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No todos tenemos el mismo nivel de deseo, pero si es algo habitual puede generar preocupaciones./ Imagen: Friends.
SALUD MENTAL
Si la falta de deseo sexual es algo habitual, además de acudir al especialista, ciertos alimentos, el ejercicio y las fantasías te pueden ayudar.
Por María Corisco
10 de noviembre de 2023 / 08:20
No siempre se tienen ganas ni todos tenemos el mismo nivel de deseo, ni siquiera uno mismo siente el mismo deseo sexual en todos los momentos de su vida. Pero es cierto que cuando deja de ser algo puntual y la falta de deseo llega a convertirse en algo habitual, termina por provocar sentimientos encontrados y angustias.
“Cada uno de nosotros atravesamos momentos en los que sentimos deseo con mayor o menor intensidad, y es absolutamente normal”, explica la sexóloga Almudena Ferrer. “El problema puede surgir porque estamos en una sociedad hipersexualizada en la que se supone que deberíamos desear mucho. Esta casi imposición por ser superdeseantes puede agobiarnos si sentimos que no cumplimos, que no damos la talla”.
El primer punto, por tanto, sería entender que, si la ausencia de deseo no nos causa ningún problema, no debemos darle muchas más vueltas. Pero, si nos preocupa o inquieta, debemos intervenir. “Habría que averiguar cuáles son las circunstancias por las que ese deseo ha desaparecido. Muy a menudo se trata de un cuadro de estrés. Son muchos los estudios que han analizado este factor y han concluido que el estrés, directamente, aniquila el deseo”.
Esta relación entre estrés y deseo es compleja, añade la experta. “Es posible, cuando tenemos ansiedad, que sintamos deseo, pero que nos cueste muchísimo tener placer. Es muy complicado obtener satisfacción sexual con un cuadro de estrés que puede producirse por mil factores. No debemos olvidar que el deseo es un modelo biopsicosocial, por lo que el problema puede tener raíces biológicas, psicológicas o sociales, y hay que analizar por qué sucede”.
Una vez analizado qué nos ocurre y por qué, podemos plantearnos qué hacer, como activar nuestro impulso, nuestro deseo.
Con respecto a los afrodisiacos, no hay que olvidar el papel que juega el efecto placebo. “Si crees que algo que te tomas puede tener efecto sobre tu libido, es muy posible que te funcione. La intención es importante. Eso sí, es muy importante recordar que hay que tener mucho cuidado a la hora de elegir qué nos tomamos», señala la experta.
En general, los compuestos que se han vendido como afrodisiacos, son “productos que tienen zinc, cafeína, L-arginina, ashwagandha… La cafeína es estimulante, el zinc está relacionado con la salud sexual, la ashwagandha con la reducción del estrés…” Pero, insiste, “el veneno está en la dosis. Cualquier cosa que tomemos, que sea con garantías”.
Alimentación
Hay determinados alimentos que, precisamente por sus componentes, pueden ayudar a activarnos. Las ostras, por ejemplo, tienen un alto contenido en zinc, lo cual no quiere decir, por supuesto, que nos garantice un deseo inmediato. “El chocolate es un excitante. Si nos vamos al cacao puro, excita el olfato, tiene una textura que se derrite… La experiencia es muy sensorial”.
Una vez más, la intención cuenta: si planeamos una cena íntima con ingredientes que pensamos que nos pueden activar, ya ponemos la primera piedra para que eso suceda realmente.
Fantasías sexuales
“Cumplen un papel importante. Imagínate que estás en casa tranquilamente y tienes una fantasía sexual; a partir de ese momento, ya empiezas a liberar hormonas, tu pupila se dilata, la sangre fluye más. El cuerpo se activa y surge una respuesta sexual. Solo por el hecho de tener una fantasía”, explica Ferrer.
A partir de aquí, la experta sugiere que recobremos nuestra capacidad de fantasear, “porque trabajarla ayuda muchísimo a reconectar con tu deseo”.
¿Estás tan inapetente que ni siquiera te apetece imaginar un escenario que te excite? “Es verdad que requiere un esfuerzo mental, tienes que poner una intención y desarrollarla”, añade.
Ejercicio físico
“Está sobradamente comprobado que ayuda mucho al deseo y a la función sexual”. Entre las razones, encontramos la liberación de endorfinas, que actúan como analgésicos naturales y mejoran el estado de ánimo, lo que reduce el estrés y la ansiedad. Asimismo, el ejercicio puede ayudar a regular los niveles hormonales, entre los que se incluyen los que están relacionados con el deseo sexual. Por ejemplo, puede aumentar la producción de testosterona.
Finalmente, no podemos dejar de lado el papel de la psicología o la sexología. “Nos falta muchísima educación sexual, no sabemos qué podemos esperar del deseo, cómo lo podemos hacer funcionar. Y también es muy importante desmontar creencias, como la de que los hombres siempre están dispuestos, y que son las mujeres las que no tienen deseo. Se ha metido mucha presión a los varones”, concluye la experta.
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