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Decidida, valiente, celosa, impulsiva... / Foto: Peter Pan.
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Es posiblemente el personaje más complejo del cuento de Peter Pan. Desde su tamaño minúsculo a su determinación y sus rabietas, engloba todo un mundo emocional.
Por María Corisco
11 de mayo de 2024 / 08:30
Cuando J.M. Barrie escribió en 1911 Peter Pan y Wendy, difícilmente podía imaginar que estos personajes alcanzarían la inmortalidad y pasarían a formar parte de nuestro imaginario colectivo. La historia que cuenta va más allá de un cuento de hadas, y cada uno de los protagonistas, incluido Campanilla, representa un arquetipo que tiene vigencia todavía hoy.
Así, está el síndrome de Peter Pan, que define a “aquellas características o comportamientos asociados con la dificultad para asumir responsabilidades adultas y el deseo de mantener un estilo de vida juvenil o infantil”, explica la psicóloga Esther Cantos. “No quieren crecer, hacerse mayores, comprometerse”.
También, aunque menos conocido, está el síndrome de Wendy. “Se usa para describir a aquellas personas, habitualmente mujeres, que asumen un rol de cuidador excesivo o codependiente en sus relaciones interpersonales, especialmente en relaciones románticas”. Entre sus características se encuentran “una dificultad para establecer límites, una predisposición a sacrificarse en beneficio de los demás, un intenso miedo al abandono”.
También en torno a la pequeña hada se han conformado teorías sociales. “Pero Campanilla es sumamente compleja, y es esa complejidad de matices la que explica que hayan surgido tantos posibles “síndromes” relacionados con este personaje”, explica la experta.
Por una parte, Campanilla encarna a “esa mujer fuerte y potente, triunfadora en un mundo de hombres, a la que aparentemente todo le sale bien… excepto el amor. Ahí “pierde” frente a Wendy, arquetipo de la mujer amorosa y cuidadora. Por eso, Campanilla es también una alegoría de los celos: ella, intrépida, decidida y valiente, termina cayendo en ese fantasma”, añade.
Pero, además, Campanilla encarna también la dificultad para afrontar la frustración. Según señala la escritora Luna Reimer, “Campanilla es esa parte de nosotros que hace cosas insospechadas de las que siempre acabamos arrepintiéndonos, la que dice aquello que debemos callar”.
Se enfada, se irrita, tiene una rabieta, quiere que la vida sea como a ella le gustaría. Aunque todo en el exterior parece indicar éxito, “son excesivamente exigentes en sus relaciones, se frustran, se amargan. “Hay teóricos que defienden que el origen está en falta de afecto en la infancia y la adolescencia, y en una necesidad de reparar esta carencia».
También se ha estudiado el síndrome de Campanilla desde la perspectiva del tamaño: Campanilla es minúscula, cabe en la palma de una mano, pero se eleva sobre ese tamaño y desarrolla una personalidad arrolladora que contrarresta esa aparente insignificancia.
Sería una especie de “síndrome de Napoleón”, ese término con el que se describe de manera informal el complejo de inferioridad experimentado por personas de baja estatura y que les llevaría a una preocupación excesiva por compensarlo a través de logros, éxitos y conquistas.
David Lewis, psicólogo y director de investigación de Mindlab International, señala que la altura tiene un efecto igualmente profundo en el carácter de una mujer:
«La relación entre la altura de una mujer y su carácter a menudo se pasa por alto y quizás sea más interesante que el comúnmente citado «complejo de Napoleón»», afirma.
«La evolución ha favorecido tanto a las mujeres pequeñas como a los hombres altos; unas y otros son más propensos a casarse y tener hijos. Pero la desventaja de esto es que los hombres –y la sociedad en general– a menudo infantilizan a las mujeres pequeñas, subestimando su inteligencia, su fuerza y su capacidad para realizar incluso la tarea más simple”.
A su juicio, esta infantilización de las mujeres pequeñas puede generar un sentimiento de resentimiento y rebelión que las hace más ambiciosas y extravagantes que las mujeres de tamaño promedio. «Es probable que el hecho de ser pequeña pueda hacer que una mujer desarrolle un complejo de Campanilla. Sin duda, eso explica por qué tenemos tantos ejemplos famosos de mujeres diminutas que son más grandes que la vida»,
En este sentido, la famosa comunicadora televisiva Jane Gordon ha escrito sobre este aspecto de una Campanilla “que puede ser un poco manipuladora y autocompasiva, aunque lo último que necesita es compasión. Las “campanillas” saben que tienen una ventaja en la vida y que, incluso descalzas, son capaces de alcanzar alturas que están muy por encima de otras mujeres”.
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