La misofonía es una alteración neurológica ultra sensible que hace que te molesten intensamente sonidos cotidianos, como masticar o carraspear. FOTO: Pexels/ ©KarolinaGrabowska.
MENTE
Cómo saber si tienes misofonía, la alteración neurológica que te hace ultra sensible al sonido
Esta condición genera reacciones emocionales muy intensas al percibir determinados sonidos que para el resto de personas son imperceptibles.
Por Paka Díaz
11 DE NOVIEMBRE DE 2024 / 07:59
Masticar, comer chicle, teclear, carraspear… Todos son gestos que solemos repetir varias veces al día. No importa con quién estés, algunos, como respirar, son de hecho imprescindibles para la vida. Pero, ¿qué pasa cuando algo tan cotidiano como el sonido de una respiración, puede llegar a sacar de quicio a alguien? Eso es justo lo que le ocurre a las personas con misofonía, o síndrome de sensibilidad selectiva al sonido.
Esta condición hace que en el momento en que la persona registra uno de esos sonidos se dispare en ella una reacción inmediata, que va desde la incomodidad hasta la ansiedad, un fuerte agobio e, incluso, la ira. La cantante Amaia Romero ha reconocido en más de una ocasión que sufre misofonía desde pequeña. También ha hablado de las limitaciones que ello le supone en su día a día.
En realidad, aunque se calcula que entre un 15 y un 20% de la población sufre misofonía, se trata de una condición poco popular. Eso fue, precisamente, lo que hizo que la psicóloga Celia Incio del Río se interesara por ello. “Tras todos los años de formación de grado y posgrados, jamás había oído hablar sobre la misofonía”, cuenta, “sin embargo, en la práctica clínica me encontré con personas que acudían sufriendo una serie de síntomas que limitaban completamente sus vidas. Totalmente desesperanzadas por no saber qué les ocurría, ni si podían recibir tratamiento”. Como experta ha creado el centro Celia Misofonía, donde dirige a un equipo de psicólogas. “Nuestro objetivo es visibilizar y ayudar a otras personas a adquirir las herramientas para que deje de condicionar su día a día”, asegura.
Qué es la misofonía
Celia Incio del Río cuenta que los pacientes con misofonía llegaban a su consulta “pensando que eran unos maniáticos, que les pasaba algo rarísimo y que no tenía solución. La sorpresa de que una condición tan incapacitante y que sufrían tantísimas personas, apenas tuviese visibilidad”. La misofonía, explica la experta, es una condición neurológica que provoca reacciones emocionales intensas ante sonidos comunes, como masticar, respirar, carraspear. “Sonidos que podemos encontrar en la oficina, como teclear, o en nuestra convivencia con vecinos o ladridos de perros de alrededor”, matiza.
Estos ruidos, inofensivos para la mayoría de las personas, generan respuestas extremas de irritación, ansiedad o incluso ira en las personas con misofonía. “Una de sus características, es que esta reacción suele ser aún más intensa si proviene de determinadas personas, como familiares o pareja. También en algunos contextos, como en nuestra propia casa, lugar de trabajo, etcétera”, aclara la experta. Además, recalca que “la misofonía no se trata simplemente de una molestia, sino de una alteración que puede llegar a ser incapacitante si no se maneja adecuadamente”.
Cómo puede afectar la misofonía
“La misofonía puede llegar a determinar el bienestar en la vida diaria de una persona”, así de contundente es Celia Incio del Río respecto a las consecuencias de padecer esta condición que nos puede llegar a afectar mucho en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, quienes la tienen “a menudo evitan situaciones sociales donde están presentes los sonidos que desencadenan sus reacciones, como una comida familiar, ir al cine, el transporte público o dormir con alguien”.
Por eso, la experta indica que la misofonía puede provocar aislamiento social o dificultades en el entorno laboral o académico. “Y si no llegan a evitarlas, la ansiedad e hipervigilancia que suelen experimentar supone un gran impacto en su salud mental”, alerta. Pero además, esta condición también afecta la percepción que las personas tienen de sí mismas. “Pueden sentirse culpables, incomprendidas, y/o verse como demasiado sensibles o exageradas”, afirma la psicóloga que recuerda que otros síntomas, como la ansiedad o la ira, “pueden deteriorar las relaciones con los demás. Al no ser comprendida la magnitud del malestar que generan ciertos sonidos, puede ser el caldo de cultivo perfecto para conflictos y distanciamientos”.
Síntomas de misofonía: cómo detectarla
Muchas personas padecen los síntomas de la misofonía sin saberlo, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento”. Entre ellos la experta destaca “que ruidos cotidianos te causan un malestar fuera de lo común, te sientes incapaz de tolerarlos o te generan un estrés significativo”. Otros síntomas pueden ser físicos, como “aumento del ritmo cardíaco, sudoración o tensión muscular. Y sentir una necesidad de huir o enfrentarte a la persona que está emitiendo el sonido”.
Celia Incio del Río señala la importancia de que una figura pública como Amaia Romero compartiera que padece misofonía. “Tuvo un gran impacto en la visibilización. Ayudó a que muchas personas se sintieran comprendidas y validadas y puso el foco en la necesidad de informar sobre las causas, síntomas y tratamientos”, apunta.
Cómo tratar la misofonía
Mientras la psicóloga confirma que no se puede prevenir, la buena noticia es que la misofonía sí que se puede tratar con una terapia que ayuda a modificar la respuesta emocional ante los sonidos desencadenantes. “Usamos diferentes recursos, como la gestión y reestructuración emocional, la adquisición de recursos de afrontamiento, el entrenamiento de atención…”, enumera. El objetivo es “entrenar al cerebro para reducir las reacciones desproporcionadas, los pensamientos automáticos de odio o repulsión ante el sonido, y las conductas de huida, evitación o lucha hacia el emisor del mismo”, explica la profesional.
Si bien señala que este trabajo requiere constancia y práctica, consiste en reducir gradualmente la intensidad de la reacción emocional frente a estos sonidos. La meta es conseguir que “el cerebro compruebe que puede permanecer ante el sonido. Que se descondicione ese estímulo como algo peligroso ante lo que estar alerta”.
La terapia se desarrolla en paralelo con estrategias cognitivas para variar la forma en que las personas con misofonía interpretan los sonidos desencadenantes, como cuando escuchas música que no te gsuta. Eso sí, Celia Incio del Río recalca que no se deben de “hacer experimentos por su cuenta, como exponerse al sonido de forma forzosa, ya que puede agravar la sintomatología”. Y concluye que “lo más importante es no tirar la toalla, ya que es posible manejar la misofonía y lograr que deje de limitar su día a día”.
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