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Ser perfeccionista no tiene que ser visto como algo malo./ Foto: Burberry.
Salud mental
Ser perfeccionista se ve como algo malo, pero realmente es lo que se necesita (bien gestionado) para cumplir todos tus objetivos y superar cualquier reto.
Por Paka Díaz
17 de enero de 2024 / 13:48
Cuando alguien te dice que eres perfecto, normalmente reaccionas con incomodidad y lo rechazas de pleno. Se hace por modestia –o falsa modestia–, pero también porque se tiende a ver el perfeccionismo como una cualidad negativa, especialmente las mujeres. Sin embargo, lo cierto es que desarrollar tus tendencias perfeccionistas, si las tienes, puede conducirte al éxito y a desarrollar todo tu potencial.
Al observar esta tendencia al rechazo entre sus pacientes, la psicoterapeuta Katherine Morgan Schafler decidió escribir Guía para perfeccionistas que quieren perder el control. Se trata de un libro atrevido, en el que se dirige en concreto a las mujeres para que dejen de limitarse en su afán de hacer las cosas mejor que bien. Lo hace porque es a ellas, señala, a quienes más se censura por ser perfeccionistas. Por eso, afirma que lo ha escrito para “las mujeres que están hartas de ser buenas”. Porque, al final, se trata de dejar de ver a la perfeccionista que llevas dentro como una enemiga, para hacer todo lo contrario: celebrar su existencia.
El perfeccionismo, a grandes rasgos, es la tendencia a lograr de los demás, o de uno mismo, un nivel de desempeño extremadamente alto. Incluso impecable. En muchos casos, se asocia con depresión, ansiedad o trastornos alimentarios. Sin embargo, Schafler aclara que se puede enfocar de forma destructiva, pero también constructiva.
Además, recuerda que “todo el mundo tiene tendencias perfeccionistas en algo”, lo que subraya como “el deseo de tender un puente sobre el abismo entre lo ideal y lo real”. Si esos anhelos suelen ir “acompañados por el impuso de esforzarse para construir ese puente, puedes considerarte perfeccionista”. Algo que, bien encauzado, puede conducirte a triunfar en tus objetivos.
En su libro, Katherine Morgan Schafler recalca que la idea de perfeccionismo es profundamente desigual según los sexos. Mientras en los hombres se ve como un don o una habilidad positiva, en las mujeres se señala como un defecto. “No deja de ser interesante (es decir, previsible) que la presión para contener el perfeccionismo y ser perfectamente imperfecta vaya dirigida hacia las mujeres”, apunta la experta. Se pregunta dónde están las mujeres perfeccionistas célebres y recuerda que, sin embargo, “cuando Steve Jobs, Gordon Ramsay o James Cameron exigen perfección, se les exalta como genios en sus respectivos campos”.
Quizá por eso, la psicoterapeuta asegura que su consulta está llena de mujeres que luchan contra su tendencia perfeccionista. Lo hacen, explica “como respuesta a nuestro retrato colectivo del perfeccionismo, que está profundamente distorsionado y es de lo más discriminatorio”. Y recalca que el retrato que se ha hecho de verlo como algo negativo o que necesita arreglo –en concreto, subraya, el femenino–, es erróneo. Por el contrario, viene a indicar que al abrazarlo, conseguirás lo que en el fondo, y como buena perfeccionista, anhelas: brillar.
Para lograr que tu perfeccionismo sea un plus, la psicoterapeuta propone usarlo en tu beneficio de un modo sano. Para ello, explica que en las últimas décadas se ha desarrollado el perfeccionismo adaptativo, que puede ayudar a generar una mayor autoestima, niveles más altos de implicación laboral y de bienestar psicológico. Se trata de verlo como un valor, en lugar de como un problema.
“Las personas perfeccionistas adaptativas adoptan enfoques centrados en el problema y orientados a la solución”, apunta. Al hacerlo “muestran niveles más altos de motivación para lograr objetivos, y al mismo tiempo se preocupan menos y son más optimistas cuando piensan en el desempeño futuro”. Para lograrlo, hay que entender que, en lugar de evitar el perfeccionismo, hay que aprender a gestionarlo.
Para empezar a convertir a tu perfeccionismo en tu aliado lo primero es dejar de etiquetarlo como algo malo. “Nos han enseñado que perfeccionista es eso que eres antes de aprender a ser una persona sana. Ahora, amablemente, quítate de la cabeza esa tontería de «soy una perfeccionista en recuperación». No hay nada de lo tengas que recuperarte”, recomienda Katherine Morgan Schafler.
Lo siguiente sería empezar a apreciar esta cualidad tuya que te hace mirar al mundo con ojos de progreso, como una arquitecta que sueña con dejarlo mejor de lo que está. Así podrás llegar al límite de tus posibilidades. Como recalca la psicoterapeuta, “las personas perfeccionistas no se permiten que lo realista las restrinja; esta ventaja en cuanto a mentalidad tiene un valor incalculable”.
La experta explica que las mujeres reciben un montón de directrices “sobre cómo ser menos: cómo pesar menos, cómo querer menos cosas, cómo ser menos emotivas, cómo decir menos que sí y, por supuesto, cómo ser menos perfeccionistas”. Sin embargo, su libro se refiere a todo lo contrario, a cómo conseguir más y ser realmente quien eres. Porque “tu problema no es que seas una perfeccionista. Algunas de las personas más alegres, extraordinarias y satisfechas del mundo lo son. Tu problema es que no eres del todo tú mismo”, afirma. Y, cuando lo seas, brillarás.
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