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Saber si eres una persona proactiva o reactiva puede ayudarte a tomar las riendas de tu vida. FOTO: Pexels.

MENTE

Qué separa a quienes se bloquean ante un problema o situación de quienes reaccionan: el poder de quien sabe anticiparse y elegir

Ser reactivo o proactivo no depende de la suerte ni del carácter: es una elección diaria que se puede entrenar y evita que otros decidan por ti

Por Paka Díaz

10 DE SEPTIEMBRE DE 2025 / 14:00

Se busca persona proactiva. Este adjetivo se ha colado en casi todas las ofertas de empleo y es la coletilla imprescindible en casi todos los currículums. Pero, ¿qué hace que una persona siempre reme sin temor a los cambios del viento, mientras otras se bloquean ante los imprevistos?

Los expertos nos hablan de que hay que cultivar la incertidumbre en lo posible. «Ser reactivo o proactivo marca la diferencia ante la vida. Serás una cosa u otra según decidas responder ante lo que te ocurre», señala David de Ponte, coach y fundador de la comunidad fitness y de salud FullMúsculo.

Cómo saber si eres una persona reactiva

Lo primero que aconseja el experto es algo tan simple como hacer una pausa antes de analizar tu actitud. Observarte sin tratar de emitir juicios. Se trata simplemente de ver cómo actúas y detectar qué cosas o situaciones pueden ayudarte a crecer y a ser una mejor persona.«Si solo actuamos ante la urgencia, culpamos al entorno y cualquier cambio nos descoloca, esa inercia indica reactividad ante la vida», resume David de Ponte, que lleva más de una década ayudando a personas y equipos a transformar su mentalidad.

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El coach señala que la persona reactiva va a remolque. Reacciona, pero no elige. Sufre por las circunstancias, se puede llegar a agobiar mucho, pero no toma las riendas de su vida. La buena noticia es que se puede cambiar. Pero no se trata de una transformación radical de la noche a la mañana, sino de un entrenamiento mental y emocional.

Retrato robot de la persona proactiva

La radiografía de una persona proactiva no ofrece dudas: «Es esa persona que se adelanta a los problemas y propone soluciones sin que se las pidan. También aprende del feedback que le da su entorno. Lo hace sin juzgar y prioriza lo importante antes de que sea urgente», prosigue de Ponte. Es esa compañera del trabajo que suele llegar un poco más temprano para dejar todo organizado. O ese amigo que siempre te ofrece el mejor consejo para encontrar alternativas a los problemas. Si nos fijamos en los líderes, son esos  que escuchan, analizan y actúan sin que nadie se lo pida.

Ser proactivo no significa vivir en modo hiperproductivo. Tampoco intentar controlarlo todo. Se trata de mantener una actitud tranquila, centrada y lúcida. «Ser una persona proactiva genera confianza, liderazgo natural y menos drama ante las situaciones que atravesamos en la vida. También te ayuda a convertir los problemas en proyectos o mejoras y abre oportunidades antes de que sean obvias», explica de Ponte.

Riesgos de la reactividad como forma de vida

Ser una persona reactiva se puede convertir en una trampa emocional que se puede disfrazar de prudencia y sentido común. Y abre la puerta a desarrollar miedos y hábitos que te compliquen la vida. De entrada, se vincula a una fuerte resistencia al cambio.

Esa cerrazón trae consecuencias.«Una de las peores es el estrés crónico. También lo es esa actitud eternamente a la defensiva que nos lleva a tener relaciones tensas incluso con nuestras parejas. También se pueden perder oportunidades, porque llegamos tarde o no las vemos pasar por ese estado de estrés en el que vivimos», declara.

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Cómo cultivar una actitud proactiva

Lo primero es empezar con prácticas concretas. «Revisar cada semana tus objetivos, tanto personales como laborales. Reservar bloques de creación antes de tareas reactivas y comprometerse a aprender algo nuevo cada trimestre. Como dice Julia Cameron en su libro El camino del artista, hay que sacar a nuestro artista a pasear. Además, exponernos a periodos de aburrimiento nos permite ser más creativos».

Advierte que la diferencia entre una vida reactiva y otra proactiva no está en las circunstancias, sino en cómo las interpretamos y en qué hacemos con ellas. No es cuestión de carácter ni de suerte. Se trata de entrenamiento, conciencia y elección. Para que esa elecciones no nos bloqueen, recomienda planificar el día la noche anterior. Y cambiar la pregunta ¿por qué me pasa esto a mí?, por ¿qué puedo hacer con esto? «Como dice Tony Robbins, deja de pensar que la vida te pasa a ti y empieza a pensar que pasa para ti. Es decir, que las cosas o las situaciones están para ayudarte a crecer y a ser una mejor persona», sugiere.

Riesgos de estar siempre dispuesto

De entrada, el exceso de control o la autoexigencia paralizante. «Lo que me ha funcionado a mí para no caer en ellos es definir solo tres prioridades al día y programar descansos deliberados. Al ser personas autoexigentes nos gusta hacer todo y hacerlo lo mejor posible. Hay que hacer el ejercicio de comprender que no tenemos el control y que el tiempo es limitado, darle prioridad a lo que es más importante para avanzar. Entender que eficacia no significa control total, sino poder tener un enfoque sostenido sin quemarse o llegar al burnout o síndrome del trabajador quemado”, advierte David de Ponte.

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