De la chispa a la armonía: cómo reinventar vuestra intimidad para que dure toda la vida

El verano ha quedado atrás y la frecuencia de vuestros encuentros sexuales, tan abundantes durante en la época estival, podría decaer hasta casi desvanecerse. Esta sequía de alcoba puede generar una gran frustración en los amantes que, con el paso de los años –¡y décadas!–, ven cómo sus encuentros íntimos se vuelven excesivamente esporádicos. Lejos de enterrar la pasión, los expertos sugieren llegar a la armonía sexual.

La doctora Sara Nasserzadeh, psicóloga especializada en sexualidad y relaciones y asesora cultural de la ONU define la armonía sexual como «un estado más allá de la chispa inicial que despierta la química. Es el arte de comprenderse de forma verdadera y conectarse con la otra parte en un nivel más profundo y significativo. Es un viaje en el que los amantes exploran el alma de su pareja mientras navegan juntos por las realidades de la vida». Esa armonía sexual no brota por generación espontánea. Hay que trabajarla paso a paso para fortalecer la relación y hacer que dure para siempre.

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Muchas veces no significa más placentero

No existe una frecuencia «ideal» en las relaciones sexuales. Depende de cada persona: lo que a uno le basta puede que a su contrario le parezca insuficiente. Y lo mismo con el placer: habrá encuentros que te hagan tocar el cielo y otros con menos voltaje.

Al inicio de las relaciones, los encuentros íntimos suelen ser tan espontáneos como intensos (y físicamente exigentes). Esta profusión sexual en ningún caso garantiza que sean satisfactorios: ambos se están conociendo, también en cuanto a gustos y preferencias sexuales.

De la improvisación a la sincronía

El sexo es como una orquesta. En los primeros ensayos es normal que algún instrumento toque de forma desacompasada. Tal ves, demasiado rápido, o demasiado lento, o con una intensidad tan enorme que arruine la melodía. Con el tiempo y la práctica, llega la armonía y la pieza suena (casi) perfecta.

Con las parejas pasa lo mismo. Al principio, ante la «falta de una partitura», se dejan llevar por la improvisación. Con paciencia, comunicación y exploración, se puede alcanzar la sincronía que hace que cada encuentro sea más gratificante.

Leer los gestos del otro

La armonía sexual requiere explorar continuamente a la pareja y establecer una conexión profunda y duradera. Hay que hacerse un maestro en el arte de interpretar los gestos sutiles: un movimiento corporal, una voz o una mirada que reflejen excitación e inviten a seguir. Siempre desde el respeto y con el objetivo de que ambos se sientan plenamente satisfechos, no solo sexualmente, sino también desde un punto de vista emocional.

«La armonía sexual es aprender y reaprender mutuamente. En realidad los amantes están dedicando tiempo a profundizar en el yo de su pareja. Así se logra una armonía que da paso a un baile constante y a una invitación mutua que se integran en la realidad de sus vidas», destaca la sexóloga.

Conócete a ti mismo

Alcanzar la sincronización sexual implica conocer los gustos y deseos del otro y acompasarlos con los propios. Para ello es prioritario ser plenamente consciente de tu placer. Y, sí, explorarse a uno mismo es un trabajo continuo.

Más allá de las expectativas poco (o nada) realistas, las preferencias y anhelos sexuales cambian con el tiempo. Y, según la experta, conocerlas en profundidad permite que la pareja se adapte a los cambios físicos, hormonales y vitales. Y también que celebre juntos cada cosa buena que pasa en la vida.

Sin fecha de caducidad

No hace falta que la pasión del verano dure todo el año. La verdadera magia está en aprender a bailar juntos, leer los gestos del otro y sincronizarse sin estrés ni expectativas imposibles. El sexo no va de récords de frecuencia, ni de sprint de intensidad. Es un baile que se afina con el tiempo, la complicidad y, sobre todo, la risa compartida.

Y sí, puede que alguna vez se resbale un paso o se pierda el compás. No pasa nada: la armonía se construye ensayo tras ensayo, mirada tras mirada, gesto tras gesto. Lo importante es que, al final, sigáis disfrutando del baile… juntos.