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Pedir perdón y saber perdonar nos hace más libres y felices./ Foto: Pexels.

Salud mental

Cómo aprender a pedir perdón para ser más feliz

El perdón es esencial para la convivencia. También para sentirnos ligeros y libres. Nos cuesta pedirlo, pero lograrlo nos hace más fuertes y felices.

Por Paka Díaz

8 de mayo de 2023 / 06:30

Una de las grandes sorpresas del libro Biología de la gentileza, de Daniel Lumera, referente de las ciencias del bienestar, y la doctora Immaculata De Vivo, epidemióloga de la Harvard Medical School, es la defensa del perdón que realizan. No son los únicos que han hablado del perdón a lo largo de la historia. Las personas se hacen mejores cuando deciden perdonar y, sin embargo, hacerlo suele costarnos mucho. Hablamos con Daniel Lumera para que nos ayude a encontrar el camino hacia el perdón.

Perdonar es importante tanto para nosotros mismos como para los que nos rodean. “El perdón es otra medicina natural muy poderosa que se utiliza ante todo para tratar los conflictos, el estrés y crear relaciones sanas, felices y duraderas para procesar nuestro pasado, para resolver lo que queda pendiente, las heridas emocionales de la traición, del abandono, de la pérdida de autoestima”, corrobora el experto.

Los beneficios del perdón

El autor explica que “el perdón funciona ante todo potenciando la capacidad que tenemos de transformar lo que es una situación de sufrimiento en una oportunidad, en una posibilidad de crecimiento, en una posibilidad de integrar aspectos de nosotros mismos que nos permitan desarrollar virtudes como la paciencia, la constancia, la empatía, la compasión, la gratitud”.

“Cualquier cosa que haya sucedido en nuestro pasado, si se procesa a través del perdón, nos hace sentir un profundo sentimiento de gratitud”, matiza Lumera, “incluso si fue algo muy doloroso, porque nos permitió evolucionar y crecer”.

Qué significa perdonar

Eso sí, el autor deja claro que hay que comprender a qué se refieren. “El perdón del que estamos hablando no es el perdón tal y como se entiende comúnmente. En primer lugar, perdonar no significa olvidar lo sucedido, sino recordarlo con claridad y vaciar esa memoria del contenido de dolor y sufrimiento”, apunta. Se trata no de “justificar lo sucedido, pero sí tratar de comprender las razones que movieron a la otra persona, que muchas veces son razones de inconsciencia, desamor y dolor por su parte”.

Y también clarifica que no se trata de pasar del tema, todo lo contrario. “Perdonar tampoco significa no reaccionar. Significa actuar libre de odio, de resentimiento, de ira, actuar libre de todas estas cosas, dejándose llevar sólo por la claridad, la lucidez, la conciencia, la compasión y la empatía. Actuar, defenderse, actuar libre de dolor y sufrimiento”, cuenta y señala que es “un acto de valentía”.

¿Por qué nos resulta tan difícil perdonar y pedir perdón?

Las razones por las que nos cuesta tanto pedir perdón son múltiples y suelen tener que ver con nuestro ego. “Primero, nos apegamos al dolor, al sufrimiento, a situaciones que crean toxicidad”, explica Lumera. “Permanecemos apegados a quienes nos han hecho daño a través de cadenas de ira, resentimiento, culpa, impotencia y frustración. No nos damos cuenta de que al alimentar esas relaciones que mantenemos, damos poder a esas personas”.

Sin embargo, quedarnos estancando en ello nos genera dolor. “El problema es que nos apegamos a situaciones que nos crean sufrimiento porque ese sufrimiento también nos da seguridad. Tenemos mucho más miedo a exponernos a lo desconocido, al cambio, a la transformación”, cuenta el autor.

Nos cuesta perdonar por el miedo al amor

La razón por la que nos ocurre es que “tenemos más miedo al amor que al dolor, porque el amor no nos hace dormir, nos hace caminar sobre brasas, nos hace perder el control y, sobre todo, tenemos miedo a la felicidad y al poder de ese amor”. Eso también nos lleva a mostrar “resistencia al perdón, porque creemos que es un acto de debilidad, y que la ira, el resentimiento son una forma de protegernos, de defendernos de los demás, una forma de crear un escudo, pero ese escudo también se convierte en una cárcel”.

Así, Daniel Lumera muestra que “es el concepto erróneo que tenemos del perdón lo que nos hace resistirnos a él, porque creemos que perdonar no sólo es una debilidad, sino que permite que la otra persona siga haciéndonos daño, y que, por tanto, es sinónimo de estupidez y de incapacidad para defendernos. En realidad, no es así”.

Perdonar es de fuertes (y listos)

Cómo decía Gandhi, el perdón es un atributo de las personas fuertes de espíritu. Quizá por eso no hay mayor muestra de grandeza que perdonar. Lumera va más allá: “Perdonar, como he explicado antes, no es reaccionar a través del dolor, pero sigue siendo actuar desde un estado de conciencia y lucidez. Si se entienden bien las razones del perdón, queda claro que perdonar merece la pena: desde el punto de vista de la salud, del bienestar individual y de la calidad de las relaciones».

Para lograrlo, Lumera explica que hay que “primero deshacernos de todas las ideas preconcebidas que tenemos del perdón y que nos impiden comprender su enorme poder terapéutico. El hecho de que no es una debilidad sino una fortaleza, y que aplicar este tipo de técnicas y enfoques (descritos en el libro), aporta grandes beneficios en términos de salud personal, bienestar relacional e integración de las dinámicas que crean sufrimiento en nuestras vidas.”

Cómo perdonar

Para aprender a perdonar, nada mejor que convertir la amabilidad en un hábito. Daniel Lumera recomienda cuatro actos de gentileza: ser amable contigo mismo, con los que te rodean y con los animales y plantas, y por último respetar el lugar en el que vives. Hacerlo ayuda a entrar en contacto con nuestra gentileza, con la compasión que llevamos en el interior.

Pero además nos sugiere poner en marcha un entretenido ejercicio. “Les puedes añadir crear un cuaderno de gentileza, donde anotar actos de gentileza cada día. Esto es un reto y debería durar 28 días”, explica. «Es decir, 28 días de entrenamiento en la gentileza para convertirla en un hábito de cada día».

La técnica de las tres cartas

Además, para aprender a pedir perdón de todo corazón, Lumera recomienda una manera fácil de hacerlo, la técnica de las tres cartas. “En la primera carta, escribe el nombre de la persona y todas las razones por las que quieres perdonarla, durante al menos 7 minutos”, anima el escritor.

“En la segunda carta, durante otros 7 minutos, escribes todas las razones por las que quieres pedir perdón a esa persona. Siempre hay una razón para pedir perdón: pedimos perdón porque le odiamos, porque no fuimos capaces de comprenderle, porque permitimos que nos hiciera daño… siempre hay razones para pedir perdón”, explica.

Después, toca escribir la última misiva. “Durante otros 7 minutos, escribe la tercera y última carta: la carta de agradecimiento. Escribimos «gracias por» y seguimos con todas las razones por las que damos las gracias a esa persona”, sugiere el autor. Esas gracias suponen un fuerte mandato. “Cuando sentimos que «la carta de agradecimiento» nos hace sentir bien y nos ha llevado a un estado de ligereza y plenitud, significa que el proceso de perdón ha empezado a funcionar en nosotros y que ya podemos dar un primer paso relacional para integrar lo sucedido”, explica el autor. Llegados a ese punto, asegura que el perdón habrá llegado al corazón y nos hará sentirnos, ahora sí, ligeros y felices.

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