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La ashwagandha se toma en suplementos y nos ayuda con las consecuencias de la ansiedad./ Imagen: Pexels.
CUERPO
Ha viajado desde la India y el sudeste asiático para hacerse con un hueco en nuestra cartera de suplementos medicinales. Te contamos cómo tienes que tomarla y cuándo debes evitarla.
Por María Corisco
8 de noviembre de 2023 / 15:01
Su nombre nos remite a parajes lejanos y a herbarios recónditos y, ciertamente, nos tenemos que ir hasta la India para encontrar el origen de la ashwagandha (Withania somnífera). Conocido también como ginseng indio o cereza de invierno, las raíces y hojas de este pequeño arbusto de flores amarillas se han utilizado desde hace miles de años en la medicina tradicional ayurvédica como remedio para aliviar el estrés, aumentar los niveles de energía y mejorar la concentración. Desde hace unos años, su popularidad crecido en Occidente, y cada vez es más frecuente encontrarnos con suplementos que la contienen.
Esta popularidad ha propiciado un gran número de investigaciones encaminadas a ver el alcance de sus propiedades, y la gran mayoría coinciden en señalar que se trata de una planta adaptógena, es decir, que puede ayudar al cuerpo a adaptarse y manejar el estrés de manera más efectiva. Pero van más lejos: este estudio, por ejemplo, concluye que “la raíz del fármaco ayurvédico W. somnifera (Aswagandha) parece una medicina tradicional prometedora, segura y eficaz para el tratamiento de la esquizofrenia, el estrés crónico, el insomnio, la ansiedad, la mejora de la memoria y la función cognitiva, el trastorno obsesivo-compulsivo, la artritis reumatoide, la diabetes tipo 2 y la infertilidad masculina”.
También destaca su “actividad promotora de la fertilidad en mujeres, del crecimiento en niños y como adyuvante para la reducción de la fatiga y la mejora de la calidad de vida entre pacientes con cáncer sometidos a quimioterapia”.
Otra revisión de estudios reconoce que “la ashwagandha posee propiedades antiinflamatorias, antitumorales, antiestrés, antioxidantes, inmunomoduladoras, hematopoyéticas y rejuvenecedoras. También parece ejercer una influencia positiva sobre los sistemas endocrino, cardiopulmonar y nervioso central”.
Su papel en la reducción de los niveles de cortisol en el cuerpo es uno de los aspectos más estudiados. Hay que matizar que no se trata tanto de que la ashwagandha prevenga la ansiedad o el estrés, sino que su función sería aliviar los efectos secundarios derivados de un estado de ansiedad o estrés crónico.
En este sentido, otra revisión de ensayos clínicos concluyó que, en lo que se refiere a estrés y ansiedad, “la mayoría de los estudios concluyeron, con una mejora significativa, en los síntomas del grupo que tomaba W. Somnifera en comparación con una variedad de controles, incluidos placebo y psicoterapia”. No obstante, también advierte que, si bien la ashwagandha “parece aliviar estas afecciones prevalentes en estos ensayos controlados limitados, es esencial realizar investigaciones adicionales en muestras más grandes y en contextos más clínicos para validar sus capacidades terapéuticas para un uso generalizado”.
De todas las revisiones, parece llegarse a la conclusión de que, efectivamente, la ashwagandha tiene propiedades beneficiosas para la salud. Pero, como señalan los autores, “los mecanismos de acción de estas propiedades no se comprenden completamente”. No sólo eso: es común que todos apunten a la necesidad de llevar a cabo ensayos clínicos que puedan ayudar a identificar las dosis adecuadas y la forma de utilización de esta planta.
Podemos encontrar en la farmacia todo tipo de suplementos con ashwagandha pero, ¿cómo elegir cuál debemos tomar? La indicación sería consultar con el farmacéutico. Así, Fernando Hidalgo, vocal de Plantas Medicinales del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada, apunta que “la ashwagandha cuenta con propiedades farmacológicas como adaptógeno y antiinflamatorio que vienen derivadas de su composición”. Y añade que “entre sus usos más comunes está su empleo para las afecciones relacionadas con el estrés y el insomnio”.
En cuanto a su forma de utilización, señala que «hay que tener en cuenta que las dosis varían y son diferentes en función de la forma de ingerirla». Así, podemos distinguir:
Asimismo, advierte que “no debemos utilizar ashwagandha junto con ansiolíticos como las benzodiacepinas, salvo hacerlo bajo control por el profesional sanitario facultativo”.
Los estudios apuntan a que los componentes de la ashwagandha tienen poca o ninguna toxicidad asociada cuando se toma en las dosis recomendadas. No obstante, como sucede con cualquier suplemento o hierba, puede haber efectos adversos en algunas personas, especialmente cuando se consume en exceso o en combinación con ciertos medicamentos.
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