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Los angiomas en cereza aparecen con el paso de los años y, dada su naturaleza benigna, no requieren ser extirpados./ Foto: Pexels.
Cuerpo
Superada la treintena, tu cuerpo se llena de angiomas en cereza. Unos puntos rojos benignos que no te provocan ninguna molestia más allá de la estética. Y que no te puedes quitar en casa.
Por Marcos López
2 de mayo de 2024 / 09:00
El día ha sido duro. Así que nada mejor para culminarlo que disfrutar de un buen baño caliente que te ayuda a relajarte y a conciliar ese sueño reparador que tanto necesitas. Pero una vez sales de la bañera y, ya frente al espejo, te dispones a secarte, observas que tu piel se ha visto decorada con la irrupción de un nuevo lunar. Otro más, y ya van unos cuantos, desde que celebraste tu trigésimo cumpleaños. Lo que no es motivo de preocupación. De hecho, es lo más normal. Y no son realmente lunares, sino «angiomas en cereza». Te contamos por qué aparecen (spolier: edad) y cómo eliminarlos.
En realidad, estos puntos rojizos tienen muchos nombres: angioma en o de cereza, puntos rubí, puntos rojos y, según la terminología médica, puntos de Campbell de Morgan. Da igual. Cumplidos los 30 empiezan a aflorar por todo el cuerpo, sobre todo en el tronco y extremidades superiores. Más en los varones que en las mujeres.
Una vez más: no te preocupes. Como explica la doctora Andrea Suárez, especialista en Dermatología, «básicamente, los angiomas en cereza son una pequeña colección de capilares sanguíneos dilatados que confluyen justo bajo la piel. Y además de ser súper comunes según envejecemos, son benignos y no requieren ser extirpados».
No son concentraciones de melanocitos, esto es, las células que hacen que adquieras una tez morena cuando te expones al sol, en la piel. Es decir, aunque parezcan lunares, no lo son. Y aunque generalmente tengan el color brillante de la sangre, pueden adquirir una pigmentación rojiza mucho más oscura. Como sangre coagulada. No importa: con independencia de su tonalidad, ni pican, ni sangran.
Los angiomas en cereza están directamente asociados, como ha demostrado el Instituto Berghofer de Investigación Médica en Brisbane, con el paso de los años. Su aparición se inicia en la treintena y se dispara llegada la cuarentena, siendo mayores no sólo en frecuencia, sino también en tamaño. Lo que no implica que no haya adolescentes, hasta un 7% según la Universidad de Medicina de Faisalabad, que no los luzcan. Pero cumplidos los 75, son la norma, llegando a presentarse en el 75% de los casos.
Pero los genes también tienen mucho que decir. La Universidad de Harvard ha identificado distintas mutaciones que aumentan la probabilidad de su aparición. También los cambios bruscos en los niveles de hormonas, lo que explica que igualmente aparezcan, como indica la experta, durante el embarazo y el postparto, cuando los niveles de prolactina, responsable de aumentar la producción de leche por las glándulas mamarias, están por las nubes.
Por el contrario, el estrés y la ansiedad no tienen nada que ver con los puntos rubí. Aunque es posible que lucirlos sí te provoque estrés. Así que da igual que los tenga todo el mundo y que sean asintomáticos. Quieres una piel sin máculas, como cuando eras un bebé. Te agobian, y aunque no te supongan ninguna molestia más allá de la meramente estética, decides eliminarlos. Para lo que te tendrás que poner en manos de los dermatólogos.
Como apunta la doctora Suárez, «hay unos procedimientos muy sencillos que los especialistas en el cuidado de la piel podemos realizar en nuestras consultas para extirparlos. Fundamentalmente, con electrodesecación y crioterapia».
Y esto es muy importante: aunque las redes sociales prometan tratamientos milagrosos, muchos de ellos naturales, para quitarte de encima estos puntos rojos, la ciencia no ha avalado ningún remedio casero. Consúltalo con tu médico. También en el caso improbable de que sangren, piquen, supuren o tengan un tamaño desmesurado –suelen medir entre uno y seis milímetros–, con lo que habría que quitarlos.
Un último apunte: que los hagas desaparecer no implica que no vuelvan a aflorar. Como concluye la doctora Suárez, «eliminarlos no evitará que vuelvan a aparecer, ya sea en el mismo lugar u otro. Y cuantos más años cumplas, más aparecerán».
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