Carolina Lapausa, actriz: «Me gustaría que hubiera más bosques y que se protegieran los que tenemos»

«Estoy hecha de retales de los personajes que he ido construyendo a lo largo de mi trabajo en series, películas y obras de teatro», dice de sí misma la actriz madrileña Carolina Lapausa. Algo que no hace nada sencillo describirla en pocas palabras, pues a lo largo de su carrera se ha puesto en la piel de personajes tan dispares como Isabelita Viana en La Señora, Tere en Hospital Central, Agatha Christie en Gran Hotel, Jacinta en El Internado o una monja joven en Buñuel y la mesa del Rey Salomón, dirigida por Carlos Saura.

«Actuar me ofrece un espacio privilegiado para reconciliarme conmigo misma», confiesa. Para hacer lo propio con el planeta ha desarrollado una profunda conciencia ecológica que le permite vivir de una forma muy consciente y sostenible.

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Mimo en la gestión de residuos

Velar por que cada residuo o desperdicio que genera acabe en el contenedor correspondiente es una forma de comportarse y de consumir que Carolina Lapausa tiene muy interiorizada. Le sale de forma natural. La decoración de su cocina da fe de ello: «Tengo una pared llena de pequeñas papeleras, cada una para un tipo de residuo diferente, que luego llevo a los puntos limpios o contenedores que corresponda», dice.

Es escrupulosa no sólo al separar envases, papel, basura orgánica o las cápsulas de café. También con desperdicios menos obvios, como el aceite usado de su cocina. «Intento acumularlo en tarros para luego llevarlo a un punto limpio». Y cuando tiene que deshacerse de un viejo electrodoméstico o cualquier aparato averiado se coordina con el Ayuntamiento para que vayan a retirarlo a su casa y lo lleven a un punto limpio si no puede hacerlo ella sola.

Ni una sola luz de más

Para ahorrar energía en casa utiliza siempre bombillas de bajo consumo. Un gesto que daría para un notable. Pero Carolina Lapausa aspira a la Matrícula de Honor: tiene todos los aparatos y enchufes conectados en regletas, «para que cuando me vaya a la cama apague y no quede ningún puntito rojo encendido».

A la hora de consumir, confía mucho en los herbolarios y en la compra a granel. Para la cosmética se rinde a marcas como Weleda. Y para la ropa reconoce su admiración por firmas como Ecoalf. «Hacen prendas de vestir reciclando botellas y otras cosas que tiramos a la basura. Ellos hacen arte y diseño».

Turismo en tren junto a su perra Coco

Muy conectada con el arte, el ballet y la escritura, no descarta lanzarse a la dirección y se está formando en la tarea de escribir guiones para el cine y la televisión. Cosa que puede hacer, seguro, cuando viaja en tren. «Me parece el medio de transporte más sostenible. Además, tengo una perrita [Coco] y es maravilloso poder llevarla en tren, que es el medio de transporte que lo pone más fácil», celebra.

Una vez en el destino, intenta que su estancia no tenga mucho impacto. Lo consigue consumiendo en sitios locales y recogiendo todo lo que ensucia. «E incluso, cuando voy a la playa, si veo suciedad a mi alrededor, intento meterlo en una bolsita y lo llevo a la papelera», dice.

Si tuviera que decidir qué problema medioambiental resolver, Carolina reconoce que le costaría elegir. No podría quedarse sólo con uno. Por un lado, le preocupan las zonas verdes: «Me gustaría que hubiese muchísimos más bosques, que se potenciasen y que se conservasen los que tenemos». Otra de sus grandes preocupaciones medioambientales es la limpieza de los mares y los océanos. «Hay mucha basura que tiene un impacto sobre los ecosistemas. No sólo sobre la fauna, la flora y las barreras  de coral, sino también todo lo que consumimos».