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Amanda Seyfried y Aaron Paul en la película Lo mejor de mi vida, interpretan a una pareja que se tiene que enfrentar a la infidelidad de ella.
Relaciones
Traicionar a tu pareja no suele ser un fallo, sino una decisión. Una experta explica las razones que conducen a la infidelidad.
Por Paka Díaz
4 de mayo de 2024 / 09:30
Cuando el novio de Kate, personaje interpretado por la actriz Amanda Seyfried en la película Lo mejor de mi vida, descubre que le es infiel, la contestación de ella es que fue un error. Que fue un fallo o una equivocación suele ser la excusa más repetida que se da tras una infidelidad. Pero, ¿es realmente así? La psicóloga y sexóloga Flavia Dos Santos ayuda a aclararlo y a gestionar la posible culpa por haber sido infiel.
Lo habitual es que, tras pillar a tu pareja en una infidelidad, la primera conversación es épica. Lloros, algún grito y mucho sentimiento de culpa por parte de quien ha engañado. Mucho resentimiento por la otra. Decir que fue un error es, seguramente, el motivo que con mayor frecuencia se señala ante los cuernos cometidos. Pero, ¿lo es, o se trata de una decisión?
“Decir que fue un error es una manera de no querer admitir tu propio deseo”, explica Flavia dos Santos, sexóloga y psicóloga de cabecera de Gleeden, la plataforma de citas extraconyugales y no monógamas.
La autora de libros como Sexo sin misterio señala que “todas las personas somos seres deseantes y el deseo por otras personas está presente, aunque estemos muy enamorados”. Según indica, desear a otras personas es algo “natural en el ser humano. Algunas veces amor y deseo caminan juntos, pero no necesariamente es así”.
Por eso, la experta subraya que ser infiel no es una equivocación, sino una decisión de la que toca responsabilizarse. Lo de decir que fue un fallo es una manera de evadirse y de no querer afrontar la realidad.
“Cuando la persona dice que fue un error, es un intento de justificar ese estereotipo de que tenemos una relación perfecta, un matrimonio para toda la vida. Cuando en realidad lo que uno debería hacer es asumir sus deseos. Asumir que fue una decisión, pero jamás un error”, recalca Dos Santos.
Los motivos que puede desencadenar una infidelidad son múltiples. Según un estudio de Gleeden, los más mencionados son las ganas de acabar con la rutina. Pero también mejorar la autoestima o la necesidad de seducir. El percibir el deseo de otra persona mejora la autoconfianza. En el caso de las mujeres, un 84% destacó que su pareja no le decía palabras cariñosas, por los que las buscaba fuera de la relación. Mientras que un 20% de hombres declaró que lo hacía, simplemente, por falta de sexo con su pareja.
De entre todas estas razones para ser infiel, Flavia Dos Santos destaca una: el deseo de ser deseado. “En mi experiencia clínica, lo que conlleva las infidelidades son varios factores. Pero este es muy interesante porque suele ser el común de todas las personas”, apunta la psicóloga.
Ella recalca que el deseo de ser deseado no es sobre sexo solamente, ni es un enamoramiento, “es sobre sentirse mirado, valorado, tocado por alguien”. Por ello, la experta concluye que es una búsqueda por “huir de una realidad que muchas veces es bastante dura. En su lugar, se intentar volver a tener esa emoción de sentirse deseado”.
Algo que suelen compartir todas las personas que son infieles es un cierto sentimiento de culpa. Este se suele intensificar si les pillan.
“La infidelidad genera mucha culpa porque todos nos idealizamos”, señala la sexóloga. “Nos ponemos unas varas de medir muy altas, sobre que vamos a ser esas personas perfectas que van a cumplir todo lo que se proponen”, indica. S
in embargo, cuando el deseo, por el motivo que sea, acaba con ese ideal de perfección, llega la culpa. “Cargamos con ella desde siempre, es algo cultural. En nuestra sociedad es muy difícil permitirse disfrutar sin sentir culpa”, analiza la experta.
Para gestionar la culpa, Dos Santos recomienda “aceptar de una vez que no somos la única fuente de deseo y gratificación del otro. Ni el otro la nuestra. Estamos muy confundidos. Ni cuando somos niños somos el único amor de nuestros padres”. La psicóloga reconoce que “asumir esa realidad es difícil”.
Sin embargo, comprender que las gratificaciones en la vida son muy diversas, ser más flexible con el deseo –propio y de tu pareja–, ayuda a dejar de exigir tanto. “Nos deshumanizamos, porque nos creemos superhéroes, correctos y comprometidos. Así, las relaciones terminan cargadas de angustia y sufrimiento”.
Por eso, ella anima a “aceptarnos con nuestra humanidad, nuestras formas de vivir y deseos. Y, desde ahí, sí, poder admirar a nuestras parejas, como seres humanos, con derecho a dudar, sentir, fantasear y quizás hasta explorar, sin culpas”.
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