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Mujeres en una sauna

La sauna de infrarrojos no es una experiencia colectiva ni tiene milenios de historia, pero permite ahorrar en la factura energética. FOTO: Ron Lach en Pexels.

Una nueva forma de sudar

Saunas de infrarrojos: sin vapor, con menos calor y mano de santo para el dolor muscular

No sólo son más económicas y sostenibles que las finlandesas. También son mejores para recuperar tus músculos tras un ejercicio intenso. Disfruta de un baño de luz. Infrarroja.

Por Marcos López

30 DE DICIEMBRE DE 2025 / 07:30

Los deportistas de élite lo tienen muy claro: la clave para recuperarte muscularmente tras un entrenamiento que te ha dejado para el arrastre es darte una ducha gélida. Aunque con el frío que hace en la calle, mejor disfrutar de una opción más calentita. Como un baño cálido. O mejor aún, por la típica sauna que hace que los finlandeses no dejen de ser los habitantes más felices del planeta. El doctor Fernando Serrano Pérez, jefe de Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Quirónsalud Sur, explica cómo funciona ésta y las nuevas saunas de infrarrojos.

Te contamos cómo funciona y por qué tienes que probarla.

¿Una sauna sin vapor?

El doctor Serrano Pérez señala que «la sauna tradicional actúa por la elevación de la temperatura del aire (65-90º C) producida por estufas. Ese aire se puede humidificar echando agua a piedras calientes y se realiza en espacios con capacidad de hasta 6-8 personas».

La sauna de infrarrojos también puede tener las paredes de madera, pero su funcionamiento es distinto. Aquí el aire no se calienta con vapor, sino que la piel se calienta directamente con infrarrojos. Lo primero que notas al entrar en una sauna de infrarrojos es que hace menos calor. Si en una sauna de toda la vida la temperatura puede rondar los 100 °C, en una cabina de infrarrojos puede haber unos moderados 43-60 °C.

«El calentamiento del cuerpo se produce por la acción directa de los rayos infrarrojos y esto permite una penetración más profunda», señala. Al no hacer tanto calor se puede estar más tiempo y se somete a un menor esfuerzo al corazón.

Un invento más sostenible

El gran escollo de la sauna en el siglo XXI es que la combustión necesaria para calentar el aire genera humos. Y eso contamina y crea muchas emisiones de carbono. Por no hablar de que el esfuerzo térmico es enorme y eso se traduce en la factura del gas o la electricidad.

La sauna infrarroja es otro sudar. Se trata, como puntualiza el doctor Serrano Pérez, «de un invento moderno desarrollado en Estados Unidos para satisfacer esta demanda y minimizar los inconvenientes de las restricciones energéticas y las regulaciones sobre conductos de humos». La instalación del habitáculo es más sencilla, «el mantenimiento menos costoso y suele estar diseñado para menos personas que en el caso de la sauna tradicional».

Segura para la salud, pero tampoco hay que pasarse

Ahora toca la pregunta del millón: estos baños de luz, ¿son seguros? Todos tenemos en mente los riesgos de las camas de bronceado de rayos UV. Pero no tienen nada que ver. La infrarroja «es una radiación no ionizante. En otras palabras: no alteras el ADN como sí sucede con la radiación colar o las camas UVA. Por lo tanto, un uso sensato no provocaría alteraciones en el mismo».

Un detalle a favor de las saunas de infrarrojos: el menor calentamiento del organismo permite que las sesiones puedan ser más duraderas que las de la sauna tradicional. Pero tampoco hay que pasarse. Es importante «vigilar que la exposición prolongada a la radiación infrarroja no cause quemaduras en la piel ni daños oculares, siendo recomendable la utilización de gafas protectoras».

Todo lo bueno que hace por tu salud (y es mucho)

Más pequeñas y mucho más económicas y sostenibles. Pero lo realmente importante son sus beneficios. Como destaca el especialista, «la sudoración provocada por el calentamiento del cuerpo ayuda a eliminar las toxinas y provoca la dilatación de los vasos sanguíneos, mejorando el flujo de la sangre y permitiendo que los tejidos absorban más oxígeno y nutrientes. Este efecto es clave para una mejor salud cardiovascular y una recuperación muscular más eficiente».

Pero aún hay (mucho) más. También tiene un efecto antiinflamatorio al activar las proteínas de choque térmico que combaten el daño de los radicales libres, «por lo que resulta de interés para personas con dolor crónico, dolencias articulares y procesos reumáticos».

Mens sana in corpore sano

Un último apunte: además de para el cuerpo, la sauna de infrarrojos también es buena para la mente. En palabras del doctor Serrano Pérez, «entre otros efectos cognitivos y mentales se incluye una disminución del estrés y la ansiedad al disminuir los niveles de cortisol. También provoca un marco hormonal y un aumento de neurotransmisores que propicia la mejora de la función cerebral, la memoria, el estado de ánimo, la autoestima y el sueño».

En definitiva, ha llegado el momento de disipar el dolor de tus músculos con una cálida sauna. De infrarrojos o tradicional. Que además de detoxificarte, hará que seas más feliz y duermas mucho mejor. Como concluye el experto, «más allá de los beneficios físicos, este efecto holístico es probablemente lo que ha mantenido tan arraigada la cultura de la sauna como un espacio de salud y bienestar en las personas desde el período Neolítico».

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