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Gritar puede aliviarnos momentáneamente pero no se puede considerar una terapia./ Ilustración: Alicia Varela.

Psicología

En qué consiste la terapia de gritar y por qué no debes confiar en ella para acabar con la ansiedad

Aparece en varias series y hasta Kanye West asegura que le funciona, pero sus resultados no están probados, explica la psicóloga Eulàlia Torras, que nos descubre la técnica de biorretroalimentación.

Por Paka Díaz

17 de marzo de 2023 / 08:00

En Los Rompecorazones, el remake de Netflix de la mítica serie australiana de los 90, varios de los adolescentes asisten a grupos de terapia de gritar. “Deberías probarla, funciona”, asegura también el personaje que interpreta Maya Hawke en Revancha ya, otra serie juvenil de la plataforma. Luego, te encuentras las declaraciones de Kanye West en The New York Times, asegurando que la terapia primal le ha aportado beneficios, incluido liberar sus emociones reprimidas, y ya nada te extraña. Porque lo cierto es que parece haber un revival de esta técnica que se puso de moda en los 70.

Mientras los índices de ansiedad y estrés no paran de aumentar, las estadísticas indican que uno de cada cuatro españoles sufrirá un problema de salud mental en algún momento de su vida, según la Confederación Salud Mental España. Así, no es de extrañar que proliferen todo tipo de terapias y pseudoterapias para tratar de encontrar paz mental o gestionar la ira. Pero, ¿en qué consiste y qué beneficios probados tiene la terapia del grito?

¿Qué es la terapia de gritar?

La terapia de gritar, o terapia primal, se popularizó en los 70 a través de Arthur Janov, un conocido psicólogo de la élite neoyorquina que contaba con John Lennon y Yoko Ono entre sus muchos pacientes. El terapeuta consideraba que a través de los gritos activas tu dolor, la frustración o la rabia con la que cargas. Así, la dejas fluir, en lugar de reprimirla. El grito se convertiría en un impulso primario que te conecta con tu yo infantil y te ayuda a superar posibles traumas.

Sin embargo, en los últimos años, y pese a su creciente popularidad en series para adolescentes, algunos psicólogos han cuestionado su eficacia por falta de evidencias científicas. “Utilizar el grito para aliviar la tensión no puede ser considerado una terapia”, asegura Eulàlia Torras, directora del grado de psicología de la Universitat Carlemany (UCMA). Y advierte que “no es responsable usar ese nombre [terapia del grito o primal] porque se asocia un nombre científico a una actividad lúdica”.

¿Funciona realmente la terapia de gritar?

En ese sentido, recuerda el caso de unos senderistas que, en febrero del 2021, alertaron a la policía alemana sobre unos gritos que escucharon en el bosque de Algovia. “Tras desplazarse allí, incluso con un helicóptero, el grupo que encontraron explicó que se trataba de una terapia. Se comprometieron a no repetirlo”, cuenta la psicóloga.

No se trata de descartar todo lo que propone esta terapia, pero desde luego no la considera una con beneficios probados. “Otra cuestión es que algún centro de ocio lo utilice de manera controlada como una actividad de distracción para sus huéspedes”, dice. Pero, señala que “en cambio, la biorretroalimentación sí es una terapia probada. En ella, los terapeutas utilizan la relación entre emoción y respuestas somáticas como base de una actividad que puede llevar a la práctica el paciente”.

La alternativa a la terapia de gritar: la biorretroalimentación

La técnica de biorretroalimentación o bioautorregulación ayuda a expresar los sentimientos reprimidos por la persona. “Es la alternativa terapéutica que relaciona las emociones con los cambios somáticos, basándose en evidencias empíricas”, explica la terapeuta. Pone ejemplos como solicitar a una persona que procure escuchar su respiración y el ruido que emite: “Así, serán capaces de incrementar o disminuir el ritmo de respiración de una manera no consciente. Entre los resultados vinculados, por ejemplo, está el control de la ansiedad”.

Además, puede servir para sacar fuera emociones consideradas negativas. “Por ejemplo, si la emoción que subyace al estado de ánimo de un paciente es la ira contenida, no expresada y no consciente, descargarla, por ejemplo, utilizando un cojín, puede permitir un alivio pasajero. Por un momento, el paciente experimenta cansancio y un cierto alivio”, explica Torras, “tras este ejercicio, el terapeuta y el paciente pueden iniciar el análisis, la exploración y la expresión de las experiencias que subyacen a dicha ira. Este análisis, exportación y expresión es realmente el proceso más terapéutico”.

Qué es la biorretroalimentación

Por tanto, subraya Torras, “la biorretroalimentación es una técnica basada en el conocimiento científico que aprovecha la dimensión fisiológica de las emociones para crear bienestar”. Esta técnica se utiliza en centros tan prestigiosos como la clínica Mayo. En ella, un terapeuta conecta sensores al cuerpo para controlar las ondas cerebrales, la temperatura de la piel, la tensión muscular, la frecuencia cardíaca y la respiración en función de la respuesta somática a abordar. El paso siguiente consiste en ofrecer información a través de señales, como un pitido o una luz parpadeante.

“La retroalimentación ayudará a modificar o controlar las reacciones fisiológicas del cuerpo mediante el cambio en esta dimensión asociada a las emociones. Esta terapia debe ser complementada con sesiones en las que se analice, explore y trabajen cambios de pensamiento y de comportamiento. Las sesiones suelen tener una duración de una hora”, aclara Eulàlia Torras.

¿Gritos lúdicos o terapéuticos?

Por tanto, aunque es cierto que te sientes muy relajado después de dar un par de gritos en plena naturaleza o justo cuando pasa el metro, la psicóloga asegura que “no hay base científica para esta práctica sino que se trata de una actividad de ocio. Algunos hoteles han buscado un espacio tranquilo, al aire libre y que comporte el respeto a las otras personas para desarrollar esta práctica. Pero siempre en un ámbito lúdico y no en la intervención con resultados probados”, concluye Torras.

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