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La misogamia es el rechazo o aversión hacia el matrimonio. FOTO: Escena de Los Bridgerton.

Mente

Qué es la misogamia, la nueva forma de relación que arrasa en España e inquieta a los solteros

La misogamia es el rechazo o aversión hacia el matrimonio, una formalidad que cada vez convence a menos parejas.

Por Sara Flamenco

08 DE OCTUBRE DE 2024 / 13:57

Series como Los Bridgerton muestran la importancia que se le daba al matrimonio en el siglo XIX, sobre todo para las mujeres. Importancia que ha ido decayendo poco a poco hasta llegar a la actualidad, donde cada vez son menos los que se plantean como imprescindible sellar formalmente su destino junto al de otra persona. Según el último informe Transformación y crisis de la institución matrimonial en España, elaborado por el Observatorio Demográfico del CEU (con datos del INE y Eurostat), en torno al 50% de los españoles jóvenes y de mediana edad no se casaría nunca, y un porcentaje similar de matrimonios españoles acaba en divorcio.

La idea de ligar el matrimonio a una fastuosa celebración echa para atrás cada vez a más parejas, que suelen estar más preocupadas por pagar el alquiler que un vestido de novia. Por eso otros tantos eligen no celebrar el momento de la unión, y optan sencillamente por legalizar la situación para mantenerse a cubierto ante posibles eventualidades.

En esta caída, los matrimonios religiosos son los que han sufrido el mayor descalabro: si en 1980 el 96% de los matrimonios se celebraban por la Iglesia, en la actualidad no llegan al 22%. A ello se suman, además, las personas que reconocen que no se casarían por nada del mundo, algo que se conoce como misogamia.

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En qué consiste la misogamia

La misogamia es el rechazo o aversión hacia el matrimonio. Este término data de mediados del siglo XVII y proviene del griego misos, que significa odio, y gamos, que significa matrimonio. Sin embargo, no se trata de un odio hacia el matrimonio en sí, sino más bien de una aversión a la institución matrimonial y a los roles tradicionales asociados a ella. Las personas misógamas, en general, prefieren relaciones libres de compromisos formales y legales. Valoran la independencia, la autonomía y la flexibilidad que ofrece una relación no matrimonial.

Pero un rechazo al matrimonio no implica un rechazo al compromiso. Así lo explica la psicóloga Beatriz Galván: «Las personas pueden decidir no casarse por distintas causas, como experiencias anteriores, creencias personales o la preferencia por relaciones no tradicionales. El compromiso puede manifestarse de distintas maneras, como por ejemplo tener una relación de pareja estable y duradera sin la necesidad de formalizarla a través del matrimonio. El matrimonio es una de las muchas formas de expresar el compromiso, y su ausencia no implica automáticamente un rechazo», indica.

Hoy en día, con el cambio de las estructuras familiares y la caída de la popularidad del matrimonio, la misogamia puede ser vista más como una elección de vida por la que cada vez optan más personas que como una postura marginal. Porque, aunque se defina como odio, hay quienes practican este modo de vivir simplemente porque no quieren comprometerse de manera legal.

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Las razones detrás de la misogamia

Las personas que experimentan misogamia pueden tener múltiples razones para su rechazo al matrimonio. Por ejemplo, hay quienes ven la unión formal como una restricción de la libertad que limita las opciones y aspiraciones individuales. Pero esto no significa que rechacen las relaciones románticas o a la convivencia con una pareja. De hecho, pueden tener relaciones estables, pero prefieren no formalizarlas a través del matrimonio. Otras personas pueden haber tenido experiencias negativas en relaciones anteriores o haber observado las dificultades y conflictos que el matrimonio puede traer, sobre todo a nivel legal y de reparto de bienes. «Si hemos vivido situaciones difíciles o traumáticas en relaciones previas, estas experiencias pueden dejar huellas emocionales que afectarán a la forma en que nos relacionamos con los demás. Pueden generar alteraciones emocionales, dificultades para relacionarnos, miedo al compromiso, desconfianza…», indica Galván.

Por no hablar, claro, del cambio de perspectiva con respecto a la institución del matrimonio. Se ha mencionado la serie Los Bridgerton como ejemplo de la importancia que se le ha dado tradicionalmente al matrimonio. Y puede servir también para ilustrar que en épocas pasadas casarse era la única vía que una mujer tenía para salir de su casa y ser libre (aunque en realidad pasaba de ser controlada por su padre a ser controlada por su esposo). Afortunadamente esto ha cambiado, y el hecho de que hoy no pocas mujeres se opongan al matrimonio remite más al deseo de revalidar su propia libertad e independencia.

Y no sólo hablamos del un mayor número de personas que optan por no casarse. También vivimos un momento en el que el número de divorcios también es más alto. «Las expectativas sobre las relaciones han cambiado; muchas personas buscan mayor satisfacción emocional y personal en su relación. En algunos casos, ante dificultades o conflictos en la relación, este aspecto puede llevar a optar por la separación antes que el trabajo en la relación de pareja», asegura Beatriz Galván. Pero por supuesto, cada caso es único. «El aumento en el número de divorcios también puede verse afectado por una mayor aceptación social del divorcio o por la independencia económica de los diferentes miembros de la pareja», concluye.

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