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Bol con brócoli y cubiertos sobre una mesa minimalista, imagen asociada al fenómeno Skinni Societé

La estética del control también se sirve en plato pequeño. En la era del bienestar visual, comer poco se disfraza de estilo de vida saludable y se comparte como inspiración. Foto: Polina Tankilevitch / Pexels

Pagar por no comer

Skinni Societé, la secta viral que se enriquece con tu hambre

Una influencer cobra por enseñar a pasar hambre y lo llama empoderamiento. Su negocio: la inseguridad ajena

Por Marita Alonso

16 DE OCTUBRE DE 2025 / 07:30

Donald Trump quiere hacer a America Great Again.  Robert F. Kennedy, Jr. desea que America sea Healthy Again. La influencer Liv Schmidt, que todas vuelvan a ser delgadas. Es la reina de SkinniTok, un hashtag que la red social bloqueó, pero cuyo lema sigue presente: cuanto más delgadas, más guapas. Por 20 dólares anuales, los miembros de Skinni Societé, el grupo formado por Schmidt, obtienen consejos que su una vía rápida a un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) o, como poco, un puñetazo a la salud mental. 

Estas recomendaciones se resumen en dos frases: come poco y no pasa nada por pasar hambre. 

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La ultradelgadez como cruzada

La influencer de la ultradelgadez se ha hecho celebre con un lema simple y claro: estar delgada no se trata de odiar cómo estás ahora, sino de negarte a estar cómoda estando así. TikTok la expulsó, pero ello migró a Instagram, donde, desde su cuenta solo abierta a mayores de 18 años, suelta perlas como que el body possitive es «una mierda». Así, literal. 

Que la red social china la vetara abrió una especie de cruzada entre sus incondicionales contra el mundo. Ella convirtió la prohibición en parte de su marca, argumentando que era víctima de censura. Hasta la revista femenina conservadora Evie la presentaba en un perfil elogioso con el titular ¿Cancelada por ser honesta?.

Haciendo negocio del hambre ajena

Para facilitar lo de comer menos ha lanzado una vajilla con platos a escala liliputiense y, aun así, recomienda dejarse parte de la comida en el plato. Y antes de comer, ella siempre se bebé un té para engañar al hambre. «Engañar al cuerpo nunca puede ser saludable. Necesitamos fomentar una relación con nuestro cuerpo basado en la escucha de nuestras necesidades corporales, no ir en contra de nuestra propia biología. Tener hambre no puede ser castigado, rechazado… Es una señal que nos ayuda a poder vivir dando a nuestro cuerpo la energía y nutrientes que necesita”, explica Miriam Blanco, doctora en Psicología Clínica y de la Salud de Arbore TCA, un centro especializado en el tratamiento de Trastornos de Conducta Alimentaria.

Blanco considera que el comportamiento de la modelo es una conducta de riesgo. «Lleva asociado un control extremo y rígido con la alimentación, muy alejado de una relación saludable y equilibrada donde puedas comer un helado sin  sentir que si lo haces, estás fallando”, explica.

Anorexia de manual

Por su parte Leticia Plaza, nutricionista de Espacio Psiconutrición, comenta que el hecho de que la gente pueda interpretar que eso es aprender a comer es muy peligroso. Más aún una conducta totalmente patológica. «Comer una cucharada de helado y tirarlo pone de manifiesto un patrón alterado donde la persona no se permite comer por el miedo a engorda. Un helado se come y se disfruta. Por supuesto que no es recomendable tomarse cinco al día pero una persona que mantiene una relación saludable con la comida lo disfruta sin malestar ni culpa y por supuesto, sin necesidad de «compensarlo» después haciendo ejercicio», asegura.

«La presencia de un conteo obsesivo de calorías, la compensación a través del ejercicio y la promoción de la delgadez como requisito  para conseguir el éxito pone sobre la mesa un clarísimo patrón de TCA. Otra cosa es tomar un caldo o una infusión para evitar picotear antes de alguna ingesta principal. Pero en esta ‘secta’ se utiliza como mecanismo sostenido para aguantar una restricción alimentaria enfermiza. Son estrategias empleadas desde siempre por personas que padecen anorexia», comenta.

Mujeres reales tratadas como princesas de Disney

El contenido en redes sociales que persigue la delgadez es cada vez más común y peligroso. Es el caso de las denominadas dietas de las princesas Disney que promueven cientos de perfiles en TikTok: menús hipocalóricos de menos de 1.000 kilocalorías al día inspirados en los cuerpos idealizados de los personajes animados. «La mayoría de estas dietas eliminan grupos de alimentos, restringen grasas y reducen hidratos al mínimo. El resultado es un déficit energético severo que desregula por completo el sistema hormonal femenino”, explica la Dra. Ángela Llaneza, directora médica de Instituto Médico Antiaging.

Por suerte, «cada vez más mujeres entienden que la delgadez extrema no es sinónimo de salud, ni de belleza ni de bienestar sostenible. Recuperar la menstruación, la fertilidad y la vitalidad es posible. Pero requiere salir del mito de la perfección corporal y volver a confiar en el cuerpo como un sistema sabio, no como un enemigo que hay que controlar”, añade. 

Kilos de menos, violencia de más

Sus incondicionales, como Amanda Dobler, hacen apología de esta falsa religión pro-delgadez con vídeo donde se explican, por ejemplo, las 10 cosas que haces que te mantienen estancada y gorda. «No estoy aquí para mimar a la gente. Si alguien necesita un empujoncito y lo agradece, genial. He recibido muchísimos mensajes de seguidoras diciéndome que al principio no les caía bien, pero luego se dieron cuenta de que tenía razón. Eso es lo que importa”, explicaba a Evie en respuesta a quienes dicen que tiene un tono violento con sus seguidoras.

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Pasar hambre de forma voluntaria es patológico

Leticia Plaza explica que uno de los grandes peligros es normalizar situaciones que no lo son. «Detrás de estás conductas hay una enfermedad y permitir que eso se normalice pone en riesgo a la sociedad, especialmente a grupos más vulnerables. La promoción de la extrema delgadez siempre es un peligro que pone en riesgo la salud. Los trastornos alimentos han sido y son enfermedades graves con efectos a nivel físico y mental y este tipo de grupos hace apología de ello», asegura.

Sostiene que estos contenidos los crean personas enfermas con un TCA. “Sus mensajes pueden ser muy dañinos para una sociedad en la que se lidia continuamente con el peso de la estética y la delgadez. En los últimos años ha crecido la prevalencia de TCA y el acceso a este tipo de mensajes, con grupos donde se promueve la delgadez cómo mecanismo de éxito a cualquier precio, así como la normalización de la enfermedad y de todas estas conductas patológicas, contribuye a aumentarlo. Y lo que es peor, retrasa su detección y tratamiento», sentencia. 

Porque, como asegura en The Atlantic Annie Joy Williams, «no necesitas una receta para estar ultradelgada. Solo una mala relación con la comida, alimentada por una desconocida esbelta que te grita lemas con mala leche».

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