El frasco de Le Sel d'Issey está diseñado por el artista Tokujin Yoshioka y es recargable. FOTO: D.R.
LIFESTYLE ECO
Un perfume que huele a mar: la obra póstuma de Issey Miyake
Antes de morir, el diseñador de moda imaginó un perfume inspirado en la sal, un componente que en la cultura japonesa simboliza la buena fortuna.
18 DE SEPTIEMBRE DE 2024 / 14:07
Desde «El diario de Ana Frank» hasta «Suite francesa», pasando por la controvertida «Plegarias atendidas» de Truman Capote, la historia de la literatura está llena de obras póstumas. En el caso de la perfumería, sin embargo, no es tan frecuente que una creación vea la luz tras el fallecimiento de su autor. Pero eso es justamente lo que ha sucedido con Le Sel d’Issey, un perfume que el diseñador de moda Issey Miyake concibió antes de su fallecimiento, en agosto de 2022, y que ahora, dos años más tarde de su desaparición, se pone a la venta.
Miyake solía encontrar inspiración en la naturaleza, y a ella recurrió en 1992 para lanzar un perfume que acabaría convirtiéndose en uno de los más famosos de todos los tiempos, L’Eau d’Issey. Se trataba de un aroma que pretendía emular las sensaciones que genera una gota de agua al contacto con la piel, un concepto que sobrevive hoy en día a pesar del avance de los perfumes clasificados como gourmet. Antes de morir, el japonés soñó con otra fragancia de pureza similar a L’Eau d’Issey, en este caso inspirada en un ingrediente tan inodoro como el agua: la sal.
«Mr. Issey me citó la sal como palabra clave. Los japoneses tenemos una visión sagrada de la sal», explica el artista Tokujin Yoshioka, diseñador de la antorcha olímpica de Tokio 2020 y quien mantuvo una amistad con Miyake durante tres décadas. A él recurrió el genio de la moda para contarle su proyecto de aroma inspirado en la sal –un condimento que, según la cultura nipona, atrae la fortuna, por lo cual se suele guardar en saquitos a la entrada de las casas– y encargarle que desarrollara el frasco que lo alojaría.
Para formular el jugo, Issey Miyake llamó a otro grande: el perfumista Quentin Bisch, de la compañía Givaudan. «Expresar la sal a través de un perfume era todo un reto, porque la sal no huele a nada», argumenta Bisch. Él resolvió la ecuación fijándose en una ola, que al fin y al cabo es la que deposita la sal del mar en la tierra, y recurrió a notas olfativas muy conectadas con este hábitat. Así, Le Sel d’Issey lleva alga laminaria, musgo de roble (un liquen que emigró del mar a la tierra) y calypsone (una molécula que reproduce la sensación del agua y es más moderna que el calone, esta última bastante utilizada en perfumería).
La nueva fragancia contiene, además, jengibre, vetiver y madera de cedro. El resultado evoca el mar, los paseos por la playa, el bienestar de un día en calma… «Issey significa vida, así que el nombre del perfume podría traducirse como la sal de la vida», apunta Sonsoles Blanco-Hortiguera, directora de fragancias del grupo Shiseido, que comercializa los aromas de Miyake y también los de otros diseñadores como Narciso Rodriguez o Zadig&Voltaire.
Le Sel d’Issey se vende como fragancia masculina, aunque la distinción entre perfumes para hombres y para mujeres no deja de ser una herramienta de marketing. Lo que sí está claro es su vocación sostenible: la composición del envase exterior incluye un 10% de algas recicladas, el 95% de los ingredientes de la fórmula son de origen natural y el frasco se ha fabricado con un 20% de material reciclado. «Además, es recargable, para que no tiremos a la basura un frasco que no deja de ser una obra de arte», subraya Blanco-Hortiguera.
Al igual que en las novelas póstumas tratamos de atisbar lo que pensaban o sentían sus autores en el ocaso de su existencia, en este perfume podemos buscar las últimas huellas de Miyake, que tal vez murió pensando que había tenido una vida afortunada, generosamente sazonada con sal.
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