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Evitar ciertas frases recurrentes puede salvar más de una discusión de pareja./ Foto: Blue Valentine.
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"Siempre haces lo mismo", "contigo no se puede hablar", "si es que eres...". Por muy comunes que sean, estos dardos no son nada inocentes y tienen el poder de desencadenar una tormenta.
Por María Corisco
09 DE ENERO DE 2024 / 08:00
Puede empezar con un simple chasquido de fastidio, unos ojos en blanco o un reproche entre dientes. Empieza a respirarse un aire de mal rollito, pero aún hay tiempo de reconducir la ruta y no chocarse con el iceberg. En cambio, una serie de palabras y lugares comunes, tan habituales en las riñas de pareja, puede hacer que ese desencuentro se convierta en una auténtica pelea. Es el momento de saber cómo parar.
¿Cuáles son los errores típicos que hacen que la discusión eleve el tono hasta que se nos va de las manos? La coach Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira, explica que “aludir a características físicas y al propio paso del tiempo, comparar a tu pareja con alguno de sus progenitores, hacer referencias a relaciones pasadas y chantajear con frases como «como no me quieres…» o «si me quisieras más no harías aquello y lo otro…», además de dañar tu relación de pareja, pueden provocar peleas y discusiones que se pueden tratar de evitar”.
Si no quieres que se te vaya de las manos una situación de tensión, conviene que te pares a pensar en esos zascas que se lanzan a donde más duele, en esas generalizaciones que caricaturizan la relación, en ese victimismo envenenado que transmitimos cuando creemos que estamos perdiendo la batalla. De la mano de la experta repasamos eso que nunca se debe decir.
Es posible que en algún momento sientas la necesidad de usar esta frase para negar tu emoción porque estás a punto de explotar, no te sientes preparado o porque sabes que no es el momento adecuado. Si aplazas la discusión diciendo que no te pasa nada porque estás seguro de que, si dices “ahora no, luego lo hablamos” va a generar tensión y más preguntas sobre lo que te pasa, es importante que recuerdes tratar ese tema, ya sea más tarde o al día siguiente, para resolverlo.
Esta frase justo puede venir originada de los aplazamientos de “no me pasa nada» o «luego lo hablamos”. En las relaciones de pareja, muchos son los micro temas que se dejan sin resolver y que surgen una y otra vez hasta provocar la tormenta perfecta. Si se detecta algún tema recurrente, será preferible poner las cartas sobre la mesa y hablarlo tranquilamente. Así se creará un espacio adecuado para encontrar una solución o un punto intermedio. Llegar a un acuerdo y generar un compromiso evitará que “estemos con lo mismo una y otra vez”.
Atención al momento en el que se produce el desacuerdo. Es importante observar cómo te comunicas, si el entorno es adecuado y si los dos estáis dispuestos a dialogar. Ya sea porque uno de los dos no se siente cómodo al discutir o porque se tienen demasiadas referencias fallidas, es ideal observar qué ocurre en estas situaciones en los que la comunicación no fluye. En lugar de atacar con esta frase o similares, prueba a preguntar si se le ocurre alguna solución o si le gustaría tratarlo en otro momento.
Además de las reinterpretaciones que cada uno hace de lo que escucha, también se puede tener en cuenta que alguno de los dos puede recuperar retales de una conversación añeja que la otra persona ya ha olvidado. Si te ciñes al contexto actual y pones foco en lo que se quiere resolver, no sería necesario tirar de archivo.
Las joyas de la corona, las generalizaciones, que llevan a verlo todo desde un punto de vista tremendista y catastrófico, como si esa persona lo hiciera todo mal. “Siempre me haces lo mismo…”, “Nunca me ayudas en nada…”, “Tú tienes la culpa de todo…”. Procura no perder el foco y haz lo posible por tener en cuenta que eso que ahora te parece un mundo, puede ser más anecdótico de lo que piensas, aunque la “visión túnel” que te provoca el cabreo no te permita ver más allá.
El “pero” es el borrador universal por excelencia. Si lo usas, borrará todo lo que se haya dicho anteriormente e invalidarás lo que tu pareja te acaba de comentar, sugerir o compartir. Recomendación: prueba a usar en su lugar “y” para añadir tu parte a eso que te ha dicho y expresar a continuación lo que tú piensas y sientes.
Atención a las macro etiquetas que relacionan una afirmación con “eres”, porque volverás a hacer un mundo donde seguramente no lo hay. Date cuenta de que posiblemente crees una generalización en base a un comportamiento concreto.
Con esta frase parece que pides a gritos que toda vuestra historia juntos se borre cuando, seguramente, habrá muchas cosas bonitas que recordar, muchas más cosas buenas que malas, aunque en ese momento no seas capaz de verlo.
Frase especialmente no recomendada porque el genio de la lámpara puede hacer su aparición estelar y concederte el deseo para arrepentirte en menos de lo que canta un gallo. Piénsalo bien antes de decir esta frase, no vaya a ser que tu pareja la tome a pies juntillas y acabes de verdad solo, cuando no es lo que realmente quieres.
Cuando el enfado haga todo lo posible por expresarse, aunque no se manifieste en su mejor versión, para acompañar a tu pareja lo mejor posible, evita usar este tipo de palabras o frases. Lo único que lograrás es generar el efecto contrario. Mejor permitir que el cabreo se exprese y que la marea baje por sí sola.
A medida que pasa el tiempo, todos cambiamos y sería un poco extraño seguir igual que cuando estábamos en el instituto o en la universidad, si ya rondamos los cuarenta… Si te lanzas con este mensaje, concreta y di exactamente qué te gustaría que fuera como antes para valorar si es posible, y tal vez inspirar la relación con algo nuevo y que os pueda resultar agradable a los dos.
En una discusión, cuando te sientes impotente, ya sea porque no eres capaz de expresar tu enfado o porque tu pareja no es asertiva, decir “haz lo que quieras” es como “tirar la toalla”. Recuerda que eso que sea que os ha llevado a discusión, si decidís seguir juntos, seguirá ahí y volveréis a subir al ring una y otra vez hasta que quede resuelto.
En un momento de furia mental puedes llegar a decir cosas que no sientes o que tal vez sientes durante tan sólo unos segundos, pero que no son reales y que luego pasarán la factura de la culpa y del arrepentimiento, además de que puedes dañar más de lo que piensas a tu pareja.
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