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Conectar con las plantas puede hacer mucho por nuestro bienestar emocional./ Unsplash.
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Observar conscientemente tres minutos a una planta puede romper la fatiga mental y ayudar a reponer energías. En el libro 'Plantas para ser feliz', Eva Durán explica cómo lograrlo.
Por Paka Díaz
15 de febrero de 2023 / 07:00
¿Has sentido alguna vez pura necesidad de irte a una playa salvaje o subir a una montaña? Lo que te pasa se llama biofilia y cumplir esa necesidad te puede proporcionar muchos beneficios. Algunas investigaciones muestran con claridad que estar en contacto con la naturaleza es muy positivo para la salud mental. De hecho, para la ecofeminista india Vandana Shiva es, precisamente, la ruptura de la relación de los seres humanos con la naturaleza causa una desconexión con la vida misma porque la naturaleza, las plantas, nos cuidan.
Quizá por eso, biofilia es un término definido en un principio por Erich Fromm como el amor a la vida, aunque fue el entomólogo Edward O. Wilson quien lo desarrolló en profundidad como «la afinidad del ser humano, de origen innato, por todos los seres vivos y por la vida en sí misma». Algo que indica que, entre nuestras necesidades básicas para sentirnos bien, está el tener contacto con la naturaleza.
Ese pensamiento fue el que movió a la empresaria Eva Durán (Barcelona, 1977), que se define como una «plantlover», a fundar la Escuela de Plantlovers. En ella imparte clases de «plantfulness», un término que acuñó ella misma y que mezcla el mindfulness y la biofilia. Durán asegura que “cuando empecé a oír hablar de los beneficios de los baños de bosque, até cabos. Comencé a entender por qué me sentía tan relajada y a la vez tan llena de energía después de un paseo por la naturaleza”.
De esa certeza nació su escuela de amantes de las plantas y también su libro Plantas para ser feliz (Vergara), para aprender a recuperar tu relación con la naturaleza para ser más feliz, resetearte y calmar tu mente.
Diversos estudios de Forest Research, la mayor organización del Reino Unido dedicada al estudio de los bosques, mostraron que, entre los beneficios de visitar entornos naturales, se incluyen disminuir la presión arterial y el pulso, reducir los niveles de cortisol y suprimir la actividad nerviosa simpática. Esta última se activa cuando no sentimos en una situación de peligro y, también, cuando sentimos estrés. Quizá por ellos, estas investigaciones también mostraron que es más probable que las personas sean más sociales con desconocidos con los que coinciden en un bosque, que en la ciudad.
Conectarnos a la naturaleza, disfrutarla, mejora nuestro bienestar físico y mental, nos hace sentir mejor y más felices. Además, cuando se pidió a las personas entrevistadas que pensaran en un lugar donde se sintieran relajados y tranquilos. Más del 90 % se imaginó en un entorno natural. Lo cierto es que sólo dos horas semanales de contacto con la naturaleza son suficientes para mejorar la salud física y mental.
“Hay estudios que dicen que solo tres minutos observando conscientemente una planta que tengas en tu mesa de trabajo, pueden ayudarte a romper la fatiga mental y reponer energías para continuar”, explica Eva Durán en su libro. Estos son los pasos que proponer para conseguir los efectos beneficiosos que nos pueden regalar las plantas.
La contemplación, desde la perspectiva budista, supone avanzar hacia la conciencia plena a través de la introspección. Para occidentalizarlo, si eres más inquieto y aún no controlas de meditación, Durán propone fotografiar plantas, de ese modo las podrás observar y, al mismo tiempo, podrás desconectar del mundo.
Como dice la escritora, “no hay nada más íntimo que tener las raíces de una planta en las manos”. Ella lo define como “un acto de puro amor”. Pero además destaca que ayuda a sentir una conexión directa e instantánea con la naturaleza. Aprovecha también tus paseos por zonas de campo para «tocar tierra».
O sea, cortar los tallos de una planta para plantar esquejes de la misma, o regar, son experiencias que también recomienda para conectarse al mundo natural.
Hacer germinar una planta, como verla luego florecer, puede ser una experiencia transformadora. En su libro, Durán explica cómo hacerlo desde el hueso de un aguacate y reconoce la fascinación que sintió la primera vez que vio hacerlo. Simplemente hay que dejarlo en agua para que nazca una pequeña planta. Nada menos que el milagro de la vida desde un humilde hueso. También recuerda que hay algunos que no germinan, pero no pasa nada. El proceso de conexión es igualmente válido y anima a seguir probando. De hecho, puso en marcha #elretoaguacatero en su Instagram y asegura que aún le llegan fotos. Para quienes se motiven, en el libro también explica cómo hacer un mini invernadero o un jardín eco. Todo para conectar con esa naturaleza que tanto nos puede ayudar.
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