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Cuando el open space se convierte en ring: frenar el acoso laboral empieza por marcar límites con asertividad. Foto: Cottonbro / Pexels

del patio del cole al 'open space'

Asertividad: cómo plantar cara a los abusones de oficina sin que te despidan

Ni silencio ni bronca con insultos: la asertividad es la vía para frenar el acoso laboral, marcar límites claros y recuperar tu espacio con autoridad

Por Marcos López

26 DE SEPTIEMBRE DE 2025 / 13:26

Estás harto de ese compañero que te trata tan mal en el trabajo. Que te hace el vacío y critica todo lo que haces. Que intenta, para regocijo de su panda de palmeros que le ríen las gracias, ponerte en ridículo a la menor ocasión. Como si fueran un grupo de niños malcriados en el colegio, solo que el bullying no es sólo cosa de la infancia. Son muchos los adultos que, en diferentes ámbitos, sufren una constante intimidación verbal, física o emocional. No les quitan el bocadillo en el recreo, pero les maltratan de una forma mucho más sutil. Y eso se llama mobbing, hostigamiento o acoso laboral. Lejos de ponernos como Khaleesi con los dragones y hacer que todo arada a nuestro lado, la clave está en echar mano de la asertividad.

Jefferson Fisher, abogado especialista en lesiones corporales, explica que «el contexto en el que tiene lugar el bullying importa, y mucho. Son muchas las maneras en las que alguien puede intimidar a otras personas y muchas veces depende de su nivel de seguridad y del apoyo en su entorno». Te contamos lo que tienes que hacer, y lo que no, para hacer frente a un abusón y conseguir que te deje en paz.

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De nada te ha servido tu comportamiento pasivo. Pensabas que, de ignorarlo, el abusón se acabaría cansando y deponiendo su actitud. Que al no hacerle caso se buscaría otra víctima a la que acosar. Pero no ha sido así. Nunca lo es. De hecho, tu falta de reacción le ha animado a continuar con su comportamiento aberrante. Se deleita haciéndote pasarlo mal y, dada tu falta de respuesta, sabe que puede salirse con la suya. Que no habrá ningún castigo por sus actos.

Tampoco sirve de nada perder los nervios. Contestar al maltrato, aun verbal, con violencia. No te pongas a su altura. No le grites ni le insultes. Menos aún le agredas físicamente. Puede tener consecuencias muy negativas. Además, debes tener presente que los abusones son unos maestros de la manipulación. Le acabará dando la vuelta a la tortilla y pasarás de acosado a acosador. Perderás toda tu credibilidad y nadie creerá que, como realmente sucede, tú eres la víctima.

Así que toca mantener la calma. En primer lugar, dejar de pensar una posible causa que justifique la razón por la que te está hostigando. No es culpa tuya y de ninguna de las maneras mereces que te traten así. Ni siquiera debes tomártelo como algo personal. En realidad, el problema no lo tienes tú, sino él, que se conforma de una forma tan antisocial. Pero no importa. Tienes que pararle los pies. Lo que, recuerda, no lograrás manteniendo una actitud pasiva o agresiva. Tienes que ser asertivo.

Básicamente, la asertividad es una forma de comunicación que permite expresar sentimientos, opiniones y pensamientos en el momento oportuno y de la forma adecuada, respetando siempre los derechos de los demás. Ante un abusón, tienes actuar de forma sosegada, nunca reaccionar de forma impulsiva. Hacerle ver que, por mucho que intente sacarte de quicio, eres tú quien tiene el control de la situación. Y cómo no, hacerle ver lo inadecuado, cuando no directamente aberrante, de su actitud. Sin necesidad de montar una escena.

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Por ejemplo, Jefferson Fisher recomienda «dirigirse al abusón, siempre de manera pausada, con esta pregunta: ¿Estás bien? De esta manera le haremos ver que su comportamiento hacia los demás no es el correcto y, más importante aún, no le daremos la satisfacción de reaccionar a sus provocaciones». Desde nuestro pedestal de asertividad imperturbable, también es aconsejable plantearle preguntas que pongan al descubierto su mala intención, como serían, apunta Jefferson Fisher, «¿estás intentando avergonzarme u ofenderme? ¿Tu objetivo es enfadarme o hacerme daño? De esta forma le pondremos ante un espejo para que comprenda las consecuencias de sus actos».

Además de mantenerte firme y hacer gala de una asertividad a prueba de balas, puedes hacer que se le vean las costuras. Como concluye Jefferson Fisher, «únicamente dile: ¿atención o inseguridad? Sorprendido, necesitará saber qué quieres decir con eso. Ante lo que preguntarás si su actitud se debe a que busca atención o se siente inseguro. Hará que, para la próxima ocasión, se lo piense dos veces antes de actuar de la misma forma».