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La sequedad vaginal de la menopausia es un síntoma que hay que tratar no solo por nuestro bienestar, sino para evitar que derive en algo peor./ Ilustración: Alicia Varela.

Salud hormonal

Claves para combatir la sequedad vaginal durante la menopausia

Menopausia y sequedad son dos términos que suelen ir unidos. Pero que un trastorno sea habitual no significa que debamos conformarnos sin más y no le pongamos remedio.

Por María Corisco

26 de junio de 2023 / 13:10

Con el paso de los años, y a medida que se reducen las hormonas femeninas, muchas mujeres sienten que algo no termina de marchar bien en su zona vulvovaginal cuando llega la menopausia. Muchas notan sequedad vaginal. Parece un síntoma sin importancia, pero no se debe minimizar. No solo porque puede ocasionar molestias y dolor en las relaciones sexuales, sino porque, si no se trata, puede seguir progresando y terminar causando un trastorno mucho más complejo.

“Cuando la mujer empieza a notar los primeros síntomas de sequedad, es importante que no se conforme y busque una solución”, explica la ginecóloga Miriam Al Adib, CEO y directora de Clínicas MiriamGine. “La menopausia es una etapa de la vida, no una enfermedad, y todos los problemas que se puedan derivar de ella hay que tratarlos. El malestar íntimo es de los aspectos más abandonados, porque a menudo se piensa que es algo intrínseco a ese momento vital; es verdad que es algo muy normal y frecuente, pero eso no significa que lo debamos aceptar sin más y no le busquemos una solución”.

Consecuencias de la sequedad vaginal

La culpa de esa sensación de sequedad la tenemos, una vez más, en el déficit hormonal que acompaña a esta etapa de transición. Durante la menopausia, los niveles de estrógenos disminuyen significativamente, con lo que se reducen las secreciones vaginales, se altera el pH (lo que dificulta el crecimiento de microorganismos saludables) y se dificulta la regeneración del epitelio urovaginal. De esta forma, van apareciendo cambios anatómicos, fisiológicos y funcionales en toda la zona: labios mayores y menores, vestíbulo vaginal, clítoris, introito y la propia vagina.

La sequedad suele ser la primera señal de alarma. “En ese momento no hay que pensar que es algo que ya mejorará por sí solo; hay que ponerle freno, porque, si no se trata, con el tiempo se va a ir generando atrofia, el revestimiento vaginal se va volviendo menos elástico, se produce un adelgazamiento de la piel y las mucosas de toda la zona y esto puede generar muchas más molestias, escozor, dolor en las relaciones sexuales, etc.”, explica la experta.

A medida que el problema se va cronificando, puede aparecer el síndrome genitouritario, del que algunos estudios internacionales, como el Revive, sitúan la prevalencia hasta en un 90% de las mujeres españolas. “Es una situación en la que ya surgen problemas de tipo urológico, pues no olvidemos que la uretra es un tejido hormonosensible que está muy próximo a la vagina. A partir de ahí, podemos encontrarnos con sensación de ganas de orinar, incontinencia, cistitis de repetición… Y, además, hay casos en los que también se pueden ir cayendo las estructuras de la zona, causando un prolapso uterino, de vejiga o de recto y complicándolo todo aún más.»

A todo ello se suma que “si te están molestando las relaciones sexuales, es muy posible que tu libido se vea afectada: el cerebro se anticipa, sabe que el sexo va a ser doloroso y disminuye el deseo. Si tienes dolor con las relaciones sexuales, no lo tratas y empiezas a forzar la situación, puedes provocar un vaginismo secundario”, explica la experta, que precisamente esta semana organiza el taller online Stop al malestar íntimo, centrado en la vulvovaginitis.

Cómo tratar la sequedad vaginal

El primer paso es consultar, conseguir un buen diagnóstico y, después, encontrar una solución. En la elección del tratamiento adecuado, señala la doctora Al Adib, “es muy importante individualizar cada caso. Normalmente, se sigue una secuencia lógica, de forma que se comienza por las opciones más sencillas”:

  1. Hidratantes: En una primera fase, es fácil que te manden tratamientos locales, como cremas diseñadas para hidratar y humectar la vaina a largo plazo. Se aplican regularmente, incluso a diario. Algunas de ellas también ayudan a restaurar un pH saludable.
  2. Terapia hormonal local: Si las hidratantes son insuficientes, se puede aplicar terapia hormonal local. Se trata normalmente de cremas, pero pueden ser también en forma de parches, tabletas o anillos vaginales, que llevan estrógenos.
  3. Medicina regenerativa: Para casos más complejos, existe toda una gama de tratamientos con láser, radiofrecuencia, bioestimulación, ácido hialurónico, plasma rico en plaquetas (PRP)… Se trata de opciones que estimulan la producción de colágeno, pero suelen reservarse para aquellos cuadros más severos en los que no han sido eficaces las opciones anteriores.

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