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ALIMENTACIÓN
No hace mucho llegó una nueva corriente llamada alimentación consciente o mindfoodness e intenta ayudarnos a mejorar la forma en que comemos. Te contamos de qué se trata y cómo conseguir llevarla a cabo.
Por Andrea Verdejo
12 DE DICIEMBRE DE 2021 / 18:46
¿Comes entre horas? ¿Demasiado rápido? O quizás no consigues saciarte o tienes una mala relación con la comida. Aunque comer es principalmente una necesidad –y un placer–, también es mucho más. Se puede saber mucho de una persona por cómo y qué come y también es posible, por supuesto, mejorar nuestra forma de alimentarnos; ese es el objetivo de la alimentación consciente o mindfoodness, un término creado para entender este concepto y que procede de las palabras mindfulness (atención plena) y food (comida).
Sin duda, en los últimos años hemos vivido un despertar en cuanto a la alimentación. Estamos aprendiendo a soltar viejos hábitos respecto a la comida y tratando de aprender a comer de forma saludable.
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La alimentación consciente surge también como una nueva corriente que se ha popularizado entre los nutricionistas y foodies. Esta trata justamente de poner remedio a los malos hábitos que tenemos a la hora de comer. Te contamos en qué consiste y cómo puedes aplicarlo a tu día a día.
Como hemos explicado, la alimentación consciente se conoce, sobre todo en las redes sociales, con el término anglosajón mindfoodness ya que se trata de dedicar atención plena a lo que comemos y aplicar el mindfulness a la comida. En otras palabras, se trata de ser plenamente conscientes de qué y cómo comemos.
La alimentación consciente «también implica una nueva relación con nosotros mismos», explica Alejandro Camacho Alpuente, psicólogo-psicoterapeuta, miembro de AEMIND (Asociación Española de Mindfulness), profesor colaborador del Certificado de Mindfulness de la Universidad de Valencia y co-fundador de la empresa ‘Mindfoodness: Sorpresa en Boca’. «Debido al componente emocional que hay bajo muchas formas de comer y que a su vez ello lleva a muchos problemas con la alimentación, consideramos que el Mindfulness podía ser una herramienta muy buena a utilizar en el ámbito de la Salud Alimentaria y la Restauración», añade.
Al tratarse de un concepto nuevo, sobre todo en España, es poca la información que se tiene sobre la alimentación consciente. Sus principios son diversos y extensos y el profesor Camacho los resume en los siguientes tres puntos:
Cuando hablamos de alimentación consciente, cabe aclarar que no se trata de un método para perder peso o un tipo de dieta. Sin embargo, sí puede ayudarnos a prevenir la obesidad al ayudarnos a comer (solo) por necesidad y controlando las ingestas por emociones o por factores externos así como otros comportamientos nocivos como los atracones según señala un estudio publicado en Obesity Reviews.
Además, nuestro frenético ritmo de vida y falta de tiempo provoca que a menudo comamos rápido, a deshoras y platos muy sencillos de preparar como los precocinados. Todo ello impide que nos preguntemos acerca de qué está ingiriendo nuestro cuerpo o si realmente tenemos hambre. En este sentido, el autocontrol y el autoconocimiento son las claves para la alimentación consciente. Como consecuencia, el mindfoodness puede prevenir diferentes trastornos alimentarios, como concluye una investigación publicada en Eating Disorders.
Otros beneficios del mindfoodness pasan por ayudarnos a reducir los antojos y tentaciones; dejar de comer por estímulos ajenos a la necesidad (como el aburrimiento o la ansiedad); o también, ajustar el tamaño de las porciones a las cantidades que nuestro organismo realmente necesita.
Al implicar un cambio profundo en nuestra relación con la comida y con todo lo que involucra el momento de comer, empezar a practicar el mindfoodness no es una tarea sencilla que se pueda conseguir en un día. Lo ideal, de hecho, es hacerlo de la mano de profesionales como técnicos y coaches de nutrición e incluso psicólogos especializados si se trata de personas con una relación tóxica con la comida de cualquier tipo.
«Muchas personas utilizan la comida como medio de escape, normalmente para no sentir determinadas emociones desagradables (por ejemplo comer dulces nada más llegar a casa tras un día muy estresante o darnos un atracón de comida para no sentir tristeza). En el ámbito de la psicoterapia se denomina Evitación Vivencial o Experiencial», afirma Camacho. Si esto ocurre, los expertos –aunque lo abordan de distintas maneras–, tratan de «enseñar a las personas a gestionar sus emociones de una forma más saludable, sin necesidad de recurrir a los alimentos para ‘sobrevivir’ o mitigar su ansiedad».
Pequeñas prácticas como las que propone Directo al paladar nos ayudarán a comer de forma consciente. Estas incluyen desde sentarnos a comer siempre y hacerlo sin distracciones hasta masticar cada bocado lentamente. Con el tiempo, y sobre todo con las herramientas que nos brindan los profesionales, conseguiremos aprender a diferenciar entre el hambre fisiológico y el hambre psicológico y a reconocer cuándo estamos saciados.
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