos que afanar el ser los mejores y disfrazan esto de desarrollo personal cuando en el fondo no lo es. Deberíamos ser realistas con la situación de cada uno de nosotros, disfrutar de la vida, del presente, que es lo único que tenemos y dejar de tirar tanto de la cuerda. Dejar de exigirnos cosas que a veces son inalcanzables y no nos damos cuenta, o que simplemente nos van a exigir llevar un ritmo de vida que nos va a comprometer la salud.

Muchas veces sabemos que las cosas no van bien pero seguimos adelante, porque el mundo no para y nosotros no queremos parar para no quedarnos atrás. ¿Qué le dirías a una persona que necesita parar pero no se lo permite?

Que evite escuchar mensajes muy tóxicos de una sociedad a la que le interesa crear necesidades. Que se centre en pensar, que pare a reflexionar sobre qué es lo que de verdad quiere en la vida. Que si tiene que hacer un ejercicio de renuncia lo haga porque es imposible llegar a todo. Y además, es que es frustrante no poder hacerlo porque es que no vamos a poder ser nunca los mejores en todo. Como amantes, como cocineros, con nuestros hijos en el trabajo. Es que eso no es vida.

La vida pasa al lado cuando tratamos de llegar a todo y hay que parar. En mi caso la salud se vio muy deteriorada. Durante años estuve bloqueada precisamente porque me sentía muy insegura, muy vulnerable. Por ese motivo, siendo joven decidí no contarlo porque pensaba que me iba a pasar factura a nivel laboral y que nadie iba a querer contar conmigo.

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La vida ahora, de Adriana Abenia (Ed. Vergara).

Sin embargo, ahora, con las herramientas de las que disponemos, con una historia como la que es la mía, que sin ser coach ni psicóloga, pongo a disposición de los demás para que eviten hacer las cosas igual de mal que yo.

Me costó al principio escribirlo. Lo hice como si fuera un diario, pero empieza con mis debilidades y y termina con las fortalezas, con todo lo que he aprendido. El enfoque que le doy ahora a la vida, en el que hablo de bueno, de las redes sociales, de envejecer, de mi salud, de mi infancia para ver qué errores he podido cometer y porque esa educación me ha llevado a ser tan competitiva y ser tan autoexigente.

Hablo de la muerte, porque pensamos que que siempre vamos a estar aquí. No hay que vivir todos los días como si fuera el último, pero sí hay que tenerlo en mente para cuidar más el presente. Yo no, no veo la agenda a más de 24 horas vista, no me asfixio. Detrás de una cosa hago otra y no siento ese nudo en la garganta.

Hablas de valorar el tiempo, algo cierto, pero esto también nos hace tenerle miedo, a que pase y que nos perdamos cosas o a que lo malgastemos. ¿Cómo has aprendido a tener una buena relación con el tiempo?

Escucho mi cuerpo, freno y me da igual. Lo primero soy yo, me da igual el resto. Antes jamás frenaba. A mi hija de cinco años trato de hacerle ver que no hay prisa. Si le tengo que dedicar cinco minutos para que ella me cuente algo porque quiere estirar el día y verme más rato, lo hago y no me siento culpable por ello. Creo que verá que no soy perfecta, que meto la pata, que tendré días malos en los que me permito estar mal. No pasa nada por pasar un día malo y sentirte triste.

Las emociones no son buenas ni malas, hay que pasar por todas, porque si las anulas de alguna manera y haces ver que no están, es muchísimo peor. El dolor no pasa por evitarlas. Así que sí, he conseguido capturar esos momentos que me dicen «Adriana, tienes que parar», y paro. Lo sé detectar.

¿Cuántas veces has tenido que empezar de cero?

Muchas, pero las dos que cuento en el libro son las únicas en las que he sido consciente de ello con anterioridad, pese a haber vivido en el extranjero sola y no haberme sentido bien en mi cuerpo. Recuerdo que en periodos de estrés incluso se me iba la regla cuando estaba sola en Milán. Pero claro, no es lo mismo cuando tienes 15 años y parece que te comes el mundo, aunque tú lo único que deseas es quizá vivir en esa rutina que te proporcionaba tranquilidad en tu ciudad natal y simplemente estás allí por buscar el aplauso ajeno. A esa edad no eres consciente de lo que puede suceder.

Mientras hay salud, puedes empezar una y mil veces. En este sentido, este libro es una advertencia. Es meter en la cabeza de la persona que te lee que no todo vale por conseguir un sueño y que por correr más no vas a llegar antes. Igual no llegas nunca.

¿Qué le dirías a la Adriana de hace unos años?

Que no oyera las las voces ajenas, que simplemente tratara de escuchar la guía que todos llevamos dentro y que nos incita a escoger uno u otro camino. He escuchado demasiado las voces de los demás en lugar de de la mía. No hay que buscar la validación ajena, no se puede gustar a todo el mundo. Es un error porque en algún momento dejas de ser honesto contigo mismo.

Me he instalado en momentos tan oscuros que de verdad necesitaba volver a ver los claros. Tienes que disponer todo de otra manera y ordenar tu vida de otra forma para no para no repetir fórmula. No puedes seguir igual. Si no me hubiera pasado lo que me pasó, quizás habría continuado con este ritmo enfermizo y venenoso.

¿Quién es hoy Adriana Abenia?

No sabría calificarme que soy ahora exactamente, pero lo que soy me gusta. A veces me habría abofeteado por haber seguido según que conductas o haber opinado de cierta manera simplemente para gustarle a los demás. Quiero ayudar a gente que pueda estar en una situación similar porque necesito que entienda que se puede vivir de otra manera.

¿Qué te salvó?

Escribir, fue como llorar. Conectas con tu subconsciente. Escribir, eh, te hace parar. Y cuando escribes a mano prestas más atención. Escribir en general te hace detenerte en cosas que que son importantes que reparar.

¿Cómo has conseguido tener una relación de pareja tan sólida y sana que haya sobrevivido hasta a tu peor momento?

No hay interferencias de comunicación. Nos lo hemos dicho todo y lo hemos discutido también. Hemos marcado quiénes éramos cada uno después de ese flechazo inicial en el cual no ves nada porque todo es de color de rosa y estás un poco secuestrado por por las hormonas.

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Luego hay que marcar quién es cada persona para que la otra de alguna manera no te anule. La confianza es primordial. Qué sentido tiene estar con alguien que sabes que te va a fallar en algún momento. Mi relación es mucho más tradicional, llevamos juntos desde los 15 años y nos funciona.

Las relaciones tóxicas en las cuales manipulas al otro no llegan a buen puerto, pero no somos capaces de verlo cuando estamos instaladas, instalados en ellas.

Cómo se consigue pasar página

Dejando de arrastrar la culpa que vive en el pasado. Yo estuve mucho tiempo justificándome porque siempre pensé que si hubiera hecho las cosas de otra manera, no habría precipitado que todo se rompiera. Las cosas han sido así y vale. Kilómetro cero. Partamos de ese momento que puede ser un inicio. La vida se puede empezar una y mil veces cada día. Y es que eso es genial. Te puedes equivocar, pero sabes que al día siguiente todo puede ser diferente y eso es una maravilla.

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