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Cotillear es una costumbre social positiva./ Foto: Pexels.
SALUD MENTAL
Aunque la idea de cotillear o contar chismes tiene muy mala fama, cada vez más psicólogos entienden que hablar de los demás cumple una importante función social.
Por María Corisco
27 de enero de 2024 / 12:35
Una charla entre amigos, colegas, compañeros de oficina. ¿Cuánto tiempo de la conversación se dedica a hablar de otras personas que no están presentes? Según un estudio publicado en Human Conversational Behaviour, entre el 55 y el 67%. ¿Es mucho, es poco? En cualquier caso, es una muestra de algo que muy probablemente te haya pasado inadvertido: las horas que se pasan dándole al cotilleo.
Es posible que pienses que tú no lo haces, y es que tanto la palabra cotilleo como la palabra chisme encierran una clara carga peyorativa. Como explica Terence Dores Cruz, investigador de la Universidad de Amsterdam, “el chisme, definido como el intercambio informal de información evaluativa sobre terceros ausentes, a menudo se percibe como un comportamiento despreciable y poco confiable, y se condena como una violación de las normas en casi todas las culturas”.
Pero, a pesar de esta percepción negativa, hay numerosos estudios académicos que defienden el interés de las personas en compartir chismes, y destacan que es algo que se observa en todo tipo de grupos sociales, desde los cazadores-recolectores hasta equipos de organizaciones modernas. “El chisme parece ser un fenómeno paradójico: se condena, pero, al mismo tiempo, está muy extendido”, señala Dores Cruz.
Y, además, para reforzar todavía más la paradoja, señala la cada vez mayor evidencia de que, cuando cotilleas, en realidad estás cumpliendo un cometido social más importante de lo que pensamos. Sobre todo, porque puede aumentar la cooperación. Habría, pues, un lado oscuro en los chismes, pero también un lado brillante.
En este sentido, los estudios científicos han explorado los aspectos positivos y negativos de hablar de otras personas, y concluyen que chismorrear de los demás puede variar según el contexto y la naturaleza de la conversación. Estos son los beneficios:
Como vemos, hablar de otros puede servir tanto para unir como para provocar desunión y conflicto.
Esto es especialmente cierto cuando malmetemos, porque la clave parece estar en qué es lo que decimos y, sobre todo, con qué intención lo hacemos.
En este sentido, en un metaanálisis de 2019 publicado en la revista Social Psychology and Personality Science se vio que, de los 52 minutos al día en promedio que los 467 participantes pasaban hablando de otros, la gran mayoría (un 75%) eran en realidad chismes neutros. Es decir, sin carga negativa ni positiva alguna.
En este estudio, tan solo un 15% de las conversaciones analizadas se consideraron chismes negativos, y un 9% se entendieron como cotilleos positivos. Por tanto, es posible que pasemos mucho tiempo hablando de los demás, pero eso no significa que haya malicia en lo que decimos.
Más aún, hay investigadores que sostienen que el cotilleo, el chisme, es un comportamiento que ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir. En este sentido, el psicólogo evolucionista Robin Dunbar, señala que sirve para difundir información valiosa: “El chisme, en un sentido amplio, desempeña distintos papeles diferentes en el mantenimiento de grupos socialmente funcionales a lo largo del tiempo”.
Asimismo, un número creciente de investigadores, apunta la psicóloga Freda-Marie Hartung, de la Universidad de Ciencias Aplicadas Rhine-Waal (Alemania), “asumen que los chismes sirven como un dispositivo policial informal para controlar a los aprovechados y tramposos sociales.
Ante la preocupación de que la información sobre comportamientos negativos corra por todos lados y pueda, en consecuencia, conducir a la pérdida de reputación o incluso a la exclusión social, impide que las personas actúen en contra de las normas sociales y el bien del grupo. Por tanto, el chisme evita que las personas actúen en contra del bien del grupo y fomenta la cooperación”.
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