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Esta disciplina milenaria tiene beneficios para la flexibilidad, la calma mental y el equilibrio. FOTO: Freepik.

CUERPO

Más allá de la esterilla: los efectos del yoga que no salen en Instagram

Creías que el yoga era solo respirar y estirarse. Hasta que una postura te hizo llorar y tu tripa empezó a pedir más. Feliz Día Internacional del Yoga.

Por Paula Díaz Castilla

21 DE JUNIO DE 2025 / 08:00

Todo empieza así. Llegas a tu primera clase de yoga un poco escéptica, te colocas en la última fila para que no te vean mucho y, antes de que puedas darte cuenta, estás respirando raro (en realidad, como deberías hacerlo), estirándote como un gato y preguntándote por qué esa postura tan aparentemente sencilla te ha hecho saltar hasta alguna que otra lágrima.

Eso es el yoga: entras buscando estirarte un poco y sales entendiendo que llevabas semanas apretando la mandíbula, que no respirabas del todo bien y que tu cuerpo tiene mucho más que decir de lo que pensabas.

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Hoy, 21 de junio, se celebra el Día Internacional del Yoga y, aunque ya sabemos que esta disciplina milenaria tiene beneficios para la flexibilidad, la calma mental y el equilibrio, hoy queremos ir un poco más allá. Porque hay efectos secundarios (muy buenos) del yoga que no siempre salen en la foto de Instagram. Aquí van 7 beneficios del yoga que, casi seguro, no conocías.

1. Tu tripa te pide yoga (aunque no lo sepas)

Algunas posturas como la plancha, el barco o las torsiones, no solo tonifican el core, sino que también activan profundamente la zona abdominal. Este tipo de trabajo ayuda a mover el sistema linfático, a estimular los órganos internos y a reducir la inflamación.

Según la profesora de yoga Patricia Galatas; «El yoga puede ser una herramienta muy poderosa para reducir la inflamación. Y todo ello, a través de la respiración consciente, el movimiento fluido y la activación del sistema parasimpático». En otras palabras: si te sientes inflamada o pesada, la solución puede estar en una secuencia de torsiones suaves y posturas que masajearán tu vientre desde dentro.

2. Puedes hacer yoga… con los ojos

¿Sabías que existe el yoga ocular? En India es una práctica tan habitual como el saludo al sol. A través de movimientos oculares conscientes —como mirar hacia distintos puntos cardinales sin mover la cabeza— y técnicas como el palming (cubrir los ojos con las palmas para relajarlos), es posible combatir el cansancio visual provocado por pantallas, mejorar la agudeza visual y relajar el nervio óptico.

Las técnicas de yoga ocular, explica Carlos Martínez, técnico optometrista, «tienen como objetivo mejorar la circulación sanguínea alrededor de los ojos, relajar los músculos oculares tensos y reducir el cansancio visual provocado por actividades prolongadas, como el uso habitual de dispositivos electrónicos».

3. Las caderas son tu archivo emocional

Las posturas de apertura de cadera —como la paloma, el lagarto o la mariposa— no solo liberan la rigidez física acumulada por horas sentadas. Paula González, profesora de yoga y fundadora de Blue Bamboo cuenta que: «En yoga se dice que las caderas son una especie de almacén de emociones no expresadas. Sin darnos cuenta, acumulamos tensión en el cuerpo, y una de las zonas donde más se refleja es en las caderas».

Practicar asanas que trabajen esta zona puede generar una sensación de liberación profunda: no es raro que aparezca el llanto o una gran calma tras una sesión intensa de apertura. Es el cuerpo soltando lo que ya no necesita.

4. El yoga también puede ayudarte a superar un trauma

Existe una rama terapéutica del yoga conocida como Yoga Sensible al Trauma. Su objetivo no es lograr una postura perfecta, sino reconectar con el cuerpo de forma segura tras una experiencia emocional difícil. «El Yoga Sensible al Trauma me enseñó que el yoga podía adaptarse y convertirse en un espacio de sanación, un lugar donde esas heridas emocionales que son el trauma se pueden sanar si vivimos y conectamos de una manera diferente con nosotros mismos y con los demás», asegura María Macaya, autora del libro Yoga Sensible al Trauma (ed. Plataforma Editorial S.L.) y creadora de la Fundación Rādika.

Esta práctica suave, sin correcciones físicas y centrada en la elección del practicante, ayuda a las personas con trastornos de ansiedad o estrés postraumático a recuperar la confianza corporal, a habitarse sin miedo y a vivir el presente con más estabilidad emocional. «Desde ahí podemos liberar tensiones y bloqueos físicos, restablecer el vínculo entre cuerpo y mente, recuperar la sensación de control y seguridad y mejorar la regulación emocional», señala la experta.

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5. La menopausia se lleva mejor si hay yoga de por medio

Durante la menopausia y la perimenopausia, el cuerpo femenino atraviesa grandes cambios. El yoga puede convertirse en un refugio y un recurso: posturas restaurativas ayudan a calmar los sofocos, equilibrar el sistema nervioso y dormir mejor.

«Se trata de una práctica transformadora que no solo trabaja a nivel físico, sino que impacta en todos los niveles del cuerpo. A partir de los 40, cuando los niveles hormonales empiezan a fluctuar, el yoga actúa como soporte integral al proporcionar herramientas para transitar esta etapa sin perder calidad de vida», asegura la experta en yoga Xuan Lan.

Además, al tratarse de una práctica de bajo impacto que tonifica, mejora el equilibrio y fortalece los huesos, se convierte en una aliada natural contra la pérdida de masa ósea o muscular. Todo sin necesidad de forzar el cuerpo, solo escuchándolo.

6. El mayor beneficio: aprender a escucharte

Tal vez el regalo más sutil del yoga es el de desarrollar presencia. Cada práctica es un entrenamiento de atención: hacia el cuerpo, la respiración, las sensaciones. Esa escucha atenta, sin juicio, se convierte en un recurso muy valioso fuera de la esterilla.

«La meditación te invita a dejar atrás la vida en piloto automático, llena de ansiedad y ruido externo, y a vivir desde un estado de presencia, plenitud y grandeza, y además, te ayuda a vivir de dentro hacia fuera, en lugar de dejar que las circunstancias externas dicten tu estado interno», afirma Tony Espigares, experto en meditación y transformación personal.

Así que ya sabes, el yoga no es solo para los súper flexibles o los más zen. Es para cualquiera que quiera conocerse un poco mejor, soltar lo que pesa y sentirse más vivo. ¿Te animas a probar?

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