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Vivir a toda prisa altera las células de tu cuerpo. / Foto: Louis Vuitton.
Salud mental
Vivir corriendo puede generarte problemas de estrés, ansiedad y dolores físicos. Descubre cómo solucionarlo.
15 de abril de 2024 / 07:30
Correr a todas partes parece que es el ingrediente principal de cada casa. Te levantas de un salto, te duchas rápido, desayunas a toda prisa y te vas de casa preocupado por coger el autobús. Casi todo el mundo vive en frenesí y este ritmo no sólo forma parte del día a día, sino también de los propósitos y metas que te pones. Llevar un estilo de vida marcado por la prisa hace que tu cerebro sufra consecuencias por estar sometido a un estado de tensión continuo.
Así lo explica la psicóloga Alba Calleja, quien asegura que este problema se ve reflejado en la bioquímica de tu cuerpo, tu autocrítica y, en general, la calidad de tu vida.
Vivir con prisa supone que hormonas, como el cortisol, o los neurotransmisores del cerebro, como la adrenalina, se alteren. Esto, según explica Calleja implica que las células de tu cuerpo se alteren y dejen de hacer correctamente sus funciones «al estar siempre alimentadas de lo que a corto plazo las activa pero a largo plazo las envenena». Esto supone a la larga un desgaste neuronal que puede influir negativamente en tu salud mental.
Además de la alteración en las células del cuerpo, Calleja argumenta que al vivir obsesionado con la prisa tienes una falsa percepción del tiempo. Es decir, tu tiempo se distorsiona y crea una sensación de insuficiencia y ahogo, razón por la cual siempre corres.
Además, esto también provoca que, inconscientemente, termines por culpabilizarte de todo aquello a lo que no llegas. Esta situación también puede hacerte creer pensamientos que deterioran tu autoconcepto.
La costumbre de hacerlo todo con prisa también aumenta tus despistes y fomenta la falta de atención. Según explica la psicóloga, la memoria a corto plazo, es decir, la capacidad de retener la información y contenido que necesitas de forma inmediata está tan saturada que no eres capaz de retener las cosas a corto plazo.
A esto se suma que la parte bioquímica de tu cuerpo se ve afectada. Según explica Calleja, tu cuerpo también puede responder con dolores físicos, tensiones musculares, mal funcionamiento gastrointestinal, dolores de cabeza y trastornos de todo tipo. En conjunto, todos estos síntomas harán que la calidad de tu vida se reduzca. Esto, a la larga, se puede convertir en un problema de estrés agudo y de ansiedad.
Antes de llevar a tu cuerpo y tu mente al límite, es conveniente bajar el ritmo y ser más consciente de tu día a día, de tu cuerpo, tu mente y tu entorno.
Para salir de ese estado de prisa, los psicólogos de Desansiedad recomiendan dejar de exigirte tanto, darte la oportunidad de no ser tan productivo de vez en cuando, redefinir qué es para ti el éxito exactamente.
Algunos de los ejercicios que puedes hacer para poner en práctica estos ejercicios es incluir momentos de descanso durante tu jornada, intentar hacer algunas actividades mucho más lentas de lo habitual, y considerar un tiempo para los imprevistos que te puedan surgir.
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