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El autoconocimiento es clave para saber por qué evitas situaciones incómodas./ Unsplash.
MENTALIDAD
Si estás harto de dejar todo para después y que la angustia de las tareas acumuladas te consuma, atento a estos consejos de experto para evitar de una vez, y para siempre, la procrastinación.
Por Mónica Heras
28 de junio de 2022 / 10:20
Ya te hemos contado acerca de las conductas que pueden dar lugar a la procrastinación. Esa mala gestión de las emociones que nos impide enfrentarnos a todo aquello que nos resulta, de una u otra forma, incómodo. Ahora queremos ir un paso más allá ofreciéndote herramientas para salir de este bucle con algunos consejos que te ayudarán a dejar de procrastinar.
Un experto nos ha dado su visión y nos ha contado cómo se puede revertir este hábito. El psicólogo Carlos Sánchez Polo, especializado en Terapia Cognitivo-Conductual en población Infanto-juvenil y parte del equipo del Instituto Psicológico Claritas.
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1. Entender los antecedentes. Estos son los factores cuya presencia facilitan la aparición del problema. Pueden ser internos, como por ejemplo una exagerada autoexigencia; o externos, como lo sería una excesiva carga de trabajo; y pueden coexistir varios a la vez. Entender las circunstancias que van a favorecer la aparición de la procrastinación, nos va a permitir estar preparados y nos va dar información sobre qué aspectos de nuestra vida merecen una revisión.
2. Entender los consecuentes. Los factores que suceden al problema y favorecen el mantenimiento del mismo. Carlos insiste en que entender el para qué de la conducta, esto es, la función de la misma; y eso nos va a llevar a los consecuentes. Por ejemplo, si cuando evitamos una obligación conseguimos olvidarnos del problema, esto claramente es un consecuente, ya que ese alivio inmediato es lo que está fomentando que sigamos procrastinando. O si, por ejemplo, gracias a que desplazo la obligación puedo conectar con una actividad placentera y más inmediata, como puede ser Instagram, esto también es relevante de cara al mantenimiento de la procrastinación.
3. Para Carlos Sánchez Polo, la importancia de los dos puntos anteriores es que lograremos tener una secuencia de cómo suceden las cosas y llegaremos a conclusiones. Por ejemplo: “Ante este tipo de obligaciones, tiendo a desplazarlas y opto por actividades más inmediatas como Instagram o salir de copas. Esto me permite olvidarme, por lo que a corto plazo me funciona. Sin embargo, a largo me plazo se me acumulan las cosas, y me abrumo tanto que me siento incapaz de afrontarlo. Esto empeora mi situación, ya que me siento cada vez más culpable y más incapaz de organizarme y funcionar en mi día a día. De forma que cada vez procrastino más. Ahora entiendo el bucle”.
«¡Ojo! A muchos nos gusta mirar el móvil y salir con nuestros amigos. No se trata de quitarnos esas conductas placenteras, pero sí identificar cuándo las realizamos a modo escape.«
4. Cuando tengamos clara la secuencia, la clave será identificar qué antecedentes tengo que trabajarme. Si, por ejemplo, el exigirme demasiado en mis obligaciones favorece que procrastine, ya sé que tengo que trabajar ese perfeccionismo y empezar a exponerme a no realizar las tareas con tanta precisión
5. Carlos nos invita a identificar y delimitar cuáles son las situaciones en las que nos abrumamos más. «Jerarquízalas y empieza por los niveles más fáciles. Al principio, es importante que intentes tener experiencias de éxito. Empodérate y desde ahí ve escalando.»
6. Para dejar de procrastinar es importante tener una rutina, pero no busques implantarla de golpe. Ve introduciendo pequeños objetivos, sin descuidar tus necesidades más básicas. Y cuidado con el perfeccionismo en este punto. Es importante tener rutinas, pero también la capacidad de flexibilizarlas cuando las circunstancias lo requieran.
7. Es esencial cierta disciplina, pero no con una crítica destructiva. Queremos cambiar hábitos y eso requiere compromiso. Ahora bien, será fundamental la autocompasión y la capacidad de reconocernos avances.
8. Otra cosa a la que nos invita Carlos a la hora de dejar de procrastinar, es a hablar con la gente que que tenemos cerca, explicarles para que no nos culpabilicen. «Insísteles en la importancia de que te refuercen logros.»
9. Finalmente, nos propone sustituir el “soy” por “hago”. Hacemos y no somos. Si empezamos describiendo el problema por “Soy perezoso”, difícilmente vamos a cambiar hábitos, ya que la palabra “ser” es estática. Trabajamos sobre la conducta, y esta sí se puede modificar. Por ejemplo, “No es que sea perezoso, sino que he aprendido a retrasar mis obligaciones porque me siento incapaz de afrontarlas”. ¿Veis la diferencia? ¿Mucho más esperanzador, ¿verdad?
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