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Así se hace la postura del trípode en yoga, paso a paso

La profesora de yoga Beatriz Fueyo, una de las participantes del DKV WeLife Tour en Asturias, nos enseña a realizar esta asana, perfecta para iniciarse en las posturas invertidas sin lesionarse.

Por Cristina Martín Frutos

12 de agosto de 2024 / 15:04

Cuando uno se inicia en el yoga piensa en cuándo llegará ese día en que logrará hacer una postura invertida, de esas que inundan las redes. Asanas prácticamente acrobáticas que permiten levantar todo el peso con el único apoyo de la cabeza o de una mano sin perder el equilibrio… Sin embargo, y aunque no seamos conscientes, la práctica del yoga incluye invertidas desde etapas muy básicas. De hecho, se considera que lo son todas en las que la cabeza se encuentra por debajo del corazón. Como uttanasana (postura de la pinza) , el famoso perro boca abajo (adho mukha svanasana) y, en cuanto se tiene un poco más de control, la vela o sarvangasana.

Una vez que se va avanzando en la práctica es cuando entran en juego las variantes bocabajo. «La postura del trípode es una de las mejores para empezar a familiarizarse con ellas», afirma la profesora de yoga Beatriz Fueyo Montequín. Experta en el método Navakarana, enérgica disciplina marcada por el movimiento continuo al ritmo del sonido, así como de Hatha y Vinyasa, Beatriz fue una de las participantes en DKV WeLife Tour Asturias. Allí impartió una sesión de Vinyasa a los asistentes para empezar la jornada con energía y los ánimos renovados.

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Las claves de la postura del trípode

La postura del trípode o salamba sirsasana (que significa, literalmente, postura con apoyo de cabeza) consiste en llegar a la invertida a partir de repartir apoyo y peso entre la cabeza y las manos. «Es por ello que, al hacerse sobre esos tres puntos, permite mantener el equilibrio de forma más sencilla que otras asanas bocabajo», explica Fueyo. Si bien existen muchas formas de entrar en la postura, la más fácil consiste, según la experta, en hacerlo desde una posición de cuatro apoyos (a gatas). En ese momento es cuando «se coloca bien la cabeza, apoyando la coronilla por delante de las manos, de tal manera que estos tres puntos formen un triángulo».

De hecho, este punto de partida es básico, ya que de la correcta colocación de la cabeza depende lo demás. Como insiste la profesora, la coronilla debe ser la única parte que toque el suelo. Esto asegurará que fluya el resto del movimiento. Y, más importante aún, «resulta clave para no colapsar ni comprimir las cervicales». También es fundamental prestar atención al otro apoyo, el de las manos. «Estas han de empujar firmemente el suelo. Además, los brazos deben estar a 90 grados, sin que se abran los codos hacia los lados; y los hombros, separados de las orejas», apunta Beatriz. Una vez que los tres vértices del triángulo están asegurados se elevan las caderas y se empieza a caminar hacia nuestras manos para acercarnos a la elevación.

Asanas invertidas para todos los niveles

Las asanas invertidas suponen un desafío, ya que implican superar miedos y falta de seguridad o confianza en nuestro cuerpo. Es más, en las prácticas siempre se insiste en que el yoga no es una competición (ni contra los demás ni contra uno mismo). Que no hay que buscar la perfección ni, mucho menos, la comparación con los demás. Escuchar al propio cuerpo –que, por cierto, se puede sentir diferente en cada práctica– es básico. Por esta razón, Beatriz Fueyo propone diversas variantes previas a la elevación completa de las piernas. «Se puede empezar colocando una rodilla sobre el tríceps y, luego, subir la otra», aconseja.

«Si desde aquí te sientes más segura, puedes probar a separar las rodillas de los brazos y, por último, animarte a flotar las piernas a la vez hacia arriba», añade. Eso sí, siempre hay que activar mucho el abdomen –intentar pegar el ombligo a la columna ayuda– y «nunca perder la conexión entre coronilla y manos». En cualquier caso, si nunca has practicado una invertida, conviene empezar siempre guiado con un profesor que observe la colocación y, así, evitar posibles lesiones.

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Beneficios de las asanas invertidas

La esencia de las invertidas en yoga reside en que la cabeza está por debajo del corazón. De este modo, la gravedad, durante esos segundos, hace que los procesos corporales cambien de dirección, con un efecto estimulante. Algo que también se entiende desde la perspectiva mental, ya que puede aportarnos un nuevo punto de vista. Los beneficios son tantos que en cualquier práctica se incluye algún tipo de asana invertida. Entre las ventajas físicas destaca la mejoría de la circulación sanguínea y linfática. Además, se dice que el cerebro se activa al nutrirse mejor. También se ha visto cierto poder rejuvenecedor, en el sentido de que aportan sensaciones estimulantes y ayudan a eliminar toxinas.

En el otro extremo de la balanza, los beneficios mentales o emocionales, que son igualmente notables. Las invertidas, como la postura del trípode, suponen todo un desafío personal, lo que nos hace ganar seguridad, confianza y control. Por supuesto, también mejoran la concentración, ya que es clave para buscar la estabilidad y mantener la posición. La respiración se vuelve más profunda, con la consiguiente calma mental. Y, como se mencionaba, permiten ver las cosas y situaciones desde otra perspectiva. ¿Listo para darle la vuelta a tu mundo?

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