NO TE PIERDAS Achucha y deja que achuchen: ganarás en salud

La ciencia lo confirma: a veces diez segundos de abrazo hacen más que un día entero de meditación. FOTO: Imagen promocional de la serie 'Valeria'.

Felicidad

La ciencia confirma lo que tu abuela ya sabía: un abrazo cura casi todo

Menos cortisol, más oxitocina: la ciencia confirma que un abrazo puede acercarte a la felicidad sin pasar por caja

Por Sara Flamenco

3 DE OCTUBRE DE 2025 / 14:00

Abrazar es un instinto presente en los individuos desde el momento mismo del nacimiento. No hay más que ver a los bebés que se estiran hasta encontrar el calor de los brazos de su madre, algo que les proporciona consuelo y bienestar. Y quizá ahí esté parte de la respuesta a qué hacer cuando estoy triste: un abrazo reduce los niveles de cortisol, estabiliza la frecuencia cardíaca y hace que el cerebro segregue oxitocina, el neurotransmisor que fomenta sentimientos de alegría y ayuda a borrar la ansiedad.

«El contacto social y el apoyo emocional entre individuos tienen efectos beneficiosos en la salud y el bienestar de los mamíferos. Reducen el estrés y promueven la liberación de hormonas como la oxitocina, conocida como la hormona del amor», asegura Beatriz Galván, psicóloga especializada en apego y trauma.La forma más sencilla de generar oxitocina cuando te preguntas qué hacer cuando estoy triste es, simplemente, abrazar a un ser querido.Y eso está al alcance de casi todos.

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La oxitocina es una hormona producida en el cerebro que actúa como neuromodulador en el organismo. Tiene un papel crucial en la socialización, el afecto, la intimidad y el parto y se libera en momentos de intimidad y conexión emocional. «Se ha demostrado que niveles elevados de oxitocina pueden ayudar a reducir los efectos negativos del trauma en el cuerpo y en la mente. Además, facilita la conexión con otras personas, promueve sentimientos de seguridad y confianza, y fortalece los lazos sociales y la recuperación emocional», explica Beatriz Galván.

En otras palabras: cuando alguien busca qué hacer cuando estoy triste, la ciencia responde con lo obvio que solemos olvidar —el contacto humano—. Y la oxitocina es la prueba química de que funciona.

Pero no sólo te hace más feliz, sino que es clave en la supervivencia de la especie. Esta hormona nos hace mejores personas. Según Galván, «puede promover la empatía, la cooperación y la solidaridad entre las personas, lo que puede ser beneficioso para afrontar situaciones difíciles y aumentar las posibilidades de sobrevivir en entornos adversos«.

Funciona asociada a otra hormona llamada vasopresina. Ambas pueden afectar a la respuesta del organismo al estrés y tienen un papel importante en la modulación de la conducta social y el comportamiento agresivo. «La oxitocina aumenta la confianza y la reciprocidad en las interacciones sociales, y también reduce la percepción del miedo y la agresión. La vasopresina está involucrada en la regulación de la conducta territorial, la agresión y la fidelidad. Se ha demostrado que niveles más altos de vasopresina están asociados con comportamientos de apareamiento y cuidado parental en los mamíferos», explica la experta.

«La oxitocina se libera en situaciones de afecto, intimidad y contacto físico. Cuando abrazamos a alguien, se libera oxitocina en nuestro cuerpo, lo que puede provocar sensaciones de bienestar, conexión emocional y reducción del estrés», asegura Galván. Un consejo de servicio que encaja con qué hacer cuando estoy triste: abraza durante diez segundos.

La ciencia ha ido más allá todavía. Según un estudio realizado por la Universidad de Londres y la Universidad de Bristol, para maximizar la producción de oxitocina, los abrazos deben durar entre cinco y diez segundos.

Durante ese rato de achuchón se produce un proceso químico: liberamos oxitocina y ella se encarga de apaciguar al cortisol que manda en nuestro estrés. Pero también tiene un componente emocional, como nos ha asegurado Beatriz Galván: «Los abrazos pueden aumentar la sensación de seguridad y bienestar, lo que también contribuye a reducir el estrés». Por eso no solo anima a abrazar a una persona cercana o querida, sino también a abrazar a una mascota o incluso a ti mismo. «Al abrazarnos a nosotros mismos, podemos experimentar sensaciones de calma, bienestar y conexión emocional«, asegura.

Además de ir achuchando por la vida, también podemos segregar este neurotransmisor practicando meditación o yoga, con las relaciones sexuales, ayudando a otras personas, escuchando música relajante o mediante la actividad física, entre otras cosas.

OTROS TEMAS WELIFE

La falta de contacto social o el aislamiento social generan efectos negativos en la salud mental y emocional. Por eso, cuando alguien busca qué hacer cuando estoy triste, también está preguntando cómo conectar más con otros. Un estudio publicado en 2020 demostró que aquellas personas con contacto social habitual son más longevas que los que no lo tienen. Algo que se reafirmó tras la pandemia, cuando la comunidad científica afirmó que el aislamiento social aumenta alrededor de un 30% el riesgo de mortalidad. Beatriz Galván nos ha especificado las consecuencias de la falta de contacto social:

  1. Aumento del estrés y la ansiedad: Galván asegura que el apoyo social es importante para mantener la salud mental, por lo que una carencia en este aspecto puede aumentar los niveles de estrés y ansiedad.
  2. Sentimientos de soledad: El aislamiento social puede llevar a sentirte solo y desconectado y eso impacta de forma negativa en la salud emocional.
  3. Depresión: «La falta de contacto social puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión. La interacción social es importante para nuestro bienestar emocional», asegura Galván.
  4. Problemas de sueño: la interacción social puede ayudar a regular el ritmo circadiano de los individuos y promover un sueño saludable, por lo que el aislamiento social afectaría en el patrón de sueño.
  5. Impacto en la salud física: «La conexión social se ha relacionado con una mejor salud cardiovascular, inmunológica y cognitiva».

Cuando la tristeza aprieta, no hace falta una fórmula enrevesada. La ciencia recuerda que un abrazo de diez segundos puede desarmar al cortisol y encender la oxitocina. También sirven otros atajos: moverse un poco, escuchar música que te calme o salir a caminar con alguien. Socializar, aunque sea en dosis pequeñas, protege contra la depresión y la ansiedad. Y algo tan simple como ayudar a otra persona activa las mismas hormonas del bienestar que un buen achuchón. En resumen: la respuesta a qué hacer cuando estoy triste suele estar más cerca —y más al alcance— de lo que pensamos.

Porque a veces la felicidad no necesita grandes planes: basta con dos brazos dispuestos.