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ejercicio intenso que recuerda que la inteligencia metabólica no necesita entrenamientos extremos

No hace falta una maza ni un neumático para cuidar el metabolismo: los gestos cotidianos también cuentan. Foto: Anastasia Shuraeva / Pexels

Metabolismo en modo experto

Inteligencia metabólica: espabilar tu cuerpo es mejor que contar calorías

El metabolismo no es un destino genético: es un sistema que responde a cada gesto diario. Aprende a dirigirlo

Por Paka Díaz

29 DE SEPTIEMBRE DE 2025 / 07:30

Muchas veces hablamos del metabolismo sin comprender del todo en qué consiste. Pero ese conjunto de reacciones químicas que ocurren en el organismo es vital para nuestro bienestar. Por si fuera poco, nos toca aprender un nuevo concepto: la inteligencia metabólica. ¿Ah, pero es que el metabolismo es listo? No, más bien somos nosotros los que podemos aplicar ciertas claves para comprender y controlar el metabolismo.

Así lo señala  doctor Helios Pareja, doctor en Fisiología, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid, autor de Inteligencia Metabólica: «Conocer las reglas del juego de nuestro cuerpo sigue es posible». Y ese conocimiento nos pude ayudar a mejorar nuestra salud, como por ejemplo, bajar de peso, ganar músculo o tener más energía.

Pareja rompe con la idea de que el metabolismo es algo fijo, determinado por la genética o la edad. «Al contrario, la mayoría de los aspectos que regulan nuestro metabolismo dependen de lo que hacemos cada día, no de lo que heredamos», aclara el doctor.

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La inteligencia metabólica es la capacidad de comprender cómo funciona nuestro metabolismo y, sobre todo, cómo podemos influir conscientemente en él a través de nuestras decisiones diarias. «Desarrollarla es entender que nuestro cuerpo no necesita soluciones milagrosas, sino conocimiento, coherencia y constancia. Cuando aplicamos eso, el metabolismo deja de ser un obstáculo y se convierte en nuestro mejor aliado para vivir con más salud, energía y equilibrio», explica Helios Pareja,

En su libro, el experto comparte su experiencia al acompañar a muchas personas en el logro de sus metas metabólicas, ya sea perdiendo grasa, ganando masa muscular o recuperando su salud. «No se trata solo de saber qué comer o cuánto moverse, sino de entender qué factores modulan nuestro gasto energético. Cómo reacciona el cuerpo ante distintos estímulos, y cómo adaptar nuestra estrategia a nuestros objetivos personales», enumera el investigador.

Autoexamen exprés: ¿tu inteligencia metabólica suma o resta?

Hay señales que indican que una persona tiene una baja inteligencia metabólica. «Son personas que suelen tomar decisiones relacionadas con su alimentación, su descanso o su actividad física de forma reactiva, automática o desinformada. En lugar de actuar con conciencia y estrategia, responden a impulsos, modas o recomendaciones genéricas que no se ajustan a su contexto real».

Otras señales son la dificultad crónica para mantener el peso o mejorar la composición corporal. También la falta de energía a lo largo del día. También el dormir mal de forma habitual sin saber por qué. O la sensación de estar haciendo todo bien, sin obtener resultados.

No es la edad, es el manual que no leíste

Delegar la responsabilidad del estado físico en factores externos es otra señal de suspenso. Le echan la culpa a la edad, la genética o a que tienen un metabolismo lento, sin asumir el papel activo que uno puede tener en su mejora. «También es típico que estas personas prueben múltiples dietas o entrenamientos sin comprender por qué no funcionan en su caso. O que vivan frustradas por comparar sus resultados con los de otros. Sin considerar sus propias necesidades y circunstancias», añade el doctor Pareja.

En resumen, según subraya, una baja inteligencia metabólica se manifiesta cuando falta comprensión, criterio o estrategia a la hora de cuidar el cuerpo. «La buena noticia es que no es una condición permanente: se puede desarrollar. Y cuanto antes tomamos conciencia de ello, antes empezamos a tomar el control», anima.

Del ser al hacer: hábitos que dejan huella

Para mejorar la inteligencia metabólica en el día a día, el primer paso no es cambiar lo que hacemos, sino cambiar desde dónde lo hacemos. Por eso, el doctor Pareja propone una secuencia clara: ser, hacer, tener. «Primero hay que trabajar el ser. Es decir, construir una identidad coherente con el objetivo que queremos alcanzar. No basta con querer perder peso o ganar energía. Hay que empezar a verse a uno mismo como una persona comprometida con su salud, activa, consciente y capaz de tomar decisiones alineadas con ese objetivo», explica.

A partir de ahí, es más fácil pasar al hacer. Es hora de implementar hábitos sostenibles, sin imposiciones ni extremismos, que respondan a esa identidad. Cuando eso ocurre, pasaremos al tener, es decir, llegarán los resultados físicos, energéticos o de salud como una consecuencia natural y no como una lucha constante.

NEAT: el movimiento invisible que más cuenta

Todo lo anterior se resumen en unos pocos hábitos clave. «Uno de los más importantes, y a menudo infravalorado, es potenciar el NEAT. Es decir, todo ese gasto energético diario que no proviene del ejercicio estructurado», comenta.

Se trata de caminar más, subir escaleras, moverse mientras se habla por teléfono, hacer las tareas del hogar con energía o incluso proponer planes sociales activos en lugar de sedentarios. Estos pequeños gestos, cuando se integran con regularidad, tienen un enorme impacto acumulativo sobre el metabolismo.

Plan de arranque en tres pasos

El doctor Pareja da tres claves para poner en marcha la inteligencia metabólica. Y recuerda que esta «no consiste en hacer más, sino en hacerlo con más conciencia y coherencia. Es vivir cada decisión cotidiana como una oportunidad para sumar a favor del metabolismo. No como un castigo o una obligación. Cuando uno entiende esto, el cuerpo responde. Y también la mente».

El primer paso es dejar de vivir en modo reactivo y empezar a actuar de forma proactiva. Pregúntate qué quieres conseguir exactamente: ¿perder grasa?, ¿ganar músculo?, ¿aumentar tu energía?, ¿mejorar tu salud cardiometabólica? «No vale con decir quiero estar mejor o quiero cuidarme más. Cuanto más concreto sea tu objetivo, más fácil será diseñar estrategias efectivas y sostenibles», precisa. En el libro el doctor Pareja propone usar la metodología SMART para definir ese objetivo de forma medible, alcanzable y motivadora.

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La segunda fase es activar nuestro NEAT. No necesitas estar apuntado a un gimnasio.  Camina más, sube escaleras, levántate cada hora si trabajas sentado, muévete mientras hablas por teléfono, haz planes sociales activos…

El último paso es una gestión consciente en la alimentación y el descanso. «No necesitas cambiar toda tu dieta de golpe ni dormir diez horas desde mañana. Pero sí puedes empezar por una acción sencilla que marque un antes y un después», comenta Pareja. Su propuesta pasa por eliminar las bebidas azucaradas, adelantar la cena, incluir una fuente de proteína en cada comida, o establecer una rutina para irte a dormir siempre a la misma hora. «Una sola mejora bien elegida, sostenida en el tiempo, tendrá más impacto que cien acciones impulsivas que abandonas en dos semanas».

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