Divorcio gris, la tendencia de parejas que arrasa en España y acaba con los matrimonios a los 50

Has compartido media vida con tu pareja: hijos, hipotecas, familia política y todo tipo de ataduras más o menos deseadas. Y ahora, pasados los 50 y cuando se supone que ya no queda sino buscar la estabilidad de la madurez, te divorcias. No eres un caso aislado, ni mucho menos: aun cuando se trata de una tendencia que ha pasado de puntillas, casi de forma invisible, lo cierto es que en los últimos años ha ido aumentando el número de personas que se divorcian en la mediana edad.

Es el llamado divorcio gris. Gris por las canas de la pareja, gris también porque se ha movido en el rango sottovoce de los fenómenos sociodemográficos. Como indica María Puertas, abogada especializada en derecho de familia, “las cifras de divorcio en España no dejan de aumentar. Esto sucede tanto en los jóvenes como en los mayores, y el incremento es notable entre personas en la cincuentena o incluso más adelante”.

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Así, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los últimos años se ha registrado un aumento en el porcentaje de divorcios entre personas de entre 50 y 64 años, hasta el punto de que, en 2019, supusieron el 25% de las rupturas. Es una tendencia similar a la registrada en los países de nuestro entorno.

Causas del divorcio gris

“La mayoría de estos divorcios se producen en matrimonios de larga duración, con más de 20 o 30 años juntos”, explica María Puertas, que desde su experiencia acompañando a parejas en el proceso señala que “a menudo la causa está en cambios vitales, como la proximidad de la jubilación o el nido vacío”.

• Independencia financiera. Con el tiempo, más mujeres han ido formando parte del mercado laboral y han ganado independencia financiera. “Frente a otras etapas anteriores, en las que la mujer dependía económicamente del marido, esta autonomía ha contribuido a que se sientan más libres para romper una relación”.
• Cambio en las normas sociales. Atrás quedaron los días en los que el divorcio suponía un baldón, una deshonra. La disminución del estigma social asociado a una ruptura ha permitido que más personas mayores tomen la decisión de separarse.
• Expectativa de vida. Con una mayor esperanza de vida, muchas personas mayores buscan nuevas oportunidades de felicidad y realización personal, lo que puede incluir la decisión de divorciarse.
• Relaciones desgastadas. También pesan los problemas acumulados a lo largo de los años, como la falta de comunicación, infidelidades, diferencias irreconciliables, o simplemente haberse distanciado con el tiempo.
• Crecimiento personal. Con el paso de los años, uno puede sentir que ha crecido y evolucionado, desarrollando intereses y metas diferentes que sus parejas ya no comparten.

El nido vacío, inicio de una nueva etapa

Tradicionalmente se habla de nido vacío para referirse a esa sensación de soledad que muchas personas, especialmente mujeres, experimentan cuando sus hijos se independizan y se van de casa. Pero también se puede vivir en positivo, señala María Puertas: “Es frecuente encontrarse con personas que, una vez que ya sus hijos han emprendido el vuelo, sienten la tranquilidad del deber cumplido, se dan permiso para empezar a pensar en ellas y se ven con capacidad para tomar una decisión tan importante como es el divorcio”.

No son solo los hijos, sino un montón de pequeñas cosas que van ligadas al matrimonio, sobre todo a los de larga duración. Como explica Sonia Díaz Rois, coach y especialista en gestión de la ira, “el matrimonio es uno de los contratos que más letra pequeña tienen. Casarse con alguien no solo significa jurarse amor eterno y honrar eso de hasta que la muerte nos separe; implica también anexos varios como renovar votos cada día, tal vez tener hijos en común, pagar una hipoteca, conocer y llevarse bien con otra familia… Y podemos vernos enredados en algo que creíamos sería de una manera y está siendo de otra».

A eso se suman la evolución de cada uno de los miembros, y también la evolución como pareja. “Es algo que te puede aproximar, pero también alejar. Y va a depender también de si has ido resolviendo las diferencias, o si las has ido dejando aparcadas a un lado”, señala Díaz Rois. Los años van pasando, puede que no sientas que las cosas van como tú habrías deseado, pero “si te has visto atrapada en todos esos anexos y extras que van surgiendo, tal vez consideres que es mejor esperar un momento más oportuno para disolver esa relación”.

Este momento más oportuno puede venir dado por distintas causas, explica: “Puede ser que uno se sienta más fuerte para decidir poner fin, que la hipoteca ya esté pagada (o casi), que los hijos sean ya mayorcitos para que no les afecte tanto y también el hecho de llegar a una edad en la que sientes que no tienes ya mucho que perder, pero sí mucho que ganar. Por ejemplo, las mujeres suelen pensar eso de mejor sola que mal acompañada”.