Anusara: el yoga del corazón para mejorar tu fortaleza, flexibilidad y paz interior

Estás a punto de explotar. No puedes quitarte de la cabeza el momento de (alta) tensión que has vivido en tu trabajo. Pero el pasado, pasado está. Tienes que templar los nervios y seguir adelante. Frenar los latidos de tu corazón desbocado y dejar que tu mente recupere el control sobre tu cuerpo. Para lo que el mindfulness y los ejercicios de respiración resultan muy útiles. Mejor aún el yoga, que además de procurarte la tan ansiada tranquilidad te ayuda a mantenerte en forma. Así que ha llegado el momento de calmarse y ejercitarse. De practicar yoga. Más concretamente, el Anusara o yoga del corazón.

Montserrat Martorell Casanova, monitora de yoga, explica que “el Anusara yoga es un método moderno de Hatha yoga que te invita a fluir con la corriente de tu corazón, a ver la vida con más perspectiva y reconocer la belleza en ti”. Te contamos todo lo que este tipo de yoga puede hacer por ti.

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Cuida cuerpo y mente en conexión con la naturaleza

No hay salud si el cuerpo o la mente sufren. Si no se cumple el precepto básico mens sana in corpore sano acuñado por el poeta romano Juvenal en el segundo siglo de nuestra era. Así lo habían comprendido más de cuatro milenios antes en la India con la práctica del yoga, una disciplina en la que, combinando ejercicio físico y meditación, se busca el equilibrio entre el cuerpo, la mente y las emociones. Ponte en forma mientras destierras la ansiedad y el estrés.

Puede que el Anusara no cuente con un recorrido tan extenso como otros tipos de yoga. De hecho, su origen se remonta a 1997, cuando fue ideado por John Friend a partir del Hatha Yoga y de la filosofía tántrica no dual con el objetivo de que todo el mundo se valore a sí mismo y a sus prójimos tal cual son y acepte con naturalidad las situaciones que le ha tocado vivir. Todo ello, como indicó su propio creador, “fluyendo con la gracia, con la naturaleza, y siguiendo a tu corazón”.

Pensar antes de actuar

Jacalyn Prete, coach de Salud y Bienestar y monitora de Anusara yoga, apunta que “a través de sus Principios Universales de Alineación, el Anusara nos enseña a tomar las cosas con calma y a escuchar antes de emprender cualquier acción. Lo que nos ayuda a sintonizarnos con nuestra propia fuente de sabiduría y gracia”.

Es mucho más que reducir el estrés y lograr la necesaria paz interior. Como sucede con otros tipos de yoga, la práctica del Anusara, cuyas asanas, apunta el Colectivo Sattva, “van de dentro hacia afuera, buscando abrir el corazón”, también tiene efectos muy positivos para el cuerpo, caso de una mejora de la flexibilidad y de la postura, y un incremento de la fuerza y de la resistencia muscular. A cualquier edad. No en vano, el yoga es un ejercicio idóneo para realizar en todas las etapas de la vida.

Tres posturas para practicar Anusara yoga

Las asanas que se practican en el Anusara son comunes a la del Hatha yoga, si bien se omiten aquellas que, por resultar demasiado forzadas, pueden romper la armonía interior. El objetivo no es controlar la mente y el cuerpo desde el exterior. Por el contrario, las asanas se originan desde la coherencia de la conexión interna, siendo las tres más comunes:

• Perro boca abajo (adho mukha svanasana): una asana ideal para comenzar la sesión, dado que relaja tanto la mente como el flujo sanguíneo. Para realizarla, colócate boca abajo y, con las manos y los pies apoyados en el suelo, sube la cadera para que tu cuerpo adopte la forma de una pirámide. Fortalecerá tus músculos isquiotibiales y abdominales y mejorará tu digestión.

• Luna creciente (anjaneyasana): estira una pierna y apóyala completamente en el suelo desde la rodilla hasta el empeine mientras mantienes la otra pierna flexionada. A su vez, arquea la espalda hacia atrás y eleva ambos brazos, siempre rectos, hacia arriba. De esta manera se estirarán un gran número de músculos de todo el cuerpo y se fortalecerán el abdomen, los tobillos, las piernas y los brazos. Además, la apertura del pecho mejorará tu capacidad respiratoria.
• Postura de la grulla (bakasana): apoya las palmas de las manos en el suelo, en línea con tus hombros y los dedos abiertos, y eleva el cuerpo con las piernas flexionadas para que las rodillas contacten con el pecho. Es cierto que es una postura exigente, pero merece, y mucho, la pena: fortalecerá tus brazos, hombros, abdominales y pectorales, a la vez que mejorará tu equilibrio y coordinación general.