Qué son las parejas DADT de las que habla todo el mundo: «Haz lo que quieras, pero no me lo cuentes»

Ojos que no ven, corazón que no siente. Este viejo dicho, que encierra tanta sabiduría como conformismo, está teniendo una nueva versión en estos tiempos en los que los modelos de pareja se están reinventando. Esa idea de aceptar que el otro viva su vida, pero de forma discreta y sin decirte nada, se materializa ahora en un acrónimo, DADT, nuevamente tomado del inglés. DADT significa Don’t Ask, Don’t Tell, que se puede traducir por un no preguntes, no cuentes. Si alguno de los dos echa una cana al aire, en el aire se queda.

Su origen es curioso: el término proviene de la política militar estadounidense de Don’t Ask, Don’t Tell, implementada entre 1993 y 2011, que permitía a las personas LGTBQ+ servir en el ejército mientras no revelaran su orientación sexual, es decir, mientras siguieran en el armario. Hoy, en el ámbito de las parejas, DADT se ha adaptado para describir una dinámica de acuerdos de privacidad dentro de las relaciones abiertas. Es decir, se trata de un acuerdo en el que permitís relaciones con otras personas, pero preferís no compartir detalles sobre ellas.

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Es verdad que, durante décadas e incluso siglos, ha sido habitual el cerrar los ojos ante los escarceos amorosos del otro. Claro está, casi siempre eran las mujeres las que aceptaban no saber en aras de la paz conyugal. DADT es otro nivel: no hay infidelidad, no hay exclusividad, y ambos miembros de la pareja están en una situación de igualdad. Es un pacto, que choca con el modelo de pareja tradicional y que se enmarca en el contexto de las relaciones no monógamas consensuadas (ENM, por sus siglas en inglés). Y el pacto consiste en que ni se cuenta, ni se pregunta.

Meg-John Barker, psicoterapeuta, activista y experta en sexualidad y relaciones, ha trabajado el campo de las ENM. Así, en su libro Understanding Non-Monogamies, coeditado con Darren Langdridge, analiza cómo las formas alternativas de relación, incluidas las prácticas DADT, reflejan un intento por equilibrar las necesidades individuales y los acuerdos mutuos en un contexto donde las estructuras relacionales tradicionales están cambiando rápidamente.

En este enfoque, Barker reconoce “las tensiones inherentes en estas dinámicas, especialmente en la negociación de límites y autonomía en las relaciones contemporáneas​. DADT puede ser útil en relaciones que priorizan la autonomía y los límites personales, pero requiere un equilibrio cuidadoso para evitar malentendidos y asegurar que ambos miembros estén cómodos con el acuerdo”.

¿Es para ti? Las ventajas y los riesgos

Tal vez pienses que las relaciones DADT tienen un toque de misterio que puede resultar atractivo. Una de sus principales ventajas es que permiten mantener la autonomía y la privacidad: cada persona puede vivir sus experiencias externas sin preocuparse por compartir cada detalle. Es ideal para quienes prefieren evitar la incomodidad de lidiar con celos o inseguridades, ya que no se entra en territorios incómodos. Además, puede hacer que la relación principal se sienta más segura al reducir el riesgo de conflictos por exceso de información.

Sin embargo, ojo con los riesgos:  la falta de comunicación clara puede dar lugar a malentendidos. Por ejemplo, uno de los miembros podría interpretar el acuerdo de forma distinta o sentirse excluido si la discreción comienza a parecer secretismo. También está el desafío emocional: evitar hablar de algo no significa que las emociones desaparezcan, y los problemas no abordados pueden crecer como una bola de nieve. Y, si no se gestiona bien, la confianza puede resentirse, sobre todo si las reglas del juego no están bien establecidas.

DADT en España

Aunque la mayoría de las investigaciones y discursos provienen de países como Estados Unidos o Reino Unido, donde esta práctica se asocia con la ética en las relaciones abiertas, el concepto DADT ha llegado también a España. Aquí, se observa principalmente en entornos urbanos, más abiertos y receptivos en los nuevos enfoques en la construcción de vínculos afectivos.

En España, el interés por las no monogamias, incluidas prácticas como el poliamor o los acuerdos de discreción, se ha explorado en estudios académicos y publicaciones que analizan la evolución de las estructuras relacionales tradicionales. Por ejemplo, trabajos como el de Miguel Vagalume y otros investigadores resaltan cómo estas dinámicas pueden desafiar los modelos monógamos impuestos culturalmente. Además, la creciente visibilidad de estas prácticas en medios, series y literatura también está ampliando su alcance entre jóvenes y colectivos que buscan alternativas a las estructuras relacionales convencional.