
Las pieles más finas, claras y seca, así como los rostros de facciones suaves son más propensos a mostrar descolgamiento y flacidez. FOTO: Pexels
BELLEZA
Arturo Álvarez-Bautista, cosmetólogo: «Una crema no levanta un pómulo caído, pero sí puede mejorar la calidad del colágeno»
La respuesta es rotunda: no. Sin embargo, si se suma constancia, buenos hábitos y activos adecuados, se puede mejorar la firmeza en algo más de un mes. Lo explica el cosmetólogo Arturo Álvarez-Bautista.
11 DE JUNIO DE 2025 / 14:02
Más sutil que las arrugas. Menos evidente que las manchas. La flacidez aparece de repente (o eso pensamos), generalmente a partir de los 40 o 45 años, y pasa a ser una de las mayores preocupaciones estéticas de las mujeres en esta edad, por delante de esas otras. De hecho, algunos estudios han estimado que la falta de firmeza, más allá de otros signos cutáneos, puede echarnos entre tres y cinco años encima. «Es como ese invitado que nadie quiere en la fiesta, pero que insiste en quedarse», ilustra el químico y cosmetólogo Arturo Álvarez-Bautista, fundador de la marca de cosmética Arturo Alba.
Precisamente es esa persistencia lo que llega a convertir a la flacidez en una pequeña pesadilla cuando se acerca la menopausia. Uno de los motivos es su origen multifactorial. Por un lado, el descenso estrogénico: su caída arrastra consigo al colágeno. Si bien el organismo empieza a disminuir la producción de esta proteína a partir de los 25 años, es cuando se entra en los 40 cuando el proceso se acelera abruptamente. Los dermatólogos suelen estimular que desde entonces el colágeno disminuye a un ritmo del 1% anual. Es más: según la Academia Americana de Dermatología durante los cinco años posteriores a la llegada de la menopausia el porcentaje se dispara al 30% (tras eso, el declive se suaviza y se sitúa en el 2% anual).
Los otros culpables silenciosos de la flacidez
Pero no todo son hormonas. Si bien, como apunta el experto, que también es doctor en Nanomedicina, «el descenso hormonal es el director de orquesta» hay otros culpables silenciosos que le acompañan. «Enfermedades crónicas como la diabetes, ciertos medicamentos (corticoides, inmunosupresores), la ansiedad crónica, que no solo afecta al ánimo sino también a los fibroblastos…» Además, señala la influencia de algunos malos hábitos sobre la flacidez. Como seguir una rutina de limpieza facial agresiva o deficiente, ya que, sea por exceso o por defecto, «compromete la función barrera y favorece la inflamación de bajo grado«. » Y ojo con el alcohol y el azúcar, que no solo influyen en el peso: también glican tu colágeno con una eficacia aterradora», advierte.


Cuándo hay que empezar a ocuparse de la falta de firmeza
Dermatólogos, médicos estéticos y otros expertos en la piel coinciden en que, a partir de los 40, las mujeres suelen buscar, sobre todo, herramientas para combatir la flacidez. Sin embargo, este signo no se presenta de un día para otro. Arturo Álvarez-Bautista explica que lo hace progresivamente y de forma silenciosa: «el surco nasogeniano se marca más, los párpados caen… Así hasta que el óvalo facial se difumina y aparece el efecto hámster en las mejillas«. Es entonces cuando el espejo ya no devuelve el contorno de siempre. También es común notar la piel más fina, frágil y poco tonificada.

El problema es que cuando llega ese momento es mucho más difícil recuperar la firmeza perdida. «Ojalá empezáramos a ocuparnos antes de preocuparnos. A partir de los 35 ya se pueden introducir rutinas preventivas. No es alarmismo, es mantenimiento», aconseja. Entre esas buenas costumbres las más sencillas —y que muestran, según el experto, mejores resultados—son el cuidado tópico bien diseñado y constante y algo tan básico como mejorar la calidad del sueño. Además, es importante tener en cuenta otro aspecto. Las pieles más finas, claras y secas son el blanco perfecto para la flacidez. Así como los rostros con facciones suaves (conocidos como baby face) y estructuras óseas menos marcadas. En ambos casos, es aún más importante apostar por la prevención.
¿Funcionan las cremas efecto lifting?
Llegado el momento de ponerse manos a la obra surge una duda razonable: ¿funcionará realmente esa crema efecto lifting formulada para lo que llaman pieles maduras? El cosmetólogo es tajante: «Una crema no levanta un pómulo caído, pero sí puede mejorar la calidad del colágeno, reforzar la dermis y devolver tensión al tejido. Eso ya es mucho. Hablamos de mejorar, no de revertir completamente». Eso sí, ni todo vale ni a todo el mundo le vale. Para empezar, hay que elegir una fórmula completa. A saber: «con péptidos, retinoides, factores de crecimiento o derivados biotecnológicos».
De forma más concreta, Álvarez-Bautista destaca los péptidos como el Matrixyl, la vitamina C estabilizada, el ácido ursólico y el DMAE, que en su forma pura (dimetilaminoetanol) mejora la tonicidad y tiene efecto tensor inmediato. «Por supuesto, los factores de crecimiento. Son la gran promesa de la cosmética avanzada, capaces de estimular la actividad fibroblástica y restaurar la matriz extracelular. No hacen milagros, pero son lo más parecido que tenemos a una orden directa para que la piel se ponga a trabajar». E insiste que por muy eficaz y bien formulada que esté esa crema «no esperes que te recoja los tejidos como un lifting».
Sumar para ganar (alguna batalla) a la flacidez
Más allá de la cosmética existen muchas y diversas soluciones que prometen devolverle al rostro toda su firmeza y lozanía al margen de la edad. Arturo reitera la idea: «Que nadie se crea que se puede detener el tiempo». Lo que sí se puede hacer es sumar estímulos y cuidarse con constancia. Para resultados más visibles y sostenidos en el tiempo hay que mirar hacia la aparatología de última generación. El cosmetólogo tiene su trío favorito. «Morpheus8, que combina radiofrecuencia fraccionada con microagujas para estimular colágeno en profundidad; Thermage, que actúa con radiofrecuencia monopolar para tensar desde dentro sin agujas; y Ultherapy, basado en ultrasonidos focalizados que alcanzan las capas más profundas sin dañar la superficie. Cada uno tiene su indicación y su perfil ideal de paciente».
De nuevo, insiste. «No es cirugía, pero tampoco es crema: requiere criterio, manos expertas y expectativas realistas». ¿Y los masajes en casa con piedras gua-sha o rodillos de jade? ¿Sirven de algo? «Sí, pero con matices. No recolocan los tejidos —eso suena precioso, pero no ocurre—, sino que estimulan la microcirculación, mejoran el drenaje linfático y provocan una ligera inflamación controlada que puede dar una apariencia más firme y luminosa, al menos durante unas horas». Lo importante, en este caso, no es el objeto («da igual usar el gua-sha, una cuchara de plata de Christofle o una de acero del Ikea»), es el masaje lo que importa. En definitiva, la flacidez no tiene por qué ser una pesadilla. Cremas adecuadas, masajes, buenos hábitos y, si se quiere, algún tratamiento pueden modularla. Pero, como en todo al hablar de belleza no existen milagros y de poco sirve luchar contra el espejo.
WeLife hoy
Aceitunas y microbiotaEstudiar mejorAdolescentes y ansiedadSentirte soloRutina cavernícolaSiguenos :)