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Mindfulness eating

¿Vacaciones sin engordar? Con estos 10 consejos de alimentación consciente lo vas a conseguir

Claro que es posible llevar una alimentación equilibrada, incluso en vacaciones. Con estos 10 consejos sabrás escuchar a tu cuerpo y podrás llevar una alimentación consciente para disfrutar del verano.

Por Miriam Aguilar

27 de julio de 2021 / 06:20

Lo hemos escuchado hasta la saciedad. El mindful eating parece haberse convertido en la varita mágica que da solución a todos los males relacionados con la alimentación (o casi todos). ¿Tienes ansiedad? Mindful eating. ¿Comes de más? Mindful eating. ¿Cómes de menos? Mindful eating. ¿Trastornos del comportamiento alimentario como bulimia o anorexia? Sí, la misma respuesta. Pero, ¿qué es el mindful eating en realidad? ¿Es tan mágico como parece?

Lo primero que debemos saber cuando nos acercamos a este concepto, en español llamado alimentación consciente, es que siempre busca una conexión entre las emociones y la comida. No todo el mundo tiene una buena relación con la comida, de hecho a veces alimentarse supone un auténtico quebradero de cabeza que esconde  otros problemas a los que no sabemos, o no queremos, hacer frente. La alimentación consciente tiene mucho que ver con nuestra forma de comer.

El mindful eating habla de comer con intención y también con atención, siendo plenamente conscientes de cada bocado, escuchando las necesidades de nuestro cuerpo y nuestra mente y respetando sus respuestas. Si estamos saciados, no deberíamos seguir comiendo. ¿Por qué, entonces, lo hacemos? Porque no atendemos a las señales. Nuestro organismo es una máquina perfecta y sabe lo que necesitamos en cada momento. Si no lo respetamos, el caos nutricional está asegurado y terminaremos comiendo por ansiedad. Si comprendemos por qué comemos cada alimento y reflexionamos sobre su aporte nutricional, la tarea de comer se vuelve mucho más placentera.

Estas vacaciones, ten en cuenta los consejos de un experto en la materia. Arla Foods sigue promoviendo el espíritu del mindful eating para hacer de la alimentación un proceso consciente y agradable que ayude además a tener mejor salud. ¿Te apuntas?

10 consejos fáciles para llevar una alimentación consciente durante las vacaciones:

Plantéate estas preguntas antes, durante y después de comer. Te ayudarán mucho a desarrollar tu propio mindful eating:

1. ¿Qué me lleva a comer esta comida concreta?

¿Lo que tienes es un hambre real o más bien un antojo? Deberíamos pararnos un momento y ser realistas con la situación. Si el cuerpo está pidiendo comer porque tiene hambre o si lo que queremos viene dado porque somos víctimas del hambre emocional, la ansiedad, la costumbre o cualquier otro sentimiento. Plantéatelo así: ¿me apetece una manzana o más bien un picoteo dulce? Si es lo primero, entonces el hambre es real. De lo contrario, estamos cediendo a nuestros impulsos. Es importante potenciar los alimentos saciantes, como pueden ser las proteínas, verduras, frutas o legumbres.

2. ¿Me atrae visualmente lo que veo en mi plato?

Lo de “comer con los ojos” es más que una frase hecha. Preparar un plato visualmente agradable ayuda mucho a la sensación de bienestar y de placer que provoca la comida. Por otro lado, el olor de la comida es algo muy a tener en cuenta, ya que puede provocar un aumento o disminución del hambre.

3. ¿Identifico cuáles son cada uno de los ingredientes de mi plato?

Apuesta siempre que puedas por alimentos frescos y naturales, y mucho mejor si son de temporada, que cuenten con el menor grado de procesamiento posible. Las frutas, las verduras, las legumbres, los quesos o el pescado, siempre son un acierto. 

4. ¿Conozco la procedencia de los ingredientes?

Presta atención a los ingredientes que se utilizan para elaborar los productos y asegúrate de que sean de origen natural. Lee las etiquetas para ser consciente de lo que compras y ten en cuenta que alimentos ecológicos, sostenibles, orgánicos y bio no son lo mismo.

5. ¿Logro sentir una conexión con los alimentos?

Al comer con intención y atención, se forja la comunicación entre el cuerpo y los alimentos. Este concepto enlaza también en lo que llamamos Slow Food, el movimiento que busca el placer a la hora de comer en su sentido más holístico. No comas por comer. Piensa bien en qué sensaciones tienes al tomar ese alimento, de dónde viene, el valor de quién lo ha cocinado, el entorno en el que lo disfrutas… Todo cuenta a la hora de establecer una conexión.

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6. ¿Cubre mi comida mis necesidades nutricionales?

Pregúntate si lo que vas a comer realmente va a aportar algún beneficio a tu organismo, o si es un alimento que resulta más nocivo que provechoso para el propio cuerpo y la salud. No hay que dejarse llevar por los impulsos, si bien de vez en cuando te puedes dar un capricho. ¡Estás de vacaciones!

7. ¿Debería comer todo lo que hay en el plato?

Una cosa muy de abuelas, ¿verdad?. Eran otros tiempos y desperdiciar la comida, con lo que costaba, no era una opción. No te decimos que malgastes tus sobras, sino que las reutilices cuando tengas el estómago lleno y ya no puedas comer más. Tu estómago tiene unos límites y va a emitir señales a medida que se vaya llenando. Ingerir más cantidad de lo que te pide tu cuerpo solo te creará malas digestiones, pesadez e incluso culpa. Si dejas de comer y en 10 minutos ya no tienes hambre, entonces es que te has quedado saciado.

8. ¿Qué emociones entran en juego cuando como?

Mientras comes, mastica despacio y párate un momento para reconocer e identificar los sentimientos que florecen en el proceso. Se trata de una imprescindible de la práctica del mindful eating.

9. ¿Cómo me siento después de comer?

Si has respetado las señales de tu organismo, te invadirá un sentimiento positivo y de satisfacción. Si al acabar te sientes hinchado o piensas que podrías haber evitado el postre o esa copa de más, piensa en qué has podido fallar. Y no te sientas culpable. Cada día es una nueva oportunidad de hacer las cosas bien. Somos humanos.

10. ¿Qué nivel de hambre tengo al empezar? ¿Y después?

Muchos psicólogos especializados en nutrición aconsejan usar una técnica, que es poner un número del 1 al 10 sobre el nivel de hambre que tienes. Y después de comer, hacerte la misma pregunta. Escucha a tu cuerpo y come despacio, la sensación de saciedad puede tardar hasta 30 minutos en llegar. Pregúntate en qué nivel estás y si ha bajado mucho y no sientes esas ganas impulsivas de comer, es que todo está en orden. 

En definitiva, lo de comer con cabeza, que tanto nos cuentan los nutricionistas tiene más sentido que nunca durante el verano, que es cuando solemos dar rienda suelta a nuestro apetito y nuestros antojos más voraces. No hace falta seguir la dieta a rajatabla, pero quizás sí ir un poco más allá y hacer acopio de estos pequeños trucos a la hora de enfrentarse a las comidas y picoteos de las vacaciones.

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