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A pesar de que hay ciertos alimentos con muchas propiedades, un exceso de ellos puede ser muy perjudicial./ Foto: Pexels.
Alimentación
Presentes en las espinacas, los boniatos o la cúrcuma, hay que controlar la cantidad que ingerimos para evitarnos problemas.
Por Paka Díaz
25 de mayo de 2024 / 09:30
En 2019, el actor Liam Hemsworth, se perdió el estreno de una película porque sufrió un episodio de cálculos renales que hubo que operar. El ex de Miley Cyrus tenía sólo 29 años. No entendía nada, ya que llevaba una dieta saludable y hacía mucho ejercicio. Un año después, contó a la revista Men’s Health que cuando pasó, se sentía sin energía, apático. En aquella época, cada mañana tomaba cinco puñados de espinacas, leche de almendras, mantequilla de almendras y algunas proteínas veganas en un smoothie. “Yo pensaba que era super saludable”, dijo. En realidad, luego fue consciente de que aquellos superalimentos suponían un exceso de oxalato para su organismo que le produjeron piedras en el riñón.
Lo cuenta la nutricionista Sally K. Norton en su libro Superalimentos tóxicos. A ella le ocurrió algo muy parecido.
El oxalato está compuesto por una sustancias tóxicas presentes en algunos alimentos y plantas, pero también en el organismo, que lo produce como producto de desecho. Al ser absorbido en el tubo digestivo, forma oxalato de calcio, una sal poco soluble que puede cristalizar y, entre otras cosas, puede obstaculizar los conductos renales.
La autora explica en su libro que “para la mayoría de las plantas, el ácido oxálico y los cristales de oxalato son básicos para su crecimiento, supervivencia y reproducción». Pero, también, “son armas secretas en la guerra defensiva por evitar ser ingeridas”.
Además de para gestionar el calcio o capturar luz solar, los poderes tóxicos del ácido oxálico sirven a las plantas para evitar a los hongos infeccioso o depredadores como insectos y otros animales. Una toxicidad que, en grandes cantidades, afecta también a los seres humanos.
Para Sally K. Norton, licenciada en Ciencias de la Nutrición por la Universidad de Cornell y con un máster en Salud Pública por la Universidad de Carolina del Norte, la investigación de los daños que podía causar el oxalato comenzó por ella misma.
Aquejada de fuertes dolores de espalda y una inflamación articular crónica, que llegaban a limitar su movilidad, además de robarle su energía y hasta su alegría, la especialista en estilo de vida saludable no comprendía nada. Su dieta a base de vegetales y superalimentos orgánicos era casi perfecta. O eso pensaba ella. Lo cierto es que el consumo habitual de espinacas, remolacha o cúrcuma en grandes cantidades le causaba todos esos problemas.
“Unos niveles relativamente comunes, e incluso moderados, de oxalato en una dieta habitual pueden exacerbar los habituales dolores y molestias de la vida: malestar digestivo, inflamación articular, problemas crónicos en la piel, niebla mental o problemas en el estado de ánimo, además del deterioro de la salud asociado al envejecimiento ‘normal’”, advierte la consultora dietética y coach. Además señala que, como en el caso del actor Liam Hemsworth, pueden aparecer los dolorosos cálculos en el riñón, que “en un 80% están formados por oxalato, procedente en su mayoría de los alimentos que comemos”.
Para ella, cambiar la dieta supuso una iluminación: sus problemas desaparecieron. La experiencia personal de la consultora dietética y coach estadounidense es el eje de Superalimentos tóxicos. Pero no sólo la suya.
Tras investigar el tema, Norton comprendió que tenía que alzar la voz para advertir de los peligros de los oxalatos. Así, comenzó a dar charlas y a hacer reuniones divulgativas. Entonces, empezó a encontrarse con gente que había vivido una situación muy parecida a la suya. Mucha gente. La escritora cuenta muchos de los casos en el libro.
Por eso, alerta de que se trata de un problema en aumento: “Los alimentos ricos en oxalato se emplean cada vez más como alimentos básicos diarios”. En el libro señala que, sólo en Estados Unidos, los boniatos y las espinacas —dos alimentos muy ricos en oxalato— son los cultivos que más han aumentado su producción. Los boniatos en un 38%, y las espinacas en un 51%.
Entre los síntomas de ingerir demasiado oxalato que Norton señala en Superalimentos tóxicos, se encuentran sentir rigidez en el cuello o los hombros, las contracturas, tener inflamación articular intermitente o crónica, la gota o la artritis. Además, señala que, con frecuencia, las personas afectadas sufren una profunda falta de ánimo.
Otros síntomas que cuenta son el picor o sequedad en los ojos, ver moscas volantes, tener un sarro excesivo en los dientes o hipersensibilidad dental. Sufrir infecciones urinarias con frecuencia o indigestión, reflujo, hinchazón, también puede indicar una sobrecarga de oxalato. Además de problemas digestivos, como indigestión, reflujo, hinchazón abdominal, estreñimiento o síndrome del intestino irritable.
Y recuerda que el consumo regular en exceso puede dañar la salud ósea, algo que puede dañar en mayor medida a las mujeres en la menopausia.
Un consumo excesivo de alimentos saludables, como las espinacas, boniatos o cúrcuma, puede provocar un exceso de oxalato.
Para evitarlo, Sally K. Norton propone hacer tres meses de una dieta de alimentos bajos en oxalato. Habría que hacerla por fases, que explica concienzudamente en su libro. Y recomienda encarecidamente hacer un proceso lento y observar los cambios que se producen.
“Tu primer objetivo es reducir de forma constante, pero no eliminar completamente, los alimentos con oxalato”, recuerda. ya que puntualiza que “la toxicidad del oxalato no es como la enfermedad celíaca o una alergia a los cacahuetes, que requiere la eliminación total de ingredientes concretos”.
De entre los alimentos más ricos en oxalato que comemos habitualmente, destacan algunos muy presentes en las dietas saludables, como el boniato que contiene unos 200 mg por taza, o las acelgas de penca roja o las hojas de remolacha: media tazas de ellas cocidas contiene unos 400 mg de oxalato. También serían altos en oxalato las almendras, el chocolate, la zanahoria, el curry, la quinoa, la pimienta negra o la canela.
Para empezar, se pueden apostar por sustituir estos alimentos por otros bajos en oxalato, como col, rúcula, cebollas, nabos, arroz blanco y coco. Además, hay más, como la pimienta blanca, el ajo, los dátiles, las manzanas, o las uvas sin pepitas, los melocotones, el melón o la sandía. Y los aguacates, siempre que estén maduros; los verdes contienen más oxalato. Por eso, la nutricionista anima a controlarlo y tener en cuenta que una dieta baja en oxalato debería limitar el consumo a aproximadamente 50 miligramos al día.
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