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No quererte a ti mismo y poner tus necesidades detrás de las de tu pareja afecta a tu amor propio./ Foto: The Kooples.

Salud mental

Empieza a priorizarte: por qué ponerte en el último lugar daña tu autoestima (y tu relación)

Para mejorar la felicidad, tienes que empezar a entender tus necesidades y deseos como fundamentales.

Por Paka Díaz

26 de enero de 2024 / 13:00

«Sin ti no soy nada», dice una canción de Amaral. Para un experto en relaciones de pareja, esa frase sería, en sí misma, una bandera roja. Una alerta de que algo no funciona bien en tu entendimiento de lo que es amar. Porque, muchas veces, en las relaciones, las personas tienden a olvidarse de sí mismas para centrarse en el otro. Y, sin embargo, los expertos advierten que hay que hacer justo lo contrario, poner el foco en la persona más importante de tu vida: tú. Eso, además, puede reavivar tu relación amorosa.

En el libro De tanto amarte, me olvidé de mí, Walter Riso habla justo de eso. En este interesante manual, enseña cómo aprender a centrarse en uno mismo, por encima de los demás. El resultado puede ser muy beneficioso. Y no sólo para uno mismo, también las relaciones amorosas mejoran.

Menos presión, más autoestima suele ser una combinación ganadora. “Tu valía personal depende especialmente de ti y no de alguien que te avale, sea quien sea”, recuerda Riso. “No digo que no puedas amar hasta la coronilla, lo que sostengo es que también debes amarte hasta la coronilla”. Ese debería de ser uno de los mantras del amor.

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Amarte a ti mismo no es ser narcisista

Amar significa muchas cosas, pero nunca debería de suponer renunciar a uno mismo o prestarse menos atención. Muchas veces se entiende el amor como sacrificio o estar pendiente todo el tiempo de la otra persona. Así, al final, quien se ve más afectado es uno mismo. También, a veces, sentimos reparos de ponernos delante por una falsa concepción del narcisismo. Por eso, Walter Riso recuerda que “quererse a uno mismo sanamente es autocuidado, autorres­peto y autogobierno, entre otros autos”.

El experto subraya que “quererse a uno mismo no significa que te conviertas necesariamente en un narcisista”.

Para dejarlo claro, explica que las características del narcisismo son “un enorme sentimiento de grandiosidad, adobado con tres manifestaciones del ego: egocentrismo, egolatría y egoísmo”. Mientras que el amor por uno mismo, de forma constructiva, supone “ejercer y defender los derechos personales, por encima del amor y más allá de él. El buen amor no debilita, sino que fortalece y expande tu humanidad”.

Por qué no hay que olvidarse de uno mismo

Sin embargo, a veces, al iniciar la relación de pareja la persona se puede centrar tanto en la otra persona que puede iniciar con rapidez el proceso de olvidarse de sí misma. En otras ocasiones, este proceso, advierte Riso, “también puede ser sutil y lento, y ampararse en las buenas costumbres”.

Sería el caso de las parejas que crean un esquema de autosacrificio. O sea, que se dedican a anteponer las necesidades de los demás, a expensas de la propia satisfacción. De ese modo, evitan el dolor ajeno y sentirse culpables. Por el contrario, se sienten buenas personas y creen que mantienen un vínculo emocional, como señala el psicólogo cognitivo Jeffrey Young.

Sin embargo, lo que realmente ocurre es que generan una dependencia emocional de la otra persona. Además, con rapidez disminuye la autoestima, mientras crecen las inseguridades. El resultado es perjudicial tanto para uno mismo, como para la persona con la que se comparte la relación que, pese a recibir tanta atención, puede acabar por agobiarse.

Cuatro creencias que debilitan el amor propio

Según señala Riso en su libro De tanto amarte, me olvidé de mí, hay cuatro creencias que alimentan el apego afectivo, o sea, la dependencia emocional. Además, debilitan el amor propio. Así, no es de extrañar que si se siguen a pies juntillas, la persona acabe por olvidarse de sí misma.

La primera sería ese «sin ti no soy nada» con el que comenzaba este artículo. Pensar así conduce a cosificarse. De modo que necesitas que la presencia de quien amas te avale para existir como persona.

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La otras tres ideas son «tú me defines», «tú le das sentido a mi vida» y «tú lo eres todo para mí». Las tres encierran un túnel hacía un apego afectivo dependiente.

“Estas cuatro formas de pensar, socialmente aceptadas y promovidas por la cultura del amor romántico, acaban con todo amor saludable”, apunta Riso. Y señala que están tan normalizadas, “que, si las asumes, la gente te ala­bará, dirá que amas con locura y te felicitarán, cuando en realidad deberían darte el pésame”.

Para evitarlas, el experto anima a tomar conciencia de uno mismo, valorarse y dejar de pensar en un amor todopoderoso para centrarse en uno que, sobre todo, sea sano y en igualdad, también afectiva. De ese modo, dejarás de ponerte en último lugar para ocupar el primer puesto, junto a la persona a la que amas.

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