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Las frutas y verduras son ricas en multitud de vitaminas con un potente efecto antiinflamatorio. FOTO: Pexels.

Alimentación

Las seis vitaminas antiinflamatorias más eficaces están en estos alimentos

Las vitaminas A, C, E, D y K, así como las del grupo B, pueden obtenerse fácilmente a través de la dieta y son muy eficaces para prevenir y combatir la inflamación crónica.

Por Marcos López

18 de agosto de 2024 / 08:30

La inflamación es un proceso que orquesta el sistema inmune para hacer frente a los microorganismos que, como los virus o bacterias, son identificados como dañinos por el propio organismo. También es la respuesta natural que se activa para curar una lesión. Por tanto, la inflamación es absolutamente necesaria. Pero hay un problema. Y es que de prolongarse en el tiempo y durar no días, sino meses e incluso años, puede provocar la aparición de enfermedades muy graves y potencialmente letales.

El doctor Fernando José García, del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (SUMMA 112), explica que «para regular esta inflamación, el organismo produce citoquinas proinflamatorias, unas proteínas específicas que en caso de ser liberadas de forma continua durante un amplio periodo de tiempo acaban dañando diversos órganos».

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La buena noticia es que esta inflamación crónica puede ser combatida a través de la dieta. Tomando alimentos ricos en nutrientes con capacidad para prevenirla o, en su defecto, tratarla. Por ejemplo, muy especialmente, las vitaminas. Te contamos cuáles tienen mayor poder antiinflamatorio y los principales alimentos de los que pueden obtenerse.

Vitamina A

La vitamina A evita, como ha observado la Universidad Tecnológica de Texas, que el sistema inmune se propase en sus funciones y acabe atacando al propio organismo. O dicho de otra manera: que se desencadene la inflamación crónica. Así, como ha demostrado la Universidad de Emory, la deficiencia de esta vitamina se asocia al desarrollo de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, el lupus o la diabetes tipo I.

La vitamina A es esencial. Sus bajos niveles, apunta el doctor García, «también aumentan el riesgo de infecciones». Pero tampoco hay que pasarse: los adultos requieren entre 700 y 900 microgramos al día, y su ingesta excesiva podría ser tóxica. Es muy fácil de obtener pues se encuentra de forma natural en multitud de alimentos como espinacas, zanahorias, melón, albaricoques, huevos, hígado, pescados como los arenques, el salmón o el congrio y los lácteos.

Vitamina B

No hay que ir mucho más allá en el abecedario. La siguiente vitamina con efecto inflamatorio, como constata la Universidad de Belgrado, es la B. O más exactamente, las del grupo B. Principalmente la B6, la B12 y la B9. Se encuentran sobre todo en el atún, el salmón y los garbanzos (B6); en las almejas, los huevos y los productos lácteos (B12); y en las verduras de hoja verde como las espinacas y las coles de Bruselas (B9).

Vitamina C

La vitamina C o ácido ascórbico es, como destaca el doctor García, «un potente antioxidante que protege a las células de los radicales libres que causan la inflamación». Se recomienda tomarla a diario y no sólo cuando se está resfriado. Sobre todo a través de la ingesta de frutas como los cítricos, las fresas o el camu-camu; y de verduras como la coliflor, la patata, las coles de Bruselas, las espinacas y el tomate. Sin pasarse, pues se corre el riesgo de una sobredosis que provoque dolor abdominal, diarrea, migraña y náuseas. Entre 75 y 90 miligramos diarios son suficientes para un adulto.

Vitamina D

La vitamina D, como ha constatado la Universidad de Limerick, también combate la inflamación. Y para contar con unos niveles adecuados, hay que dejarse bañar por los rayos del sol, que harán que el cuerpo la produzca de forma natural. Lo que parece que no hace una gran parte de la población española. Aunque también puede obtenerse del consumo de pescados grasos como el salmón y la caballa y del hígado. Y en último término, siempre se puede recurrir a los suplementos.

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Vitamina E

También tiene, como han confirmado investigadores de la Universidad de Ciencias Médicas de Lorestán, propiedades antioxidantes y antinflamatorias. Puede obtenerse a partir de las almendras, las pipas de girasol, los aceites vegetales y, en menor cantidad, de las espinacas y el brócoli.

Vitamina K

La vitamina K es «ampliamente conocida por su papel en la cascada de coagulación que, asimismo, tiene un efecto antiinflamatorio», refiere el doctor García. También es esencial para una buena salud ósea, por lo que debe ingerirse a través de la dieta, por ejemplo de las verduras de hoja verde como la col, el brócoli y el kale. No se requieren dosis muy altas: entre 90 y 120 microgramos al día. Una vez más, no hay que pasarse, pues su acumulación en exceso conlleva un riesgo, aunque mínimo, de coágulos sanguíneos.

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