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El perdón ansioso no es una muestra de amabilidad, sino un mecanismo de defensa que impacta negativamente en la autoestima y en las relaciones con los demás. FOTO: Getty Images.

Mente

La ansiedad de pedir perdón por todo: por qué tienes que dejar de disculparte todo el rato

Pedir perdón cuando has cometido un error hará que te sientas mejor. Pero hacerlo sin ningún motivo, y todo el tiempo, tendrá un impacto muy negativo sobre tu autoestima y tus relaciones.

Por Marcos López

28 DE DICIEMBRE DE 2024 / 07:30

Nadie es infalible. Todo el mundo se equivoca en alguna, o muchas, ocasiones. Así que cometido, y reconocido, el error, no queda otra que apelar a la compasión ajena. Pedir perdón. De una forma humilde y, sobre todo, sincera. Lo que no sucede con las personas que no dejan de disculparse por todo. Incluso cuando no han metido la pata. Un hábito que podría denominarse como perdón ansioso y que, lejos de limpiar la conciencia o enmendar una falta, no hace ningún bien a quien lo practica.

Elena Jiménez, psicóloga clínica, explica que “hay personas que, aun no habiendo cometido un error, piden perdón de forma compulsiva para evitar los conflictos o complacer a los demás. Un arrepentimiento perpetuo que implica un sentimiento de culpa y que tiene un impacto negativo sobre la autoestima”.

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Disculparte te hará sentir mejor

Solicitar la absolución por un yerro no siempre resulta fácil. No en vano, merma la autoestima del perpetrador, que al aceptar su equivocación está reconociendo no sólo ante los demás, sino también ante sí mismo, que no es la persona tan perfecta que pretendía ser. Y más importante aún, se deja el control en manos de la víctima, a quien se le otorga el poder de aceptar, o no, las disculpas. Da igual. Pedir perdón siempre hará que te sientas mejor. Aunque hay personas que llevan esta solicitud al extremo y no se quitan las disculpas de la boca.

Buscan calmar su ansiedad

El perdón ansioso se enmarca en las conocidos como conductas de seguridad, término que, apunta Elena Jiménez, “define aquellas estrategias o acciones inmediatas a las que recurren las personas para sentirse más seguras ante una situación que les genera malestar. Unas conductas que, por lo general, les procuran un alivio prácticamente inmediato de los síntomas de la ansiedad”. Es el caso, por ejemplo, de la procrastinación ante una tarea desagradable o tediosa, o de la evitación de todo contacto visual con una persona que creemos que nos quiere mal.

En realidad, utilizar una treta para dar esquinazo, aun momentáneo, a una situación que genera incomodidad no es en sí malo. El problema viene cuando estas conductas de seguridad se emplean continuamente y, por tanto, nunca se afronta la situación causante de la ansiedad. Lo que tiene consecuencias muy negativas. Como ocurriría con la procrastinación. No pasa nada por que pospongas una tarea para hacer algo que realmente te gusta. Pero es muy distinto si lo conviertes en la norma: entregar todas tus tareas fuera de plazo te va a costar el trabajo. Y el perdón ansioso tampoco tiene nada de bueno.

Pone en riesgo tus relaciones

No importa que se haya cometido o no un desliz. La persona que practica el perdón ansioso se disculpará sin remedio. Dando una imagen de absoluta falta de confianza en sí misma, cuando no algo peor. De hecho, apunta la experta, “en el ámbito laboral, los compañeros y jefes pueden atribuir las disculpas por absolutamente todo a que la persona es víctima del perfeccionismo o del síndrome del impostor”. Además, las repetidas solicitudes de absolución sin venir a cuento pueden acabar resultando muy irritantes y afectar a las relaciones, incluidas las de pareja.

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Pero es peor aún para el penitente compulsivo. Tanto sentimiento de culpa, aun injustificado, tiene su coste sobre la autoestima. Como también lo tiene la adopción de la actitud de eterna sumisión con la que se busca evitar toda confrontación y agradar a los demás.

Deja de pedir perdón por todo

En definitiva, el perdón ansioso no es una muestra de amabilidad hacia los demás, sino un mecanismo de defensa que impacta negativamente en la autoestima y relaciones del penitente. Así que ha llegado el momento de dejar de disculparse todo el tiempo. Como concluye Elena Jiménez, “la clave para poner fin a esta conducta está en aprender a reconocer el sentimiento de ansiedad y anticipar cuándo va a aparecer”.

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