Tener envidia de, por ejemplo, una amiga, puede ayudarte a saber qué quieres para ti mismo en la vida./ Foto: Gossip Girl.
Salud mental
Cómo convertir la envidia en una herramienta útil para aumentar tu autoestima
Envidiar al prójimo siempre ha estado estigmatizado y no te hace sentir bien, pero la envidia en sí misma no es negativa. De hecho, puede tener beneficios para ti si la gestionas bien.
Por Sara Flamenco
09 DE ENERO DE 2024 / 14:00
La envidia, ese sentimiento tabú que intentas ocultar o, como mucho, disfrazar de lo conocido como «envidia sana» puede hacer que te sientas infeliz. A nadie le gusta mostrar que se siente inferior a otra persona. Lo cierto es que la envidia es una emoción igual de válida que el resto, y el problema no está en sentirla, sino en qué haces con ella cuando aparece.
«La envidia es un sentimiento común en las personas, que todos hemos experimentado en alguna ocasión. Se trata del estado en el que se siente frustración, malestar o dolor ante la sensación de falta o carencia de algo, al compararte con otras personas», explica la psicóloga Beatriz Galván.
Y aquí viene la palabra clave: comparación. Si no te comparas con alguien que tiene una característica que tú anhelas, no surge la envidia. Y esta emoción puede llevar aparejada otras emociones no tan gratas, como tristeza, culpa, enfado o impotencia. Pero, ¿se puede hacer algo para dar la vuelta a la tortilla y convertir esta emoción, a priori, negativa, en algo enriquecedor para el desarrollo personal? La respuesta es sí, y vamos a enseñarte cómo.
¿Por qué puedes sentir envidia?
Antes de entrar en materia, hay que entender los diversos factores que pueden llevarte a sentir envidia, para comprender mejor en qué punto de partida te encuentras:
- Autocrítica y autoexigencia. «Si te exiges demasiado y nunca estás satisfecho con cómo eres o lo que consigues, te compararás con los demás desde ese lugar», afirma Galván. La autocrítica es esa voz negativa que remarca tus fallos y te compara con los demás, con sus logros y sus capacidades, y fija estándares de perfección imposibles. Estos hábitos perjudican tu rendimiento y la imagen personal que tienes de ti mismo.
- Baja autoestima. «El no respetarse a una mismo y no valorarse, lleva a ver en las personas que te rodean aquello de lo que tu careces», continúa. Tener una baja autoestima puede generar problemas más graves como depresión o trastornos alimentarios, al pensar que nunca llegarás a ser aquello que tú consideras adecuado porque, sencillamente, eres demasiado poco para ello.
- Tendencia a la comparación. «Si sueles compararte con los demás, esto puede generar frustración o rabia ante las diferencias encontradas», asegura. Todos nos comparamos con los demás, es normal, pero analizar tus logros y capacidades puede ayudarte a darte cuenta de que todos tenemos nuestros puntos fuertes, que no tienen por qué ser los mismos que los de aquella persona con la que te comparas, pero que también tienen su valor.
- Miedos y limitaciones. «Si experimentas miedo ante distintas situaciones, esto limita el avanzar, y puedes experimentar frustración ante ello y tender a observar a aquellas personas que sí consiguen afrontar lo que a ti te asusta», concluye la experta.
¿Cómo transformar la envidia para que te ayude a mejorar la autoestima?
Lo primero que hay que hacer es diferenciar entre un sentimiento de envidia puntual y otro habitual. Si experimentas esta emoción muy frecuentemente, puede llegar a limitar tu día a día, dificultar tus relaciones con los demás y generarte malestar emocional.
«Estos estados, mantenidos en el tiempo, pueden derivar en respuestas de rabia intensa, síntomas depresivos y ansiedad«, cuenta Galván. «Para prevenirlo, debes trabajar en tu autoestima y el autoconocimiento. Evita el compararte con los demás y aborda tus miedos. Conecta con aquello que valoras de ti mismo, poténcialo y trabaja en aquellas áreas que deseas mejorar. Enfócate en las metas que deseas conseguir, céntrate en ti y en cuidarte«, aconseja la psicóloga.
Pero si sientes envidia de forma puntual, esta emoción puede proporcionarte información muy importante sobre ti mismo. Te señala tus deseos, refleja cómo te ves a ti mismo y señala aspectos en los que quieres mejorar, aunque ni tú mismo te hayas dado cuenta. Por tanto, esta emoción en sí misma no es negativa, sino la gestión que hagas de ella. «Experimentar una respuesta puntual de envidia, no supone un problema para la persona. Puede identificar lo que siente, darse un espacio para notarlo, mirar hacia su interior, y observar con qué le conecta, qué necesidad está detrás, para poder así darle respuesta. Se enfoca así la envidia que hemos sentido hacia el crecimiento personal«, señala Beatriz Galván.
Por tanto, puedes elegir qué hacer con esa envidia para que sea más inspiradora que frustrante. Puedes darte cuenta gracias a ella de los atributos que te gustaría mejorar en lugar de sentirte mal por lo que no tienes en ese momento. Cuando comiences a sentir envidia puedes hacerte varias preguntas: ¿qué te hace sentir inferior? ¿Puedes trabajar tus propias capacidades para acercarte a ser aquello que envidias? ¿Eres capaz de identificar los aspectos que admiras de la otra persona para desarrollarlos? Y recuerda siempre que tu intención no debería ser la perfección, sino saber que estás mejorando con cada paso que das.
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