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La humildad es la clave para ser feliz. Foto: Wildfox.

SALUD MENTAL

La humildad bien entendida es la clave de la felicidad, según los optimistas

Ser capaz de reconocer tus limitaciones y valorar las capacidades y logros de los demás puede ayudarte a tener más seguridad en ti mismo, aseguran los expertos en psicología social.

Por María Corisco

31 de enero de 2024 / 08:00

Es posible que pensar en una persona humilde te traiga a la cabeza la idea de alguien con poco carisma y visibilidad, alguien a quien no le importa permanecer en la sombra y que no tiene facilidad para sacar a la luz sus habilidades. Pero la humildad bien entendida va mucho más allá, y se relaciona con la lucidez tanto para reconocer con honestidad la valía propia como la ajena.

Desde esta perspectiva, la humildad, explican los psicólogos sociales, es una faceta de la personalidad sumamente valiosa que ofrece numerosos beneficios de cara a uno mismo y a los demás. “La humildad ofrece una sensación de profunda seguridad psicológica porque nos libera de las trampas de un mundo narcisista”, señala el doctor Daryl R. Van Tongeren, profesor asociado de Psicología en Hope College y autor del libro “Humble” (“Humilde”).

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En general, la humildad se define como una cualidad caracterizada por una visión precisa y no exagerada de uno mismo, así como una disposición a reconocer y valorar los logros y contribuciones de los demás.

  • Está inversamente relacionada con el narcisismo, que se caracteriza por un exceso de autoestima y una tendencia a la búsqueda de atención y admiración.
  • Está positivamente relacionada con la autoestima, pero de manera diferente: mientras que la autoestima se basa en la evaluación positiva de uno mismo, la humildad implica reconocer las propias limitaciones y errores.

En los últimos años, y de la mano de la psicología positiva, se han ido sucediendo las investigaciones que sugieren que la humildad tiene beneficios sociales. En “Humble”, el doctor Van Tongeren analiza la última década de investigación sobre la humildad, y explica que esta cualidad “implica conocerse a uno mismo (es decir, desarrollar la autoconciencia), controlarse (es decir, reducir la actitud defensiva) e ir más allá de uno mismo (es decir, cultivar la empatía). Las personas humildes son capaces de reconocer sus limitaciones y sus fortalezas, pueden compartir los elogios y aceptar la culpa, y están dispuestas a priorizar las necesidades de los demás junto con las suyas propias”.

Así, se ve que las personas humildes tienden a ser percibidas de manera más positiva por su entorno, ya que se asocian con características como la sinceridad, la empatía y la disposición a aprender de los demás. Además, la humildad se relaciona con una mejor adaptación social, ya que facilita la formación y el mantenimiento de relaciones interpersonales saludables. Y Van Tongeren añade que “puede nutrir la salud mental de manera más amplia, proporcionando un recurso psicológico para deshacerse de los rencores, sufrir pacientemente a los tontos y perdonarse a uno mismo”.

El poder de la humildad intelectual

Se suele distinguir entre dos tipos de humildad:

  • Humildad interpersonal: la capacidad de apreciar y respetar a los demás
  • Humildad intelectual: el reconocimiento de las limitaciones propias en el conocimiento y la sabiduría

La humildad intelectual está siendo constante objeto de interés, y más en un momento en el que proliferan los discursos que no dejan margen a otras formas de pensar. Así, la doctora Elizabeth Mancuso, profesora de Psicología en la Universidad Pepperdine, ha llevado a cabo diferentes experimentos sobre la conciencia de que nuestras opiniones sobre cuestiones políticas y sociales son incompletas y falibles, y señala que “este tipo de humildad no se relaciona con mayor inteligencia o con una afiliación política determinadas, sino que está fuertemente vinculada a la curiosidad, reflexión y apertura de mente”. En sus experimentos, quienes obtuvieron puntuaciones más altas en humildad también obtuvieron puntuaciones más bajas en polarización política e ideológica, con independencia de si eran conservadores o progresistas.

También para el liderazgo

Es posible pensar que la humildad está reñida con la capacidad para liderar un equipo, una organización o un grupo de amigos. Pero parece ser justamente al contrario: una investigación de la doctora Pam Duitsman, de la Universidad de Missouri y publicada en el Journal of Management, concluye que “los equipos gestionados por líderes humildes rinden más, colaboran mejor y son más flexibles. Un creciente conjunto de investigaciones muestra que la humildad es un atributo clave para los mejores líderes”:

Así, mientras hay líderes cuyo ego necesita halagos; los humildes se fijan en el éxito de la organización y en el de los demás. “Los líderes humildes valoran la autenticidad en lugar de utilizar los halagos y la falta de sinceridad para ganar seguidores”, señala Duitsman. «En lugar de tener demasiada confianza, se dan cuenta de sus limitaciones y están abiertos a aprender de los demás».

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Cómo desarrollar la humildad

Desarrollar la humildad es un proceso que implica una combinación de auto-reflexión, práctica consciente y disposición para aprender y crecer. “Es un trabajo duro, pero se puede lograr. Al igual que entrenar para un maratón, desarrollar la humildad requiere un compromiso continuo y mucha práctica”, asegura Van Tongeren.

  1. Autoconocimiento: Tómate el tiempo para reflexionar sobre tus propias fortalezas y debilidades. Reconoce tus logros, pero también sé consciente de tus limitaciones y áreas donde puedes mejorar.
  2. Practica la escucha activa: Dedica tiempo a escuchar a los demás de manera activa y empática, sin interrumpir ni juzgar. Valora las perspectivas y experiencias de los demás tanto como las tuyas propias.
  3. Aprende de los errores: En lugar de negar o minimizar tus errores, acéptalos y busca lecciones que puedas aprender de ellos. Reconoce que cometer errores es parte del proceso de crecimiento y desarrollo personal.
  4. Reconoce los logros de los demás: Celebra los éxitos y logros de los demás sin sentir envidia ni competencia. Reconocer y apreciar las contribuciones de los demás fomenta la humildad interpersonal.
  5. Practica la empatía: Trata de ponerte en el lugar de los demás y entender sus sentimientos, pensamientos y experiencias. La empatía puede ayudarte a desarrollar una mayor humildad al reconocer la humanidad compartida entre tú y los demás.
  6. Mantén una mentalidad de aprendizaje: Adopta una mentalidad de crecimiento y esté abierto a aprender de cualquier persona o situación, incluso de aquellos que pueden tener menos experiencia o conocimiento que tú.
  7. Cultiva la gratitud: Reconoce y aprecia las bendiciones y oportunidades que tienes en tu vida. Practicar la gratitud puede ayudarte a mantener una perspectiva humilde al reconocer que no todo lo que has logrado ha sido únicamente por tus propios esfuerzos.
  8. Busca retroalimentación: Solicita comentarios honestos y constructivos sobre tu desempeño y comportamiento de personas de confianza. Estar abierto a la retroalimentación te ayuda a identificar áreas donde puedes mejorar y fomenta la humildad al reconocer que siempre hay espacio para crecer y desarrollarse.

 

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