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Pintarse las uñas es una de los trucos para dejar de mordérselas./ Foto: Pexels.

Belleza

El truco fácil de los expertos en comportamiento para dejar de morderte las uñas

Morderse las uñas es un hábito compulsivo para liberar tensión en situaciones de estrés o ansiedad. Una costumbre difícil, que nunca imposible, de desarraigar. Te contamos cómo lograrlo.

Por Marcos López

14 de diciembre de 2023 / 16:30

Te lo dice todo el mundo: deja de morderte las uñas. Un mal hábito que arrastras desde la infancia y que has intentado abandonar muchas veces a lo largo de los años. Sin éxito. Tampoco ayuda que te regañen. Al contrario, te provoca más estrés y ansiedad, lo que te empuja a menguar aún más tus uñas y sus cutículas. Pero no desesperes. La solución es mucho más fácil de lo que crees.

Morderse las uñas es un hábito compulsivo que haces, por lo general, sin darte cuenta. Hay gente que se arranca el cabello –un trastorno denominado tricotilomanía–, que se rasca o pellizca la piel, que se mece, que mueve una de sus piernas como si tuviera un tembleque. Unas acciones físicas repetitivas y recurrentes con las que se busca un mismo fin: liberar tensiones acumuladas en el cuerpo. Pero decides que ha llegado el momento de parar. Haz caso de estos trucos que utilizan los expertos en comportamiento para hacértelo más fácil.

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Préstale atención a esta manía

No te das cuenta de que lo haces una y otra vez. Se ha convertido en una rutina que te pasa totalmente desapercibida. Así que préstale atención y trata de ponerle freno cada vez que aparezca. Tus uñas y tu mente te lo agradecerán. Si no eres consciente del problema, jamás le pondrás remedio.

Ten paciencia

¿Tan grave es que te muerdas las uñas? Ni mucho menos. Así que sé indulgente contigo mismo y ten paciencia. Después de años, el hábito no va a desaparecer de la noche a la mañana. Eres tu crítico más exigente, pero no es el momento de dejar aflorar los pensamientos negativos. Por el contrario, trata de identificar por qué lo haces para convencerte de que no lo necesitas. Que realmente no te ayuda, por lo que es totalmente prescindible.

Paso a paso

Márcate metas realistas. Por ejemplo, deja de hacerlo mientras conduces o estás en el trabajo. Reducirás gradualmente las ocasiones en las que atacas tus uñas. Todo suma y cada paso hacia delante es un éxito. Tómate el tiempo que necesites y, sobre todo, sé constante.

Practica hábitos menos lesivos

El cuerpo necesita liberar tensiones y morderte las uñas es una de tus vías de escape en los momentos en los que surgen los problemas. Pero hay otros métodos mucho menos agresivos –y socialmente mejor vistos–. Cuando tus manos –y por extensión, tus uñas– se convierten en el foco con el que lidias tu ansiedad, las pelotas antiestrés pueden ser de gran ayuda. Además, es una de esas cosas que puedes llevar en el bolso para combatir el estrés.

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Busca el origen del problema

No sabes cuándo empezó ni cómo. Lo has hecho toda la vida y casi lo consideras un rasgo de tu carácter. Pero lo que sí puedes hacer es analizar la causa que desencadena la compulsión. Te muerdes las uñas porque quizás discutes demasiado con tu pareja. O porque la cantidad de trabajo que han puesto sobre tu mesa te parece inabarcable. Trata de anticipar el origen y, llegada la situación, intenta dejar tus uñas al margen. Vuelve a sacar la pelota antiestrés del cajón y apriétala con fuerza.

Busca una motivación para dejar de hacerlo

Que la gente te regañe no es una motivación suficiente. Tampoco que te avergüence hacerlo en público. Así que necesitas un pequeño un incentivo que te ayude a evitar que maltrates tus uñas. Lo más fácil y común es recurrir a la manicura, pero hay soluciones más drásticas como utilizar a un esmalte de uñas con mal sabor o el uso de guantes.

Pide ayuda

Romper con la manía de morderse las uñas puede ser un reto demasiado solitario. Pero no tiene por qué ser así. Tus amigos, familiares y compañeros de trabajo están ahí para ayudarte. Comparte tu intención de abandonar esta malsana costumbre y deja que los demás te animen a lograrlo. Ya acallaste esa voz interior que te regañaba tan duramente. Ahora toda decir adiós a los reproches externos. Que dejar un hábito que empleas como respuesta al estrés no te resulte estresante.

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