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¿Cuánta edición tiene este selfi de Kendal y Kiley Jenner? / Foto: Freepik.
Salud mental
No es lo mismo hacerte un selfi y publicarlo que pasarte varias horas editándolo y aplicándole filtros antes de subirlo a las redes.
Por María Corisco
19 de abril de 2024 / 13:15
Los selfies tienen, en general, mala fama. No se trata de ese selfie que te haces en grupo para inmortalizar un momento determinado, o de ese otro que te haces antes de salir a una fiesta para enviárselo a la amiga que te ayudó a elegir el estilismo, sino de esos que te haces porque sí, sin otro motivo que el de subirlo a las redes sociales y esperar la reacción de tus seguidores. Del selfie se dice que propicia el narcisismo, y que se relaciona con una falta de autoestima. Pero, al mismo tiempo, también hay estudios que sugieren lo contrario: tomarte selfies puede reforzar tu confianza. ¿Qué hay de cierto en ello?
Esta controversia ha sido el origen de un artículo llevado a cabo por Roxanne N. Felig y Jamie L. Goldenberg, investigadores de la Universidad del Sur de Florida (Tampa, Estados Unidos), en el que han sintetizado los hallazgos de 55 estudios sobre conductas de selfis. “Nuestro objetivo era descubrir cómo se sienten las personas consigo mismas al tomar, editar y publicar selfies, así como ver su relación con la autoestima en general”.
Tras revisar todas las publicaciones, los autores resaltan la complejidad del tema y por qué los titulares parecen contradecirse. La principal conclusión es que no te sientes igual cuando te limitas a tomarte la foto que cuando la editas para verte mejor. “Tomarse y publicar selfies está relacionado con sentirse bien con uno mismo; en cambio, su edición se relaciona con tener autoevaluaciones negativas”.
Al investigarlo más a fondo, descubrieron que “las personas que editan selfies no solo se sienten mal por su aspecto, sino que también se sienten mal consigo mismos en general, lo que con el tiempo podría tener graves consecuencias para la salud mental”.
Evidentemente, hay muchas maneras de tomarse un selfie para salir más favorecido: buscar el mejor ángulo, hacerla desde arriba para que no se vea la papada, evitar que se note la barriga… Y otra cuestión es recurrir a esos filtros que hacen magia y te cambian el óvalo facial, los rasgos y facciones hasta convertirte en una versión Bratz de ti misma.
Hay varias razones por las que el uso excesivo de filtros y la edición de selfies puede tener un impacto negativo en la autoestima:
Un estudio realizado por Dove, dentro del marco de su Proyecto de Autoestima, muestra que el 69% de mujeres jóvenes aseguran intentar ocultar o cambiar al menos una parte de su cuerpo cuando se hacen una foto en las redes sociales, y se toman hasta 14 selfies de media para tratar de tener el aspecto “ideal” antes de elegir la que finalmente publicarán. Además, también señala que el 72% de las niñas de 13 años ya utilizan un filtro o una aplicación para retocar la fotografía.
«Hay filtros que se usan de forma creativa, pero cuando el uso es para distorsionar la realidad y ajustarse a estrictos estándares de belleza, puede llegar a ser perjudicial para la autoestima de los jóvenes. Muchas chicas, cada vez más jóvenes, sienten presión por editar sus fotos y crear algo perfecto, pero irreal«, asegura Sandra Andrés Bach, Marketing Manager de Skin Category en Unilever.
En este sentido, la profesora Phillippa Diedrichs, catedrática de Psicología y experta en imagen corporal y salud mental, explica que “aunque ciertos aspectos de las redes sociales pueden fomentar la conexión y el bienestar, en los últimos años decenas de estudios científicos han demostrado que las redes sociales pueden influir negativamente en la confianza en el cuerpo, el estado de ánimo y la autoestima”.
Esto sucede, señala, «cuando los usuarios pasan mucho tiempo publicando selfies, utilizando aplicaciones de edición y filtros para alterar su apariencia, comparándose con otros y buscando validación a través de comentarios y likes. Por lo tanto, es imprescindible que ayudemos a los jóvenes a desarrollar habilidades para navegar por las redes sociales de una manera saludable y productiva”.
Además, la edición de selfies se ha relacionado con la dismorfofobia, un trastorno mental que se caracteriza por una preocupación obsesiva por un defecto percibido en su apariencia física que, en realidad, es mínimo o inexistente para los demás. Las preocupaciones suelen centrarse en características faciales, pero cualquier parte del cuerpo puede ser el objeto de la preocupación.
Usar filtros y editar imágenes puede aumentar la obsesión de una persona con su apariencia, ya que puede pasar mucho tiempo buscando la edición perfecta para ocultar o modificar el defecto percibido. Y esta obsesión puede impulsarte, incluso, a pedir una cirugía estética para parecerte a ese selfie maravilloso, conseguido después de aplicarle varios filtros, y que poco tiene que ver con tu aspecto real.
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